Edicion 26 de mayo de 2022
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10 Jueves 26 de mayo de 2022
Opinión
Diario Co Latino
Boris Johnson en la cuerda floja
Isaac Bigio
Analista político internacional
El autor del Brexit,
quien ha sido el más
popular primer ministro
que haya tenido Reino Unido
en este siglo, viene siendo amenazado
por fuertes presiones para
que renuncie.
Isaac Bigio, politólogo economista e
historiador con grados y postgrados en
la London School of Economics.
No quiere dimitir
El Primer Ministro del Reino Unido
acaba de aparecer en la cámara de los
comunes donde toda la oposición se ha
unido pidiendo su inmediata renuncia.
La causa de tal demanda es que acaba de
culminarse el informe final de Sue Gray
sobre las violaciones hechas por Boris
Johnson, su número dos Rishi Sunak,
su esposa Carrie y decenas de sus servidores
más cercanos en su propio despacho
a las disposiciones para guardar
una estricta cuarentena durante la pandemia.
Dicho reporte sigue al que previamente
hizo la Policía Metropolitana, en el
cual Boris Johnson se convirtió en el
primer gobernante en ejercicio en 315
años de historia del Reino Unido en haber
sido multado por esta por romper
con la ley. El esperado reporte final de
Gray fue discutido el miércoles 25 de
mayo en el Parlamento. El argumento
dado por las distintas bancadas opositoras
era de que era inadmisible tener a
cargo del país a una persona que había
violado las propias leyes que él mismo
había impuesto al resto de la población
y de que había mentido al parlamento
(y por ende roto con el código de todo
premier). Además, sostenían que esta era
una conducta que había insultado a decenas
de millones de británicos que durante
las cuarentenas no pudieron salir
de sus casas, visitar a sus familiares que
estaban por morir o ir a sus funerales
y/o hacer vida social. Mientras a la población
se le multaba si transgredían estrictas
reglas, en la residencia donde se
dictaban esas normas se dieron muchas
fiestas con alcohol.
Varias fotos han circulado donde se
ve a Boris Johnson brindando con otras
personas, mientras que en los informes
se destapan casos de que a los trabajadores
de limpieza o de seguridad
se les obligaba a tener que
recolectar muchas botellas o se
les trató mal. Un reporte menciona
que hubo borrachos hasta
las 4 am y otro que en la víspera
de que la reina Elizabeth II
debió haber asistido al sepelio de su
difunto marido Philip, se dieron 2 fiestas
en la residencia oficial del premier.
La defensa de Johnson ha consistido
en repetir numerosas veces la palabra
“perdón” y decir que él acepta el informe
de Sue Gray y que está tomando medidas
al respecto. En cuanto a los tragos y brindis
en su residencia, él sostiene que debía
dar constantes ánimos a sus empleados
en momentos de crisis.
La debilidad de la oposición
Para Sir Keir Starmer, el Líder de la
Oposición (el Primer Ministro en la sombra),
Boris Johnson debió haber renunciado
apenas la Policía decidió investigarlo.
Sin embargo, Boris Johnson ha retrucado
que ahora esta misma fuerza pública
ha decidido investigar un reporte e imágenes
donde aparece él con un vaso de cerveza
junto a su número dos Angela Rayner
y a otras personas en un restaurante
indio. El premier dice que él debiera ser
consistente con sus propuestas y también
renunciar, pero que lo ideal es aprender
de los errores y que ambos pasen la página
para concentrarse en los problemas
principales, como son la crisis económica,
la alta inflación, la recuperación post-
Covid y la guerra ruso-ucraniana.
Tal como anteriormente lo planteamos,
la estrategia de Johnson es similar
a la de Margaret Thatcher hace 40 años.
Ambos tienen en común haber sido electos
gobernantes conservadores con una
amplia mayoría absoluta parlamentaria
y que, para buscar hacer frente a serios
cuestionamientos, apelaron a guerras externas.
A Thatcher le salvó la guerra de las
Malvinas de 1982 y a Johnson le viene salvando
queriendo aparecer como el mandatario
europeo más dinámico en su apoyo
a Ucrania contra Rusia.
El mandato de Johnson culmina en diciembre
2024, aunque este puede ser acortado
por un adelanto de las elecciones generales
(cosa que él no quiere hacer eso
ahora) o porque él fuese removido de su
cargo por el Parlamento. Para que esto último
se dé se requiere que 54 parlamentarios
tories escriban pidiendo un voto de
confianza dentro de su bancada y luego
de llo consigan el respaldo de la mayoría
de sus 359 miembros en la casa de los comunes.
Por el momento no hay suficientes
firmas y, en caso de que las consigan,
no va a ser fácil que logren conseguir 180
votos para sacar a Johnson.
También queda la posibilidad de que al
menos unos 50 parlamentarios tories decidan
unirse al resto de las bancadas opositoras
para votar contra su propio Premier.
Empero, esta última salida es aún más difícil,
pues implicaría un nivel de ruptura
abierta que no hay muchos conservadores
que quisieran dar.
La escapatoria de Boris
La fortaleza que tiene Johnson es que
no tiene un posible substituto. El único
dirigente conservador que le podía haber
hecho sombra (el tesorero Sunak) también
ha sido multado y su multimillonaria
esposa ha quedado malparada al haberse
acogido al status de no domiciliada en
el país para no pagar impuestos. No se vislumbra
ningún posible sucesor suyo dentro
del conservadurismo. De otro lado, el
líder laborista Starmer no calla mucho, ha
dedicado gran parte de sus energías a querer
echar de su partido al anterior jefe Jeremy
Corbyn y también ha quedado salpicado
con el escándalo de la violación de las
normas de cuarentena.
Johnson, mientras tanto, asegura que él
va a continuar como Primer Ministro hasta
las elecciones del 2024 que él promete
ganar. Se trata del único político que ha
ganado todas las elecciones en las que ha
participado, con excepción a las municipales
del 5 de mayo, en las cuales los tories
perdieron casi medio millar de concejales.
Si Johnson sobrevive, que es una posibilidad,
no va a ser un primer ministro muy
fuerte y popular. Además, puede que pierda
las elecciones para renovar dos curules
conservadores que se van a dar en junio,
algo que podría irle minando. Johnson va
a tener que hacer frente a una seria crisis
económica y a tratar de aplicar medidas
nada populares como la de despedir a un
quinto de los empleados públicos o trasladar
solicitantes de asilo a Ruanda, un país
centro-africano que fue escenario del peor
genocidio de las últimas 3 décadas y que
no tiene un buen récord en derechos humanos.