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Cuando hablé nuevamente, no me molesté con ninguno de los

consuelos normales o temas espirituales. En su lugar, dije honestamente—

: No sé si todo estará bien. Podría no ser así. Puede que pienses que estás

en el punto más bajo ahora, y entonces un día levantes la mirada y veas que

se ha puesto mucho peor. —Bajé la vista a mis manos, las manos que

bajaron a mi hermana mayor de una cuerda después de que se suicidara en

el garaje de mis padres—. Puede que nunca seas capaz de salir de la cama

en la mañana con esa seguridad. Ese momento de que todo esté bien podría

no llegar nunca. Todo lo que puedes hacer es intentar encontrar un nuevo

balance, un nuevo punto de inicio. Encontrar todo el amor que haya

quedado en tu vida y aferrarte a él con todas tus fuerzas. Y un día, las cosas

se habrán vuelto menos grises, menos sórdidas. Un día, podrías darte

cuenta de que tienes una vida nuevamente. Una vida que te hace feliz.

Podía oír su respiración, profunda y corta, como si estuviera tratando

de no llorar.

—Yo… le agradezco —dijo—. Gracias.

No quedaba duda de que lloraba ahora. Podía oírla sacar los pañuelos

desechables de la caja puesta dentro de la cabina justo para ese propósito.

Solo pude captar el más vago indicio de movimiento a través de la pantalla,

lo que parecía como cabello oscuro brillante y lo que podría haber sido el

blanco pálido de su rostro.

Una parte realmente infame y horrible de mí quería oír su confesión

aun así, no para poder darle más orientación específica y seguridad, sino

para poder saber exactamente por qué cosas carnales tenía que disculparse

esta chica. Quería escucharla susurrar aquellas cosas con su voz

entrecortada, quería tomarla en mis brazos y borrar cada lágrima a besos.

Dios, quería tocarla.

¿Qué carajos estaba mal conmigo? No había deseado a una mujer con

esta clase de intensidad por tres años. Y ni siquiera vi su rostro. Ni si quiera

sabía su nombre.

—Debería irme ya —dijo, haciendo eco de sus palabras anteriores—.

Gracias por lo que dijo. Fue… Fue desconcertantemente acertado. Gracias.

—Espere —le dije, pero la puerta de la cabina se abrió y se fue.

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