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Listín Diario 30-10-2021

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SÁBADO <strong>30</strong> DE OCTUBRE DE <strong>2021</strong> THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY<br />

3<br />

Este artículo fue escrito<br />

por Declan Walsh, Eric Schmitt<br />

y Julian E. Barnes<br />

MOGADISCIO, Somalia — El<br />

convoy de la CIA salió de esta ciudad<br />

a mitad de la noche, se dirigió<br />

al sur por una carretera oceánica<br />

en mal estado que se adentraba en<br />

territorio controlado por Al Shabab,<br />

uno de los grupos rebeldes<br />

más letales de África.<br />

Los vehículos se detuvieron en<br />

una aldea costera donde paramilitares<br />

estadounidenses y somalíes<br />

salieron en tropel, irrumpieron en<br />

una casa y mataron a varios rebeldes,<br />

dijeron funcionarios somalíes.<br />

Pero un hombre escapó, corrió hacia<br />

un vehículo lleno de explosivos<br />

preparado para un atentado suicida<br />

y accionó el detonador.<br />

La explosión en noviembre del<br />

año pasado mató a tres somalíes<br />

e hirió a un estadounidense: Michael<br />

Goodboe, de 54 años, un especialista<br />

paramilitar de la CIA y<br />

ex Navy SEAL, que fue trasladado<br />

en avión a un hospital estadounidense<br />

en Alemania. Murió 17 días<br />

después.<br />

La suya fue una muerte estadounidense<br />

inusual en la guerra<br />

en las sombras de una década contra<br />

Al Shabab, la filial de Al Qaeda<br />

más rica y quizá más peligrosa del<br />

mundo. Pero Goodboe también<br />

fue víctima de una forma de guerra<br />

estadounidense que ha florecido<br />

desde los ataques terroristas<br />

contra Estados Unidos en el 2001.<br />

La respuesta más ambiciosa<br />

de EE. UU. a los ataques del 11 de<br />

septiembre del 2001 fue en Afganistán,<br />

una misión que terminó<br />

recientemente en un aplastante<br />

fracaso con la caótica retirada estadounidense.<br />

Pero en Somalia, Estados Unidos<br />

recurrió a un manual diferente,<br />

evitando importantes despliegues<br />

de tropas y optando por espías,<br />

incursiones de Operaciones<br />

Especiales y ataques con drones.<br />

Se reclutaron contratistas privados<br />

y combatientes locales para<br />

tareas arriesgadas. La misión<br />

fue limitada al principio, una búsqueda<br />

de fugitivos de Qaeda, pero<br />

luego se expandió para incluir la<br />

lucha contra Al Shabab y el refuerzo<br />

a las fuerzas de seguridad<br />

somalíes.<br />

Ahora el manual también está<br />

fallando. La misión estadounidense<br />

se ha visto obstaculizada<br />

por una alianza con un Gobierno<br />

local débil y corrupto, una insurgencia<br />

local inextricable y los<br />

propios errores de EE. UU., como<br />

ataques con drones que han matado<br />

a civiles.<br />

Como resultado, Al Shabab está<br />

en su punto más fuerte en años.<br />

Vagan por el campo, bombardean<br />

ciudades y dirigen un Estado encubierto,<br />

con tribunales, extorsiones<br />

e impuestos paralelos, que recaudaron<br />

al menos 120 millones de<br />

dólares el año pasado, según estimaciones<br />

del Gobierno de EE. UU.<br />

Hoy hay menos de <strong>10</strong>0 soldados<br />

estadounidenses en Somalia. En<br />

enero, el expresidente Donald J.<br />

Trump envió a la mayor parte de<br />

la fuerza de 700 efectivos al otro<br />

lado de la frontera a Kenia y Djibouti.<br />

Mogadiscio se ha transformado<br />

en años recientes con la ayuda<br />

de las fuerzas de paz de la Unión<br />

Africana que patrullan las calles.<br />

Tiene cafés de moda, cuadras de<br />

departamentos relucientes e internet<br />

rápido y barato.<br />

Sin embargo, este progreso pende<br />

de un hilo que se deshilacha.<br />

La pendenciera élite política de<br />

Somalia está dividida por disputas<br />

que estallaron brevemente en<br />

violencia este año. Tras la victoria<br />

del talibán en Afganistán, jubilosos<br />

milicianos del Shabab repartieron<br />

dulces.<br />

A otros somalíes les preocupaba<br />

EL MUNDO<br />

Una guerra se mueve en las sombras<br />

Christina Goldbaum, John Ismay<br />

y Mark Mazzetti contribuyeron<br />

con información para este artículo.<br />

FOTOGRAFÍAS POR TYLER HICKS/THE NEW YORK TIMES<br />

Bombardeos y ataques de Al<br />

Shabab, un grupo de rebeldes<br />

somalíes, ahora son más<br />

sofisticados y potentes. Al<br />

Shabab tiene entre 5.000 y<br />

<strong>10</strong>.000 combatientes.<br />

que Washington ahora los abandonara.<br />

“Activó alarmas aterradoras”,<br />

dijo Abdihakim Ante, ex<br />

asesor del Gobierno somalí.<br />

Al Shabab, o “la juventud”, era<br />

una facción de la Unión de Tribunales<br />

Islámicos, que tomó el poder<br />

brevemente en el 2006. Expulsados<br />

de Mogadiscio, huyeron al sur<br />

de Somalia y lanzaron una guerra<br />

de guerrillas, que incluyó atentados<br />

y asesinatos, contra soldados<br />

etíopes.<br />

Para el 2008, Al Shabab se había<br />

convertido en la facción armada<br />

más radical y poderosa en Somalia,<br />

con miles de reclutas.<br />

Abdullahi Osman Mohamed<br />

ayudó primero a Al Shabab con<br />

propaganda, dijo un amigo. Más<br />

tarde, cuando los ataques aéreos<br />

estadounidenses mataron a sucesivos<br />

expertos en explosivos<br />

del Shabab, Mohamed, ingeniero<br />

eléctrico, tomó su lugar.<br />

Los analistas estadounidenses<br />

estiman que Al Shabab cuenta con<br />

entre cinco mil y <strong>10</strong> mil combatientes.<br />

Con Mohamed, sus bombas se<br />

son más sofisticadas y potentes.<br />

La Administración Biden está<br />

considerando enviar de regreso<br />

algunas tropas que Trump retiró.<br />

Los detractores de esa estrategia<br />

dicen que Al Shabab está enfocado<br />

en África Oriental, no en EE. UU.<br />

Aún así, algunos analistas dicen<br />

que EE. UU. necesita un nuevo enfoque<br />

en Somalia, incluyendo un<br />

acuerdo político con Al Shabab, o<br />

podría enfrentar la posibilidad de<br />

quedar atrapado en otra “guerra<br />

eterna”.<br />

Una vida sin crimen,<br />

para las pandillas<br />

Por ISAYEN HERRERA<br />

y ANATOLY KURMANAEV<br />

SABANETA, Venezuela — Solían<br />

usar la casa para esconder a<br />

sus víctimas de secuestro mientras<br />

esperaban el rescate. Ahora la están<br />

convirtiendo en una oficina dedicada<br />

al negocio<br />

de la distribución<br />

de ron.<br />

El drástico cambio<br />

del mafioso<br />

Luis Oropeza y<br />

su pandilla forma<br />

parte de un inusual<br />

proyecto de reinserción social,<br />

que ha traído una relativa calma<br />

al pueblo de Sabaneta, mientras<br />

la anarquía invade gran parte de<br />

Venezuela. El programa también<br />

ha hecho que su fundador, el fabricante<br />

del Ron Santa Teresa, sobreviva<br />

en un país, donde la economía<br />

lleva años atrapada en una espiral<br />

descendente.<br />

En lugar de huir del país para<br />

escapar del secuestro, las detenciones<br />

o la ruina financiera, la aristocrática<br />

familia Vollmer, que dirige<br />

Santa Teresa, optó por quedarse<br />

y comprometerse con las bandas<br />

criminales de Sabaneta y con el gobierno<br />

socialista. En el proceso, los<br />

Vollmer han pasado de declararse<br />

en bancarrota a convertirse en exportadores<br />

de un galardonado ron<br />

añejo.<br />

“Si te conviertes en un propietario<br />

ausente, no tienes la relevancia<br />

y la autoridad para sentarte con<br />

quien lo necesitas”, afirmó Alberto<br />

Vollmer, de 53 años, que dirigió<br />

la reestructuración de la empresa.<br />

“Tienes que predicar con el ejemplo”.<br />

El liderazgo de Vollmer también<br />

ayudó a romper el círculo vicioso de<br />

asesinatos y venganzas, que había<br />

convertido a Sabaneta, en una de<br />

las ciudades más violentas del país.<br />

“Queremos aprovechar esta<br />

oportunidad de negocios para demostrar<br />

que es posible otra manera”,<br />

señaló Oropeza, el mafioso de<br />

32 años, quien relató que a los 16<br />

años mató a su primera víctima.<br />

Cuando el proyecto, conocido<br />

como Alcatraz, inició en 2003, el<br />

municipio alrededor de Sabaneta<br />

registraba 174 homicidios por cada<br />

<strong>10</strong>0.000 habitantes. Santa Teresa<br />

calcula que la tasa ha bajado a una<br />

cuarta parte de esa cifra.<br />

Santa Teresa sostiene que el 70<br />

por ciento de los 216 pandilleros que<br />

pasaron por Alcatraz —un programa<br />

de reeducación de dos años que<br />

incluye partidos de rugby, sesiones<br />

de psicología y formación profesional<br />

— ya no llevan una vida delictiva.<br />

Más de <strong>10</strong>0 han sido contratados<br />

por la empresa.<br />

Los integrantes de la pandilla de<br />

Oropeza ahora están creando una<br />

empresa que distribuirá los productos<br />

de Santa Teresa, además de<br />

renovar una escuela y una iglesia.<br />

“Ojalá este proyecto hubiera llegado<br />

antes”, dijo una vecina, Cristina<br />

Ladaez, de 40 años. “No hubiéramos<br />

tenido que sufrir tantas<br />

muertes”.<br />

El enfoque de Alcatraz de ofrecer<br />

oportunidades económicas y<br />

formación psicológica a los pandilleros<br />

contrasta con los intentos del<br />

gobierno venezolano de tolerar o<br />

exterminar a los delincuentes.<br />

Hoy, Santa Teresa es el mayor<br />

fabricante de ron de Venezuela, y<br />

este año superó sus ventas antes de<br />

la pandemia. Su producto insignia,<br />

un ron añejado llamado 1796, ha<br />

ganado múltiples premios y ahora<br />

está disponible en bares de lujo en<br />

todo el mundo.<br />

Alcatraz es solo un ejemplo del<br />

novedoso enfoque de la empresa<br />

para gestionar el caos de Venezuela.<br />

En 2000, cuando cientos de familias<br />

pobres invadieron la finca de la<br />

empresa con el apoyo del gobierno,<br />

Vollmer cedió voluntariamente<br />

parte de sus terrenos para una<br />

iniciativa de viviendas de interés<br />

social.<br />

Esa iniciativa ayudó a que la empresa<br />

escapara de la expropiación y<br />

permitió que Vollmer estableciera<br />

relaciones con el gobierno del entonces<br />

presidente Hugo Chávez.<br />

Fue una asociación insólita. Los<br />

Vollmer encarnan las élites hereditarias<br />

cuya riqueza, decía Chávez,<br />

pertenecía al pueblo.<br />

La colaboración de Vollmer con<br />

Chávez y su sucesor, Maduro, ha<br />

enfadado a muchos de sus colegas,<br />

que lo acusan de ayudar a un gobierno,<br />

que ellos dicen ha destruido<br />

la democracia, además de cometer<br />

graves abusos contra los derechos<br />

humanos.<br />

Vollmer se encoge de hombros<br />

ante los ataques, señalando que es<br />

más fácil criticar desde el exilio,<br />

que intentar crear un cambio positivo<br />

desde adentro de Venezuela.<br />

“Queremos construir una sociedad<br />

que sea mejor, comenzando en<br />

nuestro municipio”, afirmó.<br />

FOTOGRAFÍAS POR ADRIANA LOUREIRO FERNANDEZ PARA THE NEW YORK TIMES<br />

Ron Santa Teresa ofrece oportunidades económicas y formación<br />

a ex delincuentes. Niños juegan rugby (superior), mientras los<br />

integrantes del proyecto Alcatraz pintan una escuela.

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