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Una historia sin fin
El proceso de hundimiento de la corteza llegó finalmente
a su fin hace unos 20 millones de años, en la época Miocena,
dando paso a un proceso inverso de compresión tectónica.
Los grandes depósitos de material volcánico acumulados
en la denominada cuenca de Abanico fueron comprimidos,
cordillerano de Lo Valdés, en el cajón del Maipo, cercano al
límite fronterizo. Esta cordillera actuaba como divisoria de
aguas; hacia el oeste, las aguas de lluvia escurrían hacia el
Océano Pacífico, mientras que hacia el este, las aguas corrían
hacia lo que hoy es Argentina.
Lentamente, el relieve de esta cordillera se fue modificando.
El agente principal fue la erosión, que fue reduciendo su
plutónicos emplazados durante el episodio magmático,
como los cerros Manquehue, San Luis, Santa Lucía y Renca,
dejando formas prominentes en el paisaje, debido a su mayor
resistencia a la erosión que las rocas volcánicas. Hace un
poco más de dos millones de años, los ríos antecesores del
Maipo y del Mapocho ya habían iniciado la profundización de
la depresión de Santiago.
deformados, plegados y fracturados, formándose así un nuevo
cordón montañoso. Esta nueva cordillera se desarrolló en la
misma región donde se había formado la cuenca de Abanico,
entre lo que hoy es la Cordillera de la Costa y el sector
altura, y, en menor medida, lo fue la actividad volcánica, que
siguió activa por un tiempo, agregando nuevos volúmenes
de rocas. Finalmente, con el prolongado proceso de erosión,
comenzaron a asomar en superficie algunos de los cuerpos
Vista desde la ladera suroeste del cerro
El Carbón, se logra apreciar, en toda su
magnitud, el cordón del cerro San Ramón,
formado por depósitos volcánicos
depositados en la cuenca de Abanico.
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