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G. Bueno – Materia
los colores, los sabores y, en general, las cualidades secundarias, habrían de
considerarse como los significados propios del término materia física, saltando por
encima de las definiciones que los físicos han dado de la materia y que se refieren a las
cualidades primarias (Descartes, Principia, II, 4; «la naturaleza de la materia no consiste
en ser dura o pesante o coloreada, sino sólo en ser la misma en longitud, latitud y
profundidad»). Los propios científicos «normales» se daban cuenta de esto. Por
ejemplo, leemos en un manual muy utilizado en Francia y en España durante el pasado
siglo, el Tratado de Física de A. Ganot (B. Baillère, 1868); «dáse el nombre
de materia o sustancia a todo cuanto cae inmediatamente bajo la jurisdicción de nuestros
sentidos» (§2); y añade (§4): «se denomina masa de un cuerpo en física a la cantidad de
materia que contiene.» Pero reconoce después que en Mecánica esta definición es
insuficiente y la completa más tarde (§35) con una definición que tiene ya un formato
científico-categorial (pero que ya no puede presentarse como una definición de la idea
general de materia): «Masa (o cantidad determinada de materia) es la relación constante
entre las fuerzas y las aceleraciones que imprimen a los cuerpos en tiempos iguales:
F/G=F'/G'=F''/G''...».
4. Ahora bien, la tesis sobre la impresencia en física y, en general, en la ciencia
natural de una idea global de [16] materia no tiene por qué entenderse necesariamente
en la perspectiva positivista y, menos aún, en la perspectiva metafísica, que aliente la
disposición a desvincular la ciencia de la filosofía o recíprocamente. Una cosa es que
los conceptos científicos no dibujen una idea total de materia y otra cosa es que ellos no
ofrezcan múltiples interpretaciones de materia que, sin perjuicio de su naturaleza
categorial (pongamos por caso, el concepto de «singularidad cosmológica») no dejen de
ser contenidos propios de la idea global que se desenvuelve y abre camino a través de
tales conceptos. Podríamos comparar la situación de la idea de materia en Física con la
que le corresponde a la idea de totalidad en Matemática. Tampoco las Matemáticas
definen la idea de totalidad: se atienen a las clases, conjuntos o subconjuntos, por
ejemplo. Y, sin embargo, utilizan la idea de totalidad en otros muchos contextos, por
ejemplo en la práctica de la multiplicación de matrices, en donde son las filas
totalizadas (pero no sumadas o multiplicadas) las que se combinan con las columnas
totalizadas (pero no sumadas o multiplicadas). Según esto, podría afirmarse que si no
existe una idea de materia que pueda considerarse como la «idea propuesta por la
ciencia», ello no será debido a que las ciencias positivas carezcan de contacto con esta
idea, sino más bien a que se internan en ella ejercitándola de modo particularizado y,
por ello, tanto más preciso. Refirámosnos, por ejemplo, al principio de conservación
llamado «Principio de Lavoisier». Cuando se le formula como principio relativo a la
materia en su totalidad («en el universo la materia ni se crea ni se destruye, sólo se
transforma») entonces sencillamente el principio desborda el horizonte categorial de la
ciencia natural y no es un principio científico, sino un principio ontológico que, además,
no es compartido por algunos físicos actuales («creación continua» de la materia, de
Bondi, Hoyle, &c.). Como principio científico, principio de la ciencia química clásica,
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Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)