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prueba en su capacidad de responder a las exigencias de las fuentes. Y esto<br />
representa un reto singular en el caso de Jesús de Nazaret, las diferentes<br />
dimensiones de cuya misión (sapiencial y escatológica, por ejemplo) no son<br />
fácilmente reconducibles a unidad desde la mera razón histórica 22 ; por lo que<br />
los intentos de reconstrucción tienden siempre a privilegiar algún aspecto,<br />
dejando en el olvido otros datos esenciales presentes en las fuentes. El Jesús de<br />
los Evangelios habrá de mostrarse como la figura más coherente y más<br />
inteligible históricamente 23. Así manifestará así su credibilidad el método de<br />
estudio escogido 24.<br />
Por otra parte, no es criticable tampoco el hecho de haber adoptado<br />
conscientemente una opción hermenéutica, homogénea además con el<br />
testimonio explícito de los textos. Pues siempre se da una opción interpretativa,<br />
no sólo marcada por la mentalidad subjetiva del estudioso, sino más<br />
radicalmente por su comprensión de la razón, del hombre y de la vida en el<br />
mundo.<br />
Tal es el caso de ciertas presentaciones de la llamada Third Quest 25 o, en<br />
general, de todas aquellas que buscan presentar de nuevo a un cierto “Jesús<br />
histórico” integrándolo de algún modo en el curso de la historia del mundo,<br />
como un momento cuya singularidad, al final, es comparable con la de otros, es<br />
relativa 26 . De este modo se niega la radical novedad y relevancia de la figura de<br />
Jesús afirmada por los escritos neotestamentarios, y con ello también el valor<br />
singular de las fuentes evangélicas, que son consideradas un <strong>documento</strong><br />
histórico situado en el conjunto de la literatura de la época –incluyendo la<br />
apócrifa– y situadas fuera de la unidad de la Escritura.<br />
22 E. KÄSEMANN, por ejemplo, concluía su famosa conferencia Das Problem des historischen Jesus<br />
observando que la perspectiva histórica, psicológica o de historia de las religiones no consigue<br />
explicar últimamente a Jesús; que su figura plantea un enigma que el historiador puede<br />
constatar, pero no resolver (Exegetische Versuche und Besinnungen, Bd. I, Göttingen 1970, 213-<br />
214). Últimamente, en sentido semejante, cf. G. THEISSEN-A. MERZ, Der historische Jesus,<br />
Göttingen 1996, 31<br />
23 Cf. Jesus von Nazaret, 20-21<br />
24 Cf. Jesus von Nazaret, 22<br />
25 Puede recordarse,por ejemplo, el curioso comentario de THEISSEN-MERZ sobre CROSSAN, que<br />
presentaría una imagen de Jesús con más colorido californiano que galileo (op. cit., 29)<br />
26 Cf., por ej., G. THEISSEN-WINTER, op. cit., 252<br />
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