Edicion 20 de mayo de 2022
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Diario Co Latino
Opinión
Viernes
20 de mayo de 2022 9
ALGO MÁS QUE PALABRAS
ANTE EL GRAN CONCIERTO DE LA VIDA
“El mundo no puede convertirse en un polvorín de conscientes o inconscientes injusticias.
Sus pobladores tienen que contribuir a dar sentido estético a su propia vida, ocupándose
y preocupándose por los demás desde sí mismo”.
Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor
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131 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD
La vida, que en realidad
es un sublime concierto
entre moradores, deseosos
de darse vida entre sí, hay
que batallarla por dentro a través del
verso y la palabra, al menos para no destruirnos
a nosotros mismos. En consecuencia,
reconozco que la independencia
siempre ha formado parte de mi preocupación,
aunque la realidad de la dependencia
siempre está ahí, en nuestra diaria
ocupación. Al fin y al cabo, todos dependemos
de todo y de todos, para disfrutar
del gran concierto viviente. No lo trunquemos
jamás. Esto nos exige una mayor
toma de observancia, cuando menos
para enmendar tantos desconciertos vertidos,
que lo único que hacen es desafinar
nuestros andares solidarios, produciendo
pugna entre civilizaciones y desequilibrios
crecientes entre culturas, fruto
del egoísmo y de la sinrazón.
Desde luego, el momento actual nos
demanda seguridad y estabilidad política,
para que las crecientes dificultades, originadas
en buena parte por nuestra
necedad en el modo y en la manera
de movernos, aminoren
ese estado de ansiedad y confusión
que a diario nos sorprenden
en cualquier esquina. Necesitamos
que la concordia gobierne
este planeta, puesto que ha de armonizarse
cuanto antes. De ahí, la importancia
de las organizaciones humanitarias, comprometidas
siempre con la vida y con los
deseos inherentes de un sano vivir, donde
las energías renovables son el único camino
hacia una verdadera seguridad energética,
cuestión vital para reconstruir entornos
más limpios y crecidos de humanidad;
pero también necesitamos reconducir
nuestros transparentes deseos de servir,
jamás de servirnos de nadie.
Ciertamente, las múltiples inseguridades
nos están dejando sin aliento. A esto
hay que añadir, los efectos combinados
de los conflictos, verdaderamente crueles;
así como los fenómenos meteorológicos
cambiantes y un sinfín de crisis que
lo único que acrecientan son las desigualdades,
con más países cada día en riesgo
de hambruna. Lo significativo es no desfallecer,
seguir adelante continuamente y
afrontar las cosas como se presentan. El
abecedario del espíritu solidario tiene que
ser esa fuerza real y vivificante que jamás
olvida a nadie. Por consiguiente, una economía
que crea condiciones inhumanas
hay que desecharla. Hoy más que nunca
se requiere activar el sentido humanitario
y de responsabilidad social, crear marcos
legales que nos insten a combatir la impunidad,
para enmendar actitudes y cultivar
la rectitud.
El mundo no puede convertirse en un
polvorín de conscientes o inconscientes
injusticias. Sus pobladores tienen que
contribuir a dar sentido estético a su propia
vida, ocupándose y preocupándose
por los demás desde sí mismo. Tenemos
el imperioso deber, cada cual desde su misión,
de activar otros caminos más equitativos.
Ponerse cada aurora a mejorar el
sueño de un ideal es un buen signo de esperanza.
Hagámoslo.
Por minúsculo que nos parezca el soporte
de la compañía y del abrazo, unido
a un espíritu conciliador libre, es lo que
verdaderamente nos injertará entusiasmo,
por vivir y dejar vivir. Por eso, tal vez tengamos
que injertarnos interiormente, un
aire más pastoril, para poder entonar el
timbre de lo auténtico, a la hora de defender
la vida y de abrazar la verdad. Trabajar
por la rectitud, pues, es un modo de retomar
la quietud que hemos perdido.
En efecto, la paz es posible en la medida
en que pongamos orden en nuestras vidas,
ya que es una actitud del espíritu. Indudablemente,
no es fácil impulsar la pedagogía
de la alianza en un orbe de intereses.
Hacen falta tomar otros caminos y
otros andares, ser más conscientes y tomar
conciencia de los deberes para con la vida
y nuestros semejantes, estimular nuevos latidos
que nos impulse a ser generadores de
pactos existenciales, con franco y persistente
amor por la ciudadanía. Justamente
así es, nos merecemos entendernos y atendernos,
al menos para celebrar la vida, con
la sintonía que nos exige ese vínculo de filiación
que todos llevamos consigo y por
ese motivo, es crucial controlarnos, detener
la pérdida de biodiversidad y aplacarnos
en la furia, que lo único que hace es
destruirnos. No olvidemos que en el gran
concierto de la vida estamos todos, cada
uno con su obligación, para poder realizarse
en perpetuidad la comunión de gozos.