Nº 12 Alegraos Peques La santidad en los niños (abril 2022)
¿Se puede ser santo siendo un niño? "Las virtudes que se alcanzan desde niños tienen un brillo especial" (S. Juan de la Cruz).
¿Se puede ser santo siendo un niño?
"Las virtudes que se alcanzan desde niños tienen un brillo especial" (S. Juan de la Cruz).
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Abril 2022 Página 6
Recuerdo, cuando era muy niño -un mocoso, vamos- cuando todavía la leche en lugar de existir
como ahora en tetrabrik, había que ir a la lechería del pueblo todas las mañanas y se hervía antes de
beberla; que iba con mis dos jarras de leche… y cuando me tocaba, decía: “Soy el hijo del médico, dice mi
madre que me dé dos jarras de leche…”. Me servía la leche y bien cargado, sin pagar y con una sonrisa de
oreja a oreja, me las llevaba a mi casa... Recuerdo que no pagaba nada… mi único mérito era ser “el hijo del
médico” y eso me servía y me llenaba de un orgullo impresionante.
Uno de mis juegos preferidos -a mi madre no le gustaba- era subirme a una mesa, cuanto más alta
mejor, y tirarme en plancha al suelo, sin red, pero con los brazos de mi padre esperando para evitar me
estampara contra el suelo... Lo pasaba en grande… Cada vez me tiraba con más fuerza, y llegara lo lejos
que llegara, siempre estaba mi padre evitando la catástrofe…, hasta que mi madre “nos regañaba” y se
acababa “la diversión”.
Estos ejemplos, nos recuerdan que “cada niño que nace nos trae la sonrisa de Dios, y nos invita a
reconocer que la vida es un don suyo, un don que es preciso acoger con amor y cuidar con esmero… Que
estos pequeños puedan crecer no solo con buena salud, sino también en la fe y en el amor a Dios, que hoy
en el bautismo los hace hijos suyos” (Benedicto XVI, 7-01-2007).
A lo largo de los Evangelios vemos como Jesús tiene una predilección especial por los niños. Tan
importante son los niños para Jesús, que San Juan Pablo II dice que el Evangelio podría ser leído como “El
Evangelio del Niño”.
Dirá a los Apóstoles: “Dejad que los niños se acerquen a Mí, no se lo impidáis”, y añadirá: “porque
de los que son como ellos es el Reino de los Cielos” (Mc 10, 14). En otra ocasión, cuando los Apóstoles
estaban discutiendo sobre quién era el más grande, pondrá en medio a un niño y dirá: “Si no os hacéis
como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18,3). Y pronunciará las severísimas palabras de
advertencia: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en Mí, más le vale que le cuelguen al
cuello una piedra de molino y le hundan en lo profundo del mar” (Mt 18, 16).
Sin duda, el Señor quiere mucho a los niños, los quiere con un amor impresionante… porque como
nos dice el Papa Francisco: “Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no
tienen problemas para comprender a Dios” (18-03-2015).
Entre el corazón de los niños y el Corazón del Señor hay “una sintonía particular”. En el niño hay
unas cualidades que nunca pueden faltar a quien quiere entrar en el Reino de los Cielos. Al Cielo solo van
los sencillos como los niños, los que están llenos de entrega confiada y son ricos en pureza y bondad. Quien
es así puede encontrar en Dios a un Padre, y llegar a ser, gracias a Jesús, Hijos de Dios.