Trobairitz 3 - 2023 JUN
A veces la vida nos promete encuentros mágicos, inigualables y con alma de quedarse para siempre. A veces no cumple, claro, pero otras entendemos que esos momentos de magias y felicidades son construcciones que debemos ir sosteniendo con perseverancia creciente, con tesón heroico casi. Dicen por ahí que la ver-dadera felicidad no existe como tal sino como un constructo de sensaciones que debemos decodificar para (re)construir(nos) de tal modo que la suma de esos lapsos sea la felicidad que nosotros buscamos y que nos permite tener un lugar, muy dentro nuestro, para refugiarnos cuando el asunto se escapa de nuestras manos.
A veces la vida nos promete encuentros mágicos, inigualables y con alma de quedarse para siempre. A veces no cumple, claro, pero otras entendemos que esos momentos de magias y felicidades son construcciones que debemos ir sosteniendo con perseverancia creciente, con tesón heroico casi. Dicen por ahí que la ver-dadera felicidad no existe como tal sino como un constructo de sensaciones que debemos decodificar para (re)construir(nos) de tal modo que la suma de esos lapsos sea la felicidad que nosotros buscamos y que nos permite tener un lugar, muy dentro nuestro, para refugiarnos cuando el asunto se escapa de nuestras manos.
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Miren E. Palacio
Patricia Rey
Flavia Ovejero
Ana Cuevas Unamuno
Estela Escudero
Érica Vera
Y nuevas secciones
AÑO 1. Nº3. JUNIO de 2023
Año 1. Nº3. Junio de 2023
Contenido
Un texto es un producto cuya suerte
interpretativa debe formar parte de su
propio mecanismo generativo.
Umberto Eco
Entonces, cada lector es parte imprescindible
en la construcción de la novela
que lee.
Andrea V. Luna
Andrea V. Luna
@andreavluna
www.andreavlunaescritora.com.ar
Alejandra Jonte
Francy de los Ríos
Mercedes Chimirri
................................................................ 34
Sor Juana Inés de la Cruz.
Miguel Cabrer, 1750.
Trobairitzmagazine
@gmail.com
IG @trobairitzmagazine
https://sites.google.com/view/
trobairitzmagazine
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responsable de sus dichos y de su obra. Todos los derechos pertenecen a sus respectivos autores.
1
Editorial
Andrea V. Luna
@andreavluna
Esos placeres…
Los de las Letras… ¿Qué más?
«La vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida». Rubén Blades
A veces la vida nos promete encuentros
mágicos, inigualables y con alma de quedarse
para siempre. A veces no cumple, claro, pero
otras entendemos que esos momentos de magias
y felicidades son construcciones que debemos
ir sosteniendo con perseverancia creciente,
con tesón heroico casi. Dicen por ahí
que la verdadera felicidad no existe como tal
sino como un constructo de sensaciones que
debemos decodificar para (re)construir(nos) de
tal modo que la suma de esos lapsos sea la felicidad
que nosotros buscamos y que nos permite
tener un lugar, muy
dentro nuestro, para refugiarnos
cuando el asunto se
escapa de nuestras manos.
Creo que la vida misma es,
por momentos (más largos
o más breves, más identificables
o no), bastante engañosa
y está en nuestras
manos desafiarla permanentemente,
como una palmera
ante el vendaval. Y a
veces, muchas más de las
que pensamos, el esfuerzo
resulta. Hoy vengo a contarles
que me siento es una
especie de éxtasis literario:
más allá de los logros personales (que he
aprendido a valorar más allá de no alcanzar la
masividad a la que muchos consideran el
punto cúlmine de un escritor) tengo el privilegio
de ser testigo desde un sitio de lujo de los
éxitos y logros de aquellos que me rodean, muchos
de los cuales han permitido que los acompañe
en el andar. He visto sus rostros ante la
visión de su primer libro impreso, me permitieron
estar ahí en su primera Feria del Libro y
sus primeros ejemplares firmados, sus primeros
libros vendidos a un desconocido… Y me
veo en retrospectiva solo para valorar hasta el
infinito y cada vez más a quienes estuvieron
ahí para mí en esos mismos momentos y agradecer
la posibilidad de estar para otros. Amo
esta foto en blanco y negro porque en ella me
reflejo una y otra vez, como las veces que sé
que tengo la obligación de acompañar a otros
en memoria de quienes lo hicieron conmigo.
No importa tanto ya hasta
dónde llegue yo con mis
obras sino lo que puedan
ellas ofrecer y ofrecerme
como valor agregado.
Este espacio sigue
siendo para vos, que creés
que luchás en soledad y
que no encontrás un horizonte
cercano. Seguimos
queriendo ser oasis en este
desierto de incertidumbres,
por fuera de la mercantilización,
ser tu voz y las de
otros.
Envianos tu mensaje a:
trobairitzmagazine@gmail.com
También, iremos descubriendo (o no) a
todas las poetisas y narradoras que podamos y
cuya obra nos llene el alma de belleza y empuje.
¡Hasta la próxima!
1
Miren E. Palacio
SIEMPRE EN MÍ
Te fuiste por segunda vez,
dejando una estela,
con brillos dorados
y huella infinita.
Tu imagen en mí,
perdurará.
Recuerdo…
la finura de tu tez
y la suavidad de tus besos.
¡Fueron tantos días,
meses y años!
¡Qué…, jamás será igual!
Brindo alzando la copa,
amor de edad temprana,
y aunque el cielo este nublado
o quizás despejado,
sé que estás ahí.
Ahora el adiós es definitivo.
¡Ya no alcanzaré tu mano!
Llegaste al infinito,
y…
se acabaron las oportunidades,
porque finalizó tu vida.
Un desastre…
Mi corazón,
aún llora y lamenta
no amarte más,
amor de edad temprana
y amor de edad madura,
porque siempre perdura.
¡Oh, Dios!,
cuida de ella
para mí,
la más bella.
2
LA LUNA- ILARGIA
Te miro al revés
para verte mejor,
así es ella, la Luna.
Alderantziz begiratzen dizut
zu hobeto ikusteko,
horrelakoa da bera, Ilargia.
Miren Emilia Palacios Villanueva
Nacida en Vitoria-Gasteiz, residente en Bilbao
(Bizkaia- Vizcaya). Graduada en Enfermería,
Diplomada en Podología y en Gestión Sanitaria.
Ha publicado: Toma mi mano, poemario,
2010; Euskadi: Claro, gris y negro (Argia, grisa eta
beltza), ensayo editado en bilingüe, 2012; Toma
mi mano, edición bilingüe: castellano- árabe, poemario,
2012; Más allá del interior, poemario,
2013; Escalera de damas, novela, 2015; Otra
forma de ver, poemario, 2017; El lenguaje de las
olas, novela, 2019; Me acerco a ti, poemario,
2019;¡Mis mamás molan!, cuento, 2021; Nire
amak itzelak dira! edición en euskera subvencionada
Ministerio de Cultura. Gobierno de España,
2022; Toco tu alma, poemario, 2022; Escondite
divino: La muerte, ensayo 2022.
3
Patricia Rey
POEMA DE ELDIR A GABRIELA
Todo en ti es perfecto:
Tu sonrisa que ilumina mi mente perturbada,
Tus brazos que refrenan mi ira contenida,
Tus labios que me transportan al sueño
De un futuro impensado,
Un futuro feliz.
El amor llegó a mí de la mano
De la mujer que ni me atrevía
A imaginar,
Inteligente, hermosa, fuerte, decidida,
Pero sobre todo
Capaz de amar mis miserias,
Que puede ver al hombre sensible
Detrás del guerrero,
Que pudo encontrar en mi interior
Al niño oculto,
Ese que nada tiene que ver con Puño de Hierro,
Pero tampoco tiene que ver con el príncipe.
Tu cuerpo breve, frágil y delicado
Como una rosa blanca
Sobre el lecho compartido,
Tu pelo sobre mi pecho
Como cascada de chocolate
Que se funde con mi piel.
Tus ojos oscuros como la noche
Penetrando profundamente en mi corazón
Con una mirada cristalina y sincera
Que invita a desnudar el alma.
Y la magia ocurre,
Tu cuerpo y el mío entrelazados
Se convierten en uno,
Dos corazones latiendo al unísono,
Dos personas sintiéndose una,
Dos personas amándose hoy y para toda la eternidad.
Mención de honor. Certamen Internacional de Poesía y Narrativa «Camino de Palabras». 2023.
Ilustración: Guillermo Manzano (para Eldir 3: Donde callan los profetas de Andrea V. Luna).
4
Patricia Rey
Escritora, Profesora de Lengua y Literatura, Licenciada
en Letras y Licenciada en Historia.
Nacida en General San Martín, Gran Buenos Aires,
en 1983.
Ha participado de diferentes ciclos y talleres literarios.
Es parte de 12 antologías y tiene un libro propio: Heroína
de sueños. Éste, es un paseo por las emociones
donde nos encontraremos con amor en todas sus expresiones,
enojo, tristeza, felicidad… Un libro de poesía
y relato con un lenguaje sencillo pero profundo,
que apunta directo al corazón.
Redes sociales:
Facebook: Heroína de sueños
Instagram: @patriciarey.escritora
5
Mabel Bernal: vida sana
CÓMO SANAR A TRAVÉS
DEL SILENCIO
La palabra silencio proviene del latín «silere»
que quiere decir callar, estar en silencio. Lo
que se calla es la intencionalidad, pero no para
entrar en la escucha de un silencio que debe ser
escrito con mayúscula, como si se tratara de un
silencio antológico, sino para simplemente oír.
La «mu» de la cual procede «místico» significa
silencioso o mudo. «Mauna», en la filosofía
hindú significa hacer votos de silencio. Hay diversos
tipos de mauna: el de la palabra, el de la
acción y el del pensamiento; este último es superior
a los demás. Ya en la antigua china Tao -
Shen (360 -434) había dicho: «Usad las palabras
para explicar pensamientos, pero el silencio,
cuando los pensamientos se hallan absorbidos.
Los que están calificados
para buscar la verdad se quedan con
el pez y dejan la red».
Un monje le pregunto al Maestro Rinzai:
«¿Cuál es la esencia del budismo?». La respuesta
de Rinzai fue un gran rugido; ante eso, el
monje se inclinó. Rinzai dijo: «Ese es un hombre
con el cual se puede dialogar». El ruido
ambiente en la modernidad es demasiado
excesivo para quienes aman el silencio.
Ruidos también son los sonidos constantes,
oídos tapados por audífonos,
por celulares que nunca se apagan, por
conversaciones en las que cuanto menos
se dice más se grita, por televisores encendidos,
aunque nadie los mire. Ruido es llenarse
de relaciones para no sentir la soledad,
ocuparnos para no encontrarnos vacíos. Es saturar
la agenda de actividades que se pueden
postergar o delegar. En todas sus variables, el
ruido nos priva del silencio, de ese espacio
donde escuchar nuestras necesidades profundas,
donde oír el hambre de nuestro ser. Así
como en la música está el silencio que separa y
organiza las notas, en el fluir de nuestros días
necesitamos instalar la quietud, la reflexión,
la contemplación, junto a los sonidos de la actividad,
el diálogo y los encuentros.
Instalado así, el silencio no nos aísla, sino
que permite diferenciarnos, tomar contacto con
nuestra singularidad. Percibir desde allí la totalidad
de la que formamos parte indisoluble y volver
a integrarnos en ella de una manera consciente.
Por supuesto, en ese silencio interno
acaso escuchemos algo que no queremos oír,
que nos inquieta, pero acallarlo con ruido no
significa hacerlo desaparecer,
sino incrementar la
angustia o el
6
malestar que nos provoca, y también paralizar
toda posibilidad de atender ese dolor como necesita
y merece.
El silencio es una virtud, pues a través de
él se puede escuchar las verdades eternas que se
encuentran en el interior.
Permanece en silencio algunos momentos
del día, siendo consciente de cada instante,
escucha el silencio, pues en él se encuentra la
verdadera sabiduría. La ausencia de palabras es
solo una manifestación del estado de introspección,
trata también de acallar tus pensamientos
y de estar completamente alerta, vivenciando
ese nuevo estado interno. Desapégate de los
sentidos, siendo total testigo de tu entorno y de
ti mismo. El silencio es una actitud que deberíamos
aprender a desarrollar. Para comenzar a relacionarnos
con el silencio, primero deberíamos
mantener un especial cuidado y atención al expresarnos.
Trata de tomar consciencia del contenido
de las conversaciones y si ellas son realmente
necesarias y edificantes para el desarrollo
personal y espiritual, de esa manera se irá modificando
paulatina y positivamente la interacción
en las relaciones personales.
Siente el silencio, aprende a relacionarte
con él hasta que sea tu amigo y así llegarás a
amarlo y desearlo.
Será una gran experiencia.
Profesora de Yoga
https://www.instagram.com/chaeros_arts/
7
Flavia Ovejero
INVISIBILITOS
El mundo se había hundido bajo el flagelo.
Desolado y amenazado luchaba cada día
por sobrevivir, aunque los sobrevivientes eran
pocos. Era difícil pelear contra lo invisible. Todavía
tenían recuerdos de aquello, cuando una
pandemia, muchos años atrás, había asfixiado a
gran parte de la humanidad que ahora yacía
bajo tierra, muerta. En aquel entonces el mundo
había estado colmado: miles de millones de humanos,
de animales y de naturaleza. Aun así, no
habían podido con los efectos devastadores del
enemigo que desapareció una vez saciado.
Ahora, el planeta tenía más habitantes muertos
que vivos y esa relación no era alentadora para
nadie.
Una invasión de seres desconocidos, con
habilidades extraordinarias para el mal y con el
instinto para acabar con todo hombre vivo, se
movía y avanzaba por tierra, incluso bajo ella,
con la exactitud de una máquina. Eran grandes
estrategas que carecían de corazones rojos de
emojis que latieran por amor, por dolor, que brillaran,
que se detuvieran al morir. Su memoria
genética les había indicado que para conquistar
el planeta debían ser en extremo malvados, el
corazón, entonces, les sobraba. Algunos sobrevivientes
lo habían comprobado durante un ataque
en el que pudieron captar, bajo grandes lupas
gruesas como las de un telescopio, las imágenes
de un ejército de «Invisibilitos» aniquilando
un cuerpo humano. Cada cuerpo mutilado
o devorado por el enemigo, que a simple
vista no se veía, se transformaba instantáneamente
en un corazón negro de emoji, no solo
por el duelo, sino porque ya no tenía sangre y
se secaba y perdía su color. Los Invisibilitos no
comían los corazones; siempre le habían pertenecido
a la humanidad. Durante su deambular
errante, los sobrevivientes podían detectar la superficie
del planeta donde se habían desarrollado
los ataques porque se convertían en grandes
extensiones minadas de corazones negros.
Aquella vez habían observado el ataque con terror,
no por empatía, sino por lo que les podía
pasar. Recordaron otros ataques similares, en
épocas de guerra y no tanto, bajo economías
desiguales, donde la inanición, sin ser vista, los
comía por dentro y la humanidad no hacía
nada. La inanición también era invisible para el
mundo que no la padecía y tenía dientes, que
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no mordían, pero mataban, con predilección a
los niños y a los débiles, a los pobres de panza
abombada; los Invisibilitos también los preferían.
Otros, recordaban las embestidas provocadas
por miles de peces agitados que habían mutilado
gran parte de los vivos cuando los ríos,
que aún tenían agua, se intoxicaron con líquidos
de experimentación trastornando sus impulsos.
Ahora solo había pastizales secos en donde se
refugiaba cómodamente el enemigo.
Unos pocos errantes pensaron en quemarlos
vivos, en provocar grandes incendios; los
pastizales, el calor insoportable y la desertificación
de la tierra, creaban las condiciones óptimas
para hacerlo. De a poco, toda la población
sobreviviente estuvo de acuerdo. Había que ser
astutos porque los recursos eran pocos y porque
el enemigo era más veloz que el fuego y que el
viento, que soplaba fofo sobre los campos y las
ciudades destruidas. Los diminutos asesinos habían
aprendido a oler antes que nadie el humo,
incluso mucho antes que aquellos animales de
grandes hocicos y fuertes patas que habían
muerto, mientras huían, atrapados entre los infinitos
alambres que dividían la tierra. Todavía
guardaban algunas imágenes que les erizaba la
piel cuando observaban las muecas calcinadas
de dolor de aquellos inocentes y preferían no
mostrarlas. Habían tenido muchas oportunidades
de aprender a lo largo de los tiempos. Los
incendios habían sido devastadores en la historia
que les habían contado; había llegado el momento
de terminar con el enemigo de una vez
por todas. Armaron una comunidad y enviaron
mensajes. Calcularon las zonas y definieron las
coordenadas. Formaron grupos, eligieron un líder.
Asignaron roles, trazaron un plan, juntaron
muchos “me gusta”. Distribuyeron los recursos,
midieron la velocidad del viento. El plan había
sido echado a andar. El fuego se encendió como
un frente ancho que avanzó sin piedad sobre
todo el territorio definido, y más. Avanzó tanto
que temieron. A lo lejos, la paja brava se movía
agitada acusando a los Invisibilitos que escapaban
para seguir siendo una amenaza. Las llamas
se multiplicaron sin piedad; hartas y violentas
quemaron edificios y casas, calcinaron animales,
mataron gente, extinguieron el verdor. Se
inmoló el planeta.
Flavia Ovejero
Oriunda de Córdoba capital. Arquitecta. Fotógrafa de excelencia,
pintora de marcado simbolismo y escritora de claroscuros
jugados y movilizadores.
A través de sus palabras nos sumerge en un exquisito
mundo de realismo (muchas veces sucio; otras, que rayan el naturalismo)
donde, por momentos, se confunden la realidad con la
ficción, el adentro con el afuera. Sin embargo, siempre mantiene
una sensibilidad elegante y poderosa que es su firma inconfundible…
y que la convierte en inevitable.
(Biografía por Mabel Arcenegui y Andrea V. Luna).
9
Ana Cuevas Unamuno
EL PUEBLO SIN PALABRAS
En muchos sitios suceden cosas curiosas
que merecen ser contadas, pero en ninguna algo
tan curioso ni que lo merezca tanto como el caso
de Osuno, que me contó una viajera. Osuno, no
era un pueblo como cualquiera, aunque podría
parecerlo a quien apenas si mira a vuelo de distraído.
Osuno era, por sobre todo, un pueblo de
escasas palabras.
Y con esto no digo que sus habitantes
eran de poco hablar, más bien callados y reservados.
No. Digo literalmente lo que digo.
Para que vayan imaginado. Osuno es un
pueblo perdido entre altos cerros, allá en el
norte. No hay en él más que unas pocas casas,
los restos de una iglesia dónde hoy se guardan
los rezos junto a las cabras, un rojizo rectángulo
donde sobreviven tres árboles tullidos, que alguna
vez formaron parte de una bella plaza, algunos
animales, poca gente, un solo camino por
el que hace mucho tiempo no camina nadie. Y
un sol abrasador que se cuela a toda hora en
todas partes, evaporando las escasas charcas
que resisten como pueden a su aniquilación.
No hay nada en él que atraiga las miradas,
que inspire emociones apasionadas, que
encante los oídos. Osuno es terroso, rugoso, áspero
a la vista. Sus colores se confunden al
punto de no poder distinguirse entre rojos, rojizos,
y naranjas, moteados de algún toque verdigris,
que alguna vez, quizás, ha poseído más
brillo. ¡Hasta la gente viste con idénticos colores,
pues sus lanas de tan manchadas de polvo resisten
toda tintura!
Todo es murmurante, entrecortado, rasposo,
silencioso, en Osuno. Su gente ignora si
alguna vez tuvieron más palabras y se les fueron
gastando con el tiempo, o si a causa de su escasez
se fueron quedando callados. Como sea,
quien pase de visita –cosa que, no está de más
decir, nunca sucede, pues a nadie interesa visitarle–
demorará mucho tiempo en poder comunicarse.
Así le sucedió a Silke, una curiosa viajera
que, de puro distraída y testaruda, confundió los
caminos y llegó sin proponérselo una mañana
como cualquiera. Primero le asombró el silencio,
pues ni pájaros había. Luego le sorprendió
la opacidad casi cansina que la rodeaba. Pero
nada le sorprendió tanto como las miradas que
la miraban sin saludarla más que con un avaro
oscilar de las pestañas.
—Hola. Buenos días. Me llamo Silke y,
queriendo ir a otra parte, me perdí y no sé cómo
llegué aquí —saludaba ella con esa cortesía que
le era tan propia
—Ah. —Fue la frase más generosa que
recibió de un muchachito rengo.
—¿Cómo se llama este pueblo? —preguntó
intentando trabar conversación.
—Os... u... no... —replicó con esfuerzo
el jovencito.
—¿Cómo?
El joven asintió con una sonrisa y Silke
confundida cambió de tema.
—¿Hay algún lugar donde tomar algo y
hablar por teléfono?
10
El joven sacudió en
negativa la cabeza.
—¿Un bar? ¿Un hospedaje?...
¿Una iglesia?
A cada pregunta los
ojos del joven se agigantaban
de asombro y su cabeza
pendulaba sin sentido alguno,
mientras su embobada
sonrisa pendía atenta a
los labios de la mujer.
Un día entero anduvo
Silke intentando hablar,
y a cada hora que pasaba
la comitiva que la seguía
crecía y un gorjeo incomprensible
recorría la fila.
Caía el sol sin que
disminuyera el ardor en la
blanca piel desacostumbrada
de Silke, cuándo sus
pies ampollados perdieron base dejándola caer
al arcilloso suelo. Sentada ella, se sentaron todos
armando una entusiasta ronda de murmurantes
gorjeos. Los miró. Uno a uno los miró fijo,
sin saber si enfurecerse, apenarse, desesperar o
reír. Rio, finalmente, a carcajadas impotentes.
Los demás rieron tímidos, temerosos de sus propios
sonidos. La risa de Silke aumentó, carcajeo,
resonó, vibró y se contagió. Ya la luna asomaba
su perfil cuando nuevamente regresó el silencio,
pero era un silencio nuevo, expectante, hambriento.
Entonces Silke que aún no sabía que
Osuno era un pueblo sin palabras, sintió el impacto
de su ausencia, percibió cómo se le aglomeraban
las letras entre el vientre y la laringe y
sin poder evitarlo, ni quererlo, comenzó a contarles
su historia.
Y contó y contó. Y ya no era su historia,
eran otras historias que se habían ido entretejiendo
por años a la suya, hasta pertenecerle.
Pasó la noche, y otras noches, y muchas
noches y Silke que había llegado sin querer y
por descuido a Osuno, se quedó allí a sembrar
palabras y enseñarles a tejerlas.
Eso cuentan en Osuno, que ya no es un
pueblo de escasas palabras perdido entre altos
cerros, allá en el norte. Ahora es un pueblo de
cuenteros que andan los caminos entretejiendo
sonidos.
11
Ana Cuevas Unamuno
Soy Ana Cuevas Unamuno, amante de los lenguajes
y sonidos, por eso escribo y voy por la vida contando
cuentos. Me atrapa sumergirme en los Lenguajes Sagrados
penetrando en el misterio de los símbolos. Me formé como
Terapeuta corporal, Educadora por las Artes y Profesora
de técnicas corporales y expresivas. Estudié teatro con diversos
profesores.
Desde hace más de cuarenta y tantos años investigo
en simbología, mitos y creatividad. Doy talleres, cursos y
seminarios de creatividad y autoconocimiento, mientras
voy por diversos paisajes participando de espectáculos y
encuentros Nacionales e Internacionales de escritores y narradores.
Llevo publicados cuentos y novelas para niños y
adultos, artículos especializados en distintas editoriales y medios, y más de veinte libros de diversas
temáticas tanto de editoriales argentinas como mexicanas. Obtuve algunos premios y mucha gente
linda con quienes tejer este camino de vida.
Si quieren saber más de mi pueden buscarme en:
https://www.instagram.com/anukazim/
O simplemente con mi nombre en Google.
12
Humorarte
13
Alejandra Jonte
LA FERIA Y YO
La Feria de Libro es una cita obligada
para los amantes de la literatura, para todos
aquellos que, al sumergirse en la magia de los
libros, tienen la posibilidad de vivir mil vidas.
En mi caso, rara vez compro allí un libro,
en parte, porque hace años leo en formato digital
y otro tanto porque, comprar en la feria se
asemeja, a mi modo de ver, a comprar a granel
en un supermercado mayorista, o en el Market
cercano impulsado tal vez por ofertas, por aburrimiento
o porque sí.
Yo prefiero adquirir un libro en una librería
silenciosa y solitaria, hurgar entre estantes
en busca de alguna historia o autor que se
me ofrezca como irresistible. O clickear en Amazon
desde mi Kindle, en cualquier momento o
lugar del día, embargada por el deseo irrefrenable
de leer.
Por ello, ir a la Feria, tiene otro significado:
es la posibilidad de conocer a quienes están
detrás de las historias, muchos de los cuales
resultan inalcanzables aunque en realidad, no
dejan de ser simples mortales (a pesar de sus
aires de divismo) que tienen el don para conjugar
palabras, frases e hilvanar historias únicas e
irrepetibles que pueden llevar a hacernos perder
el sueño y, en secreto, a envidiar su pluma.
La Feria es un lugar de encuentro, es la
vidriera de los escritores, la oportunidad de
ofrecer su producto, sus obras a los lectores.
El año pasado tuve la oportunidad de
estar con mi primera novela publicada Ojos de
Fuego y de firmar ejemplares, ubicando esos 45
minutos en el top ten de mis horas de vida.
Este año, crisis del papel mediante, me
limité a recorrer pasillos para saludar a colegas,
para acompañarlos en sus presentaciones, alentarlos,
intercambiar opiniones, disfrutar de un
abrazo, y brindarle a través del aplauso mi más
absoluta admiración, como fue en el caso de
Arturo Pérez-Reverte y Jorge Fernández Díaz.
La Feria del Libro es un encuentro multitudinario,
ruidoso, por momentos agobiante,
pero necesario y anhelado, por eso, aunque
más nos sea, ¡¡¡quizás nos encontremos por sus
pasillos el próximo año!!!
14
Sebastián Saavedra:
cocina y algo más
RECUERDOS
DE ÑOQUIS Y PARRA
Uno de los recuerdos más vívidos de mi
infancia es la de los domingos, de mañana, sobre
una mesa de madera bajo a una larga galería
cubierta de parra de uva, una gran corona de
puré de papas donde mi bisabuela paterna,
Doña Rosa, iniciaba la elaboración de ñoquis
para toda la familia.
La corona de puré de papas humeante,
porque estaba recién hecho; un pote de harina
de trigo, 2 o 3 huevos, nuez moscada, sal y pimienta.
La mezcla de todos estos ingredientes
resultaba una masa grande donde la dividía en
pequeños bollos para luego ser estirados en cilindros
para, posteriormente, cortados en pequeños
trozos tamaño de una uva. El último
paso de esto era pasar por una ñoquera de madera
cada trozo de masa y, con la presión del
dedo, armar ese formato acaracolado tradicional
de los ñoquis y con esas rayitas características.
Por último, antes de la cocción, quedaban
sobre la mesa cubiertos de harina y alguna tela
para protegerlos hasta el momento de cocinarlos.
La salsa variaba,
podía ser algún
tipo de estofado
de carnes de vaca o
de pollo, a veces
acompañado por
chorizos, papa, zapallo,
mandioca,
batata y algunas veces,
mi favorito, solamente
de algunas
verduras y carne picada.
El trozo de algún
queso regianitto
para rallar sobre el
plato, un pan francés
para mojar en la
salsa, un vino, un sifón
de soda eran los
adornos que terminaban
de coronar la
mesa larga familiar
para disfrutar del almuerzo.
15
ÑOQUIS CON SALSA BOLOGNESA
INGREDIENTES
Masa
1 kg de papas crudas
300 grs de harina de trigo 0000
2 huevos
sal, nuez moscada y pimienta al gusto
Salsa
600 grs de carne molida
2 chorizos
300 grs de cebolla
1 morrón
250 cc de caldo
300 cc de salsa tomate
ajo y perejil
cebolla de verdeo
sal y pimienta al gusto
Para la salsa rehogar la cebolla y el morrón
picado finamente. Agregar la carne molida
y el chorizo y seguir guisando. Luego, agregar
la salsa de tomate, el caldo y continuar la cocción
hasta que se forme una salsa espesa. Por
último, el ajo, el perejil, la cebolla de verdeo, sal
y pimienta.
Podemos dejar huellas de hermosos recuerdos
para siempre con un simple plato. Lo
fundamental es hacerlo pensando no solo en
que vamos a comer rico sino en que el mismo
proceso de cocinar puede convertirse en un bello
momento para compartir y disfrutar con los
que amamos.
¡Que lo disfruten!
PROCEDIMIENTO
Para la masa hervir la papa y hacer puré.
En caliente agregar el resto de los ingredientes
y amasar hasta formar una masa homogénea
. Formar bollos y estirar en forma de cilindros,
cortarlos en pequeños trozos y con la
ayuda de un tenedor presionarlos sobre los
dientes y hacerlos girar para marcarlos. Cocinarlos
en agua hirviendo con sal hasta que floten.
16
Francy De Los Ríos
LAS LETRAS
NO ESTÁN MUERTAS
Los símbolos de las letras y el buen hablar
no se inventan ni se suprimen permanentemente
por más que las modas o las tendencias del momento
lo intenten o quieran, las letras son eternas
y se defienden solas. Su poder germinal de la
fuente y antigüedad sobrepasará cualquier barrera.
La Literatura es un poderoso imán para la sociedad.
Cuenta con gran poder público. Lo que me
lleva a no entender en los últimos tiempos alrededor
de qué giran las letras en las nuevas generaciones:
¿Sexo, márquetin, trascendencia, contenido,
retórica…? ¿Qué estructura los párrafos de los folios
hoy en día? ¿Qué mueve al lector? O bien,
¿qué espera el lector de los actuales escritores?
¿Será que la vieja prosa está muerta? Todas estas
preguntas pasaron por mi cabeza en el marco de la
finalizada Feria Internacional del libro de Buenos
Aires, uno de los eventos más esperados de Latinoamérica
en el
mundo de las Letras,
en su edición
47.
Tinta Libre Ediciones, yendo a las concurridas conferencias,
sin esperar más, resignada mas no conforme,
sentía que a un evento tan grande y emblemático
le hacía falta algo majestuoso. Mi hambre
de aprender estaba insatisfecha, esa misma hambre
me llevó por intuición o curiosidad, más que
por conocimiento, a un tesoro escondido en el
evento durante el último viernes de la Feria.
Mientras buscaba un lugar para descansar
las piernas llegué a la sala Rodolfo Walsh: ¡Bendita
suerte y providencia la mía ese día! En esa jornada
entendí que las Letras no están muertas: aún hay
quien las respalde.
Observo entrar y salir de aquella sala personas
grandes. «Grandes» en todos los aspectos imaginables:
en edad, en elegancia y categoría, pero,
sobre todo, también en el habla. En su andar se
Después de
haber asistido a su
jornada profesional
y colectiva, participando
como escritora
y autora en la
firma de mi más reciente
novela Los
molinos de viento
con el sello editorial
17
ven ilustres. Mi subconsciente en un correntazo de
exaltación me deja entre ver que algo muy grande
tiene que estar pasando en esa sala, lo que me llevó
a preguntarle al joven de la puerta: «¿Qué ocurre
adentro?». Y él respondió sin mucho interés: «Se
está llevando a cabo una entrega de premio de la
Academia Argentina de Letras. ¿Desea entrar?».
Automáticamente dije: «¡Sí!».
Al entrar encuentro varias sillas vacías: no
había gente joven,
ni tenía la cobertura
que había visto
en las demás conferencias,
mucho
menos la que merecía
el momento
emblemático que
se estaba viviendo
ahí, era como un
secreto que las
nuevas generaciones
de lectores y escritores
no quieren
descubrir.
Justo delante
de mis ojos se
estaba presentando
la JOYA DE LA
CORONA DE LA
FERIA: las personas
más letradas de
la sociedad argentina
estaban llevando
a cabo una de las actividades más ilustres,
sustanciosas, enriquecedoras, magistrales, conmemorativas…
de la Literatura. Al principio me causó
mucha pena que la misma organización de la Feria
no le diera la importancia y el abrigo que requería
tan majestuoso evento. Era metafóricamente como
si Borges se presentara y la audiencia estuviera más
pendiente del último libro de Sptehen King o de E.
L. James que de la presencia de Borges (quiero
aclarar que soy muy admiradora de King, pero
como latinoamericana y escritora si Borges se me
presentara personificado en la elegancia de las Letras
sin duda un libro de King tomaría un segundo
lugar por muy popular que sea: mi sed de aprender
vencería el deseo de protagonizar un efímero momento)
y recordé entonces lo que había investigado
años atrás, muchos antes de llegar a la Argentina,
sobre la Feria y su primera edición hace 47
años; entonces me dije: «Aquí esta lo que buscaba,
en el aire, en la aurora,
en la esencia se podía oír
la conversación de los
grandes escritores que
no se encuentran sus voces
ya vivas pero su espíritu
y sabiduría transcendieron
en los tiempos
rompiendo barreras
mentales y llenando de
conocimiento a quien lo
busca». Se podían oír en
el sentir del tiempo a María
Villarino con su
poema Nací con el
otoño, Borges y su El
Aleph, a José Mármol y
su Amalia combatiendo
el tiempo de Rosas… a
Cortázar… En el aire se
sentía la vieja escuela de
las Letras. No la que buscaba
vender sino la que
buscaba transcender y
dejar algo grandioso
para las nuevas generaciones.
Lo primero que observé después de tomar
asiento fue la elegancia y distinción al hablar y gesticular
que había delante de mis ojos. En el panel,
dirigiendo la charla, se encontraban la representante
de la Academia Argentina de Letras, La Dra.
Alicia María Zorrilla y a su lado derecho e izquierdo
otros dos grandes ilustres. Los tres se dispusieron a
hablar con gran autoridad y conocimiento en una
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voz apacible de temas como: El olvido de la H, el
significado etimológico de los nombres y cómo, por
sus orígenes, se fueron modificando y formando
los apellidos. Se habló del origen de la Lingüística,
de la síntesis precaria o periodización de las Letras.
Cómo se piensa cuando se escribe, de variaciones
gramaticales en el mundo hispánico… y otros temas
que llenaron de conocimiento la sed que
traía.
Lógico y esperado en los últimos años,
cuando un contenido es tan rebozado, bueno y
tiene mucho que dar, probablemente no sea tan
comercial según las tendencias o la modernidad
que se les quiera dar a las Letras, los tiempos exponenciales
son acortados. Eso pasó ese día.
La Academia de Letras se estaba luciendo
en una gran gala. Repentinamente tuvieron que
acortar los tiempos, fueron notificados que ya el
turno de exposición se le había vencido y debían
abandonar la sala. De esa manera, la entrega de
conocimientos que con toda la elegancia y porte
que posee la Academia estaban ejecutando, prosiguieron
a acortar la clase magistral que estaban llevando
a cabo a entregar algunos premios apresurados
a los ganadores de un concurso que también
dirige la Academia. Entre los ganadores había
grandes figuras de las Letras, lingüistas y académicos
con inmensas trayectorias. ¡Claro: huelgan las
explicaciones del por qué lo apresuraron! Hasta el
punto de abrir las puertas en forma de caución
para que salieran ya del acto. Ese último viernes de
Feria en la sala Rodolfo Walsh no había comercio,
ni marketing, había algo más valioso: sabiduría,
trayectoria, conocimiento. Tristemente, muchas
veces las sociedades del mundo estamos acostumbrados
a de lo bueno, poco; y eso es preocupante
para las nuevas generaciones de escritores, lectores
y sociedades al venir. Decía Arturo Uslar Pietri: «El
gusto del hispanoamericano por las formas más artísticas
y arduas no se pierde. Sobrevive a todas las
influencias y a todas las modas. Lo lleva a todos los
géneros literarios, desde la novela al periodismo.
Lo que primero le importa es la belleza de expresión.
Eso que llaman estilo». ¡Y qué grandioso estilo
tiene la Academia Argentina de Letras!
Al siguiente día busqué en todos los periódicos
digitales para ver la reseña del evento. Con
angustia vi que en ninguno conseguí la noticia, lo
que no apela en mi conocimiento para nada, en él
se quedó plasmada la clase magistral de la Academia
Argentina de Letras.
19
Estela Escudero
LAS GEMELAS
Cuando Maia lo miró, Birjat supo que
nunca nadie lo había contemplado así.
No pudo precisar en qué radicaba la diferencia
pues no era algo que pudiese plasmar con
palabras o esbozar con un pincel, era un intangible
que trasmitían los ojos de ella y que le provocó
una repentina falta de aire. Y acaso fuera ésa sensación
de gozoso vacío lo que lo impulsó a caminar
hacia ella y presentarse. Le dijo su nombre al
tiempo que con una reverencia se quitaba
el sombrero, y ella, por detrás del
matorral de hortensias, le respondió
con una sonrisa. Fue la primera de muchas
tardes en las que el rito de saludarse
a través de la tapia les ocupó los
momentos previos a la puesta del sol, y
como era primavera, con el correr de
los días esos instantes se hicieron cada
vez más prolongados. Hasta que un
día, ella lo invitó a trasponer la verja
para caminar juntos por el jardín sin
otro objeto que mostrarle las diamelas
que crecían al costado de la casa. Birjat,
hubo de reconocer que poder contemplar
a Maia moviéndose entre los
canteros con su largo saco de lana y
esas pantuflas de piel de cordero, no
hicieron sino enamorarlo más de lo
que ya estaba.
mano. Él era feliz durante esos instantes en los que
podía sentir el pulso de Maia palpitando entre sus
dedos. Cada cosa que ella le contaba se reflejaba
allí, ora latiendo agitado, ora aquietándose hasta
tornarse imperceptible. A Birjat se le hizo fácil entonces
comprender la soledad de la que ella le hablaba.
Esa imagen de vida yerma que a veces asomaba
en Maia y que le cuarteaba la mirada tal
como la sequía parte la tierra y le roba brillo.
El verano sofocó el parque, el
calor del sol los obligó a buscar el frescor
de la galería trasera y en aquel lugar,
al reparo de las miradas indiscretas,
ella aceptó quitarse los mitones
para poder conversar tomados de la
20
Sin embargo, y cada vez con mayor frecuencia,
los ojos de Maia resplandecían. Ya no
deambulaba por la casa deshilvanando una madeja
de lana roja para saber cómo regresar a su
cuarto ni tampoco desfondaba macetas buscando
la llave que abriese la puerta de salida. Ahora se
engalanada y esperaba a que su hermana Delia
regresara del trabajo para mostrarle con orgullo la
cena dispuesta en el comedor grande. Pero su hermana
se negaba a entrar allí. Desde que sus padres
murieran esa sala permanecía cerrada, con
los muebles cubiertos con sábanas y los retratos de
la familia alineados sobre la chimenea. Delia terminaba
acarreando los platos a la cocina para comer
sobre la mesa de amasar el pan. Con ansiedad,
Maia intentaba llevar la conversación hacia
las flores y el jardín para poder mencionar a Birjat,
pero Delia nunca conversaba, ella hablaba poco,
usaba monosílabos para responder a las preguntas
de Maia y las raras ocasiones en las que se extendía
era cuando algo parecía fastidiarla al punto de
iniciar una retahíla de condenas. Maia apenas
comprendía el significado de las palabras que Delia
pronunciaba con musicalidad opaca y entrecortada,
pero percibía claramente el latido caliente de
las frases que rezumaban igual que una llaga
abierta. El miedo se apoderaba de Maia y entonces,
temblorosa, remontaba la hebra de lana que
la conducía a la seguridad de su cuarto.
Cierta tarde, y mientras evocaba para Birjat
las palabras dichas por Delia la noche anterior, él
tomó nota de todas ellas y luego se ocupó en
reacomodarlas: apartó las sílabas, desmembró
diptongos, colocó acentos, unió o distanció letras
e introdujo comas, hasta que finalmente la frase
ominosa se convirtió en otra, de armonía suave,
que elogiaba el color de los ojos de Maia. Ella miró
el poema: Birjat había armado, usando ramas secas,
maleza y flores deslucidas, el bouquet delicado
que ahora perfumaba su mano.
Esa noche Maia le contó a su hermana sobre
Birjat.
La ira de Delia lo llenó todo, cada rincón
de la sala se estremecía al influjo de ésa furia que
no se detuvo ni aun ante los ojos aterrados de
Maia. Cuando finalmente Delia le gritó: «Nunca
podrás abandonarme ni dejar esta casa: ¡Estás
muerta! Tu no existes… y él tampoco», el corazón
de Maia se contrajo y con un quejido de dolor
huyó a su cuarto. Permaneció encerrada casi una
semana; sabía que Birjat la habría esperado en
vano, pero era incapaz de moverse. Con el correr
de los días una debilidad profunda la invadió y
casi tuvo que arrastrarse para llegar hasta la galería.
El sol esquivo del otoño entibiaba las baldosas
y la hojarasca del jardín se movía con la brisa, las
hortensias se habían marchitado.
Birjat la encontró allí y no hizo falta que ella
le pidiese ayuda, tomándola de la mano la condujo
hacia la sala. En ése lugar y junto a la chimenea
estaba la maceta, grande, de barro oscuro;
Maia escarbó en ella hasta que sus dedos tuvieron
el mismo color pardo de la tierra y sólo se detuvo
cuando logró desenterrar la caja. La caja era la
llave que siempre había buscado. La sostenía aún
entre sus manos cuando Birjat, le susurró: «Voy a
liberarte, ven conmigo» y la tomó por los hombros,
y juntos buscaron la salida.
Esa noche, cuando Delia regresó, y al no
encontrar a su hermana corrió hacia la sala: bajo
el retrato de ambas —ése que mostraba a las gemelas
una al lado de la otra, idéntico vestido, similar
peinado, tan iguales que hasta sus padres las
confundían— vio la urna con las cenizas de Maia
volcada sobre el piso, la corriente de aire había
dispersado el polvo empujándolo bajo la puerta
que daba al jardín y, junto a la maceta rota, una
esquela blanca yacía entre terrones de tierra. La
alzó y leyó el poema que alababa el color de los
ojos de Maia.
21
Estela M. Escudero
Estela M. Escudero (Eme E de Kelly), nacida
en Mendoza en 1953, vive en Buenos Aires; casada,
dos hijos, y dos nietos. Es dibujante Comercial y Publicitario
y maneja, desde 1976, un estudio como
Asesora de Seguros.
Comenzó a escribir hace veinticuatro años y,
en aquel inicio, nunca imaginó que el atrevimiento de
poner en palabras las imágenes que le rondaban la
cabeza, terminaría siendo una vocación fuerte. En su
primera novela, Un poema por Stefan, plasma una
frase que bien describe ese sentimiento:
“Escribir es un acto pacificador que nos
reconcilia con nosotros mismos y saca del letargo
cualidades que ignorábamos. Al igual que
las montañas, que no te piden que las escales
pero tienes que intentarlo, las historias están
simplemente allí, y cuando se presentan es lo
único que ves y tienes que contarlas”.
Escritora del género romántico histórico, es
miembro del grupo Septiembre Romántico y Rioplatense
(SRR) que, durante diez años, organizara encuentros
entre escritores y autores de Argentina,
Chile, Uruguay, México, Venezuela, Colombia, con el
objetivo de promocionar a autores autopublicados y
ayudar al «dar a conocer» sus obras y proyectos.
Autora de: Trono de nubes, publicada en 2021
y de Un Poema por Stefan, novela publicada por Ed.
Del Boulevard. Cuento celestes es la recopilación de
sus cuentos, alguno de ellos integraron las antologías:
El Decir Textual, Ed. De los Cuatro Vientos; Entretanto
II, de Ed. Eder y 54 corazones tras la Esperanza.
Su cuento Mamihlapinatapai obtuvo 1º Mención en el
concurso literario AAPAS 2009. Colaboró con cuentos
para el periódico The Southern Cross, de la colectividad
irlandesa, y para el ciclo radial Cantando
Cuentos del programa «Encuentro con los Coros» en
Radio Cultura.
22
Mercedes Chimirri
UNA MIRADA PERSONAL
LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES
Han pasado 47 años desde que nació en
1975 La Feria del Libro de Buenos Aires, casi
la misma edad de mi hijo mayor, reflexionaba
junto a él hace unos días. Nació y transformó el
mundo que se genera alrededor de ese objeto,
tan preciado para muchos de nosotros, que es
el libro.
De las ferias callejeras que se multiplicaron
en la década de los 70 a ocupar un lugar
fijo en lo espacial, pero también, en nuestro
ideario, en nuestras agendas y en nuestro corazón,
ya que a partir de allí constituyó una cita
imperdible a la que asistimos con la fidelidad
del peregrino, siempre urgido por una sed devocional
que necesita ser saciada, para poder
transitar en calma otro largo año de abstinencia.
Así, fui alguna vez sola y otras con mis
hijos pequeños y en familia, tengo el recuerdo
de esos libros para niños con bellas ilustraciones,
algunos con cuentos tan raros como los del
rey Mono y otros de distintos lugares del
mundo. De volver cargada con los que había
comprado y los que habíamos ganado en los
sorteos que se organizaban ¡Cuánta dicha embelesada
en nuestros ojos! ¡Al fin podíamos saciar
nuestra gula!
Hoy, después de tantos años, la feria se
ha ido actualizando al son de las nuevas tendencias,
de los nuevos ritmos culturales y sociales.
Ha visto muchos cambios, fue testigo de la
dictadura militar y de la vuelta a la democracia,
de distintos gobernantes y de los vaivenes económicos,
tan comunes por estas tierras. Ha sido
testigo hasta de una pandemia ¡Quién lo hubiese
creído! Y, sin embargo, ha sobrevivido,
aquí sigue, firme, más grande, más caótica, más
sofisticada por momentos y tan kitsch en otros,
personificando el tango de Discépolo en esa
frase famosa: la Biblia junto al calefón.
Así la viví yo, disfrutando de sus aglomeraciones,
de sus extravagancias y de sus incongruencias
y así la amo, porque es tan argentina
como yo. Y así, este año logré un sueño que
acariciaba desde hace mucho tiempo: estar en
La Feria firmando ejemplares. Sí, me di el gusto
y lo disfruté, con los nervios propios de ese momento
único, pero siendo, por una vez, una de
las protagonistas, en esta grande, popularísima
e inigualable Feria del Libro de Buenos Aires.
23
Érica Vera: entrevista
¡SOY BONITA …
FLACA O GORDITA!
ASÍ ME HIZO SENTIR OLIVIA
DE LA MARAVILLOSA ÉRICA VERA
por Francy de los Ríos
A dos meses del lanzamiento de esta revista
en la cual hoy plasmo mis letras y las de
algunos colegas junto a tres grandes profesionales,
y en vísperas de su tercera edición, tuve la
percepción de a quién deseaba entrevistar: no
podría ser otra persona, era ella a quien yo tenía
que traer a este espacio por muchos argumentos
(entre uno de ellos mi aumento de peso). Aun
cuando no la conozco en persona la sigo de
cerca, pues me gusta el escritor con propósitos
claros. El problema y el temor que tenía y me
generaba un poco de duda era que me aceptara
la entrevista por ser ella una de las escritoras
cuyo auge va en ascenso en Argentina y en México,
por lo que he investigado, pero cuando un
ser humano es grande y tiene humildad de corazón
lo traspira hasta por los poros. Así es ella,
un ser humano con amor que empatiza con la
sociedad. De tal forma lo demuestra en su última
novela Olivia donde hace un llamado a la
concientización acerca del trastorno alimenticio.
De esta forma es que llegué a Érica Vera, a través
de Olivia. Cuando le escribí para la entrevista
su respuesta fue:
⸻Sí, claro. ¡Será un placer!
Érica Vera es de Buenos Aires, Argentina.
Historias de acá y de allá y Un árbol solo,
fueron sus primeros libros de cuentos cortos.
24
Mariposas en tu piel, Flores amarillas, Cuando
Sonríes y Miranda retrato de amor; sus novelas
románticas publicadas. Además, participó de
varias antologías como 14 corazones a través
del tiempo, Viajeras, Rockeando la vida y Mujeres
libres. Coordinó un ciclo literario denominado
La Pluma y, junto a dos amigos, condujo
un programa de radio llamado Trinomio
Imperfecto y un ciclo de podcasts Charla con
amigos en los que conversa íntimamente con
autores y lectores. En tus ojos me vi y Olivia
son sus últimas novelas románticas publicadas
bajo el sello VeRa.
Pero dejemos que ella nos cuente de
ella. ¿les parece?
⸻¿Cuándo comenzó tu gusto por la literatura?
⸻Si me preguntan cuándo me acerqué
por primera vez a una historia y conecté
con ella, diría que fue en la escuela primaria y
el cuento fue «El hombrecito del azulejo» de
Mujica Laínez. Ahí creo que empezó la conexión.
Después, ya más grande, tuve mis momentos
de lectora empedernida. Me enamoré
de Gabriel García Márquez, por ejemplo. La
vida y el trabajo nos llevan por lugares diferentes
así que dejé de leer por varios años
hasta que llegó Florencia Bonelli e Indias
Blancas a cambiarlo todo. Fue un antes y un
después. La lectura me trajo la necesidad de escribir
y el resto, paradójicamente, es historia.
⸻¿En qué se basa tu narrativa?
⸻Me gusta hablar de lo que veo, de lo
que me atraviesa. Historias de hoy, contemporáneas;
y, como lectora de romance, no puedo
dejar fuera el amor. El amor que lo atraviesa
todo.
⸻¿Cuáles son tus autores preferidos?
⸻Tengo muchos. Gabo, Cortázar, Florencia
Bonelli, Mariela Giménez, María Border,
Gabriela Margall, Claudia Barzana, Gloria V.
Casañas. Disfruto mucho leer colegas, amigos,
autores autopublicados también. Tengo muchos
amigos talentosos y comprometidos con esta pasión
literaria. Tantos que, si quisiera decirlos todos,
de alguien me olvidaría.
⸻¿En qué año empezaste a escribir?
⸻En el 2015 empecé un taller literario
en Morón, Zona Oeste de Buenos Aires. De la
mano de Cristina Pradera empecé a moldear
mis letras. Sabía que necesitaba ayuda y acompañamiento
y anotarme en su curso fue el gran
puntapié. Ahí también conocí a muchos amigos
con los que hoy en día compartimos proyectos y
camino literario.
25
⸻¿Cuál es tu meta con la literatura?
—Mi sueño es poder seguir contando historias
y hacerle llegar al lector una compañía,
una mano tendida. La posibilidad de verse en
una ficción para poder sanar o no sentirse tan
solo.
⸻ ¿Cómo te defines como autora y escritora?
⸻Creo que soy trabajadora. Me gusta
desafiarme, pensar otros escenarios, otras historias;
moverme, salir de la zona de confort. A veces
me cuesta más, otras menos, pero intento
dar lo mejor que tengo en cada novela.
⸻Hablemos de tus novelas anteriores y
qué tan significativo fue para ti escribir Olivia.
⸻Todas mis novelas tienen un tinte muy
personal porque por lo general escribo de lo que
preocupa, en lo que pienso, lo que me moviliza.
Entonces, con Mariposas quise hablar de la injusticia
social, de los prejuicios al amar. Con En
tus ojos me vi, traté de poner luz en aquello que
se pretende de una como mujer; dónde quedan
nuestros deseos y cuánto hay de nosotras y de
las presiones del afuera. Y Olivia es mi última
novela y creo que será una de las más especiales
para mí. Tiene mucho de lo que me sucede personalmente
en cuestión de peso, imagen y el trabajo
arduo hacia el amor propio y aceptarse tal
cuál es. Crear un personaje en el que pude
verme fue movilizador y por lo pronto, es la historia
más cerca de mi corazón.
⸻¿Tienes proyectos en los cuales trabajas
en estos momentos? ¿Cómo se percibe la autora
de Olivia?
—Siempre estoy escribiendo. Por un
lado, ya tengo terminada una nueva novela en
la que, una vez más, quise contar algo en particular.
En este caso salud mental. Por otro, ahora
estoy empezando con un proyecto nuevo que es
muy distinto y espero poder salir airosa del berenjenal
en el que me metí.
Esta última línea que escribe para responder
lo que le pregunto y culminar la entrevista
me sacó una gran sonrisa: «¡El berenjenal
en que me metí!». Creo que Érica ni se imagina
que ya desde hace rato conoce bien el camino
a seguir en ese berenjenal. Gracias, Érica, porque
cada uno de nosotros tiene un papel que
desempeñar en el mundo y el tuyo como escritora
honra al mundo de las Letras.
26
Andrea V. Luna
47º FERIA INTERNACIONAL
DEL LIBRO DE BUENOS AIRES
ENTRE DICOTOMÍAS NECESARIAS
Y SUEÑOS QUE NO ACABAN
La 47º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires abrió sus
puertas este 2023 para seguir celebrando la fiesta de la cultura y
del acercamiento entre escritores y lectores, para traer consigo
emociones irrefrenables y actividades para todos los gustos.
Entrar por una puerta parece un acto cotidiano,
tan natural como nimio, humano, necesario
e intrascendente. Sin embargo, atravesar ciertos
dinteles conllevan un mundo de sensaciones
que van íntimamente ligadas a las vivencias de
quien camina. No ingresamos a la Feria del Libro
de Buenos Aires del mismo modo año tras año,
aunque ella siga siendo igual, porque su influencia
en nosotros llega como una marea de sensaciones.
Pienso de inmediato en el Nilo (y no puedo olvidar
a Borges: «Si, como afirma el griego en el Cratilo,
// el nombre es arquetipo de la cosa, // en las letras
de "rosa" está la rosa // y todo el Nilo en la palabra
“Nilo”») que, con su vaivén, acompasa la vida, la
muerte, la cultura y la economía de las sociedades
que lo custodian. No sé si han notado la analogía,
pero la F.I.L.B.A. ejerce un influjo casi mágico en
el mundo de los libros en lengua española; y no
solo los de Argentina, sino también los del resto de
Latinoamérica... hasta la mismísima España se
rinde ante el que se considera uno de los mayores
eventos literarios del mundo.
He recorrido la Feria en muchos momentos
de mi vida: muchos años, distintas… muy distintas
experiencias de vida: recuerdo haber ido en mis
20 con una amiga y encandilarme irremediablemente
por su inmensidad nunca antes vista. El
súmmum fue ver sentado, afable y apacible, a
Quino (sí, el inmenso papá de Mafalda) firmando
libros a decenas de personas que hacían fila para
atesorar un momento que sería un hito inolvidable
en sus vidas. Yo también, por supuesto. Ese día
tuve un sueño y ese sueño involucraba estar en ese
27
mismo sitio... pero en su lugar, claro. Solo que pasaron
cosas... la vida, por ejemplo, aunque la
chispa siguió por allí, latente, buscando algo de
magia para florecer.
Años después (bastantes, en realidad),
junto a un grupo de escritores noveles leí un
poema allí, en La Meca de todo escritor, luego,
otro y algún fragmento más... Conseguí publicar
y... ¡firmé mi primer libro! Y los años sucesivos,
muchos más, brindé junto a colegas, varias conferencias,
presenté mis libros y hoy soy feliz y siento
que el techo puede estar muy alto.
¿Y la Feria 2023? Sí, ya regreso. Pero era
necesario que entendieran los vericuetos que encuentran
en el camino los sueños de los escritores.
En estos años, mi visión de este mega-evento ha
ido cambiando a medida de que la experiencia se
va haciendo presente. Este año también asistí a las
37° Jornadas Profesionales, previas a la inauguración,
lo que me abrió las puertas a otra de las patas
que sostienen a la F.I.L.B.A. Y es que escritores,
público lector y profesionales del sector editorial
(editores, imprenteros, agentes, ilustradores, diseñadores,
libreros, etc.) constituyen un trípode ineludible
en el equilibrio necesario para el correcto
funcionamiento del mundo de los libros.
Han tildado a la Feria (yo también en su
momento) de ser exclusivamente mercantilista y
de estar vinculada a lo peor de la historia nacional
en relación al predio en el que se realiza (basta con
acceder al discurso inaugural de Guillermo Saccomano
de 2022), pero no lo es todo, y se hace necesario
mantener la mente abierta para comprender
el alcance de lo que sucede puertas adentro.
Porque además del explícito comercio y la
sed de triunfo económico, hay otro que, como yo,
no buscamos convertir los libros en tan solo una
mercadería más que termine aportando al juego
caníbal de la oquedad que busca posicionarse por
sobre las libertades individuales y las ideas diferentes
a las del montón… Me gusta pensar que puedo
aportar algo diferente para un público que no admite
la manipulación mediática.
¿Entonces? Entonces sí, la F.I.L.B.A. (como
todas en su tipo, al decir verdad) está necesariamente
condicionada por las grandes editoriales
multinacionales que dejan fortunas para (de)mostrar
su superioridad financiera… Y, sin embargo,
también es necesario decir, puede que en el escaparate
más escondido de la editorial independiente
más pequeña tal vez espera, lejano y solitario,
un libro que pudiera significar el próximo Nobel
de Literatura para algún autor ignoto (y que
posiblemente nunca llegue porque algún bolsillo
no dio abasto para más). No, la F.I.L.B.A. no es
perfecta y nunca lo será: las personas no lo somos.
Entonces, se trata también de encontrarse, de intercambiar
experiencias, de convivir con otros talentos
de otros rubros, de aplaudir tanto al grande
como Pérez Reverte y al que recién comienza y
anda por esta enormidad de mundo con pasos todavía
titubeantes; se trata darse a conocer, de
acercarnos a nuestros lectores sedientos de saber
más, de reconocer el esfuerzo y los sueños, de
darle la vuelta la cara al facilismo que tanto daña
y, por sobre todo, de maravillarnos por cada uno
de los más de 1.245.000 visitantes (486 expositores,
1483 sellos editoriales, la realización de 2137
actividades culturales y la visita de más de 200 autores
internacionales), que en estos 19 días recorrieron
los 41.590 m 2 a cubierto.
Políticamente correcta o intransigente hasta
el hartazgo, la Feria Internacional del Libro de
Buenos Aires es la manifestación empírica de la
Biblioteca de Babel, donde todo existe, todo es
posible y donde todavía hay tanto, pero tanto por
hacer.
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Maximiliano Aregger
CHAEROS ARTS
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