sierra-simone-priest-1-pdf
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del domingo buscando en las bancas de la iglesia por Poppy, y cuando no la
vi, un ligero globo de esperanza y desesperación se elevó en mi mente. Tal
vez se fue, quizás su breve coqueteo con la religión se extinguió, y tal vez
esta prueba imposible de ganar de mi autocontrol había terminado.
Tal vez terminó conmigo, pensaría de nuevo, y esta vez el globo
contendría solo dolor.
Y así cuando Rowan finalmente salió de la cabina ese lunes y otra
persona se deslizó en el interior, el globo estalló con venganza, y mi pulso
comenzó a acelerarse (con inquietud o excitación, no lo sabía).
—¿Padre Bell? —preguntó una voz baja.
—Hola, Poppy —dije, tratando de pretender que su voz no fue
directamente a mi pene.
Soltó una carcajada, pequeña y aliviada, y el sonido evocó su sonrisa
del viernes, la forma en que me sonrió cuando ofrecí ayudarla a instalarse
en su casa.
—No sé qué esperaba. Es solo que… se siente demasiado bien para
ser verdad a veces. Dejé la ciudad de Kansas en busca de un nuevo
comienzo, algún significado en mi vida sin sentido, y entonces aquí está este
increíblemente apuesto sacerdote, prácticamente en mi patio trasero,
dispuesto a escuchar todos mis problemas.
—Es mi trabajo —dije con voz ronca, tratando de ignorar la sacudida
juvenil de felicidad que se produjo cuando me llamó apuesto—. Estoy aquí
para todos.
—Sí, lo sé. Pero en este momento, “todos” me incluye y no puedo decir
lo agradecida que estoy por eso.
Dile que no puedes hacerlo, me exigió mi consciencia, pensando en el
otro día en mi oficina. Ayúdala a encontrar a alguien más, cualquier otra
persona, para confesarse.
Sí. Debería hacer eso. Porque ella dejaba en claro que confiaba en mí,
todo esto mientras me encontraba traicionando su confianza una y otra vez
en mi mente. (En un montón de posiciones diferentes. En cada una de las
superficies de mi casa).
Pero justo mientras me decidía por el conocido “afrontar la situación”
y decirle cómo tenía que ser, ella dijo—: ¿Está listo?
Y entonces ninguna otra palabra vino a mi mente, excepto—: Sí.
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