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Epigramas de Marco Valerio Marcial - Institución Fernando el Católico

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sus rondas para dar las serenatas, los pana<strong>de</strong>ros durante toda la noche, y al alborear<br />

los maestros <strong>de</strong> escu<strong>el</strong>a y los gimnasios eran volcanes <strong>de</strong> risotadas, <strong>de</strong> gritos, <strong>de</strong><br />

estrépitos que no <strong>de</strong>jaban pegar los ojos 83 . Y así un día tras otro, fuera <strong>de</strong> cuando no<br />

podía resistir más y salía a <strong>de</strong>scansar a su casita <strong>de</strong> Nomento, don<strong>de</strong> dormía a pierna<br />

su<strong>el</strong>ta. Una vez hizo un viaje <strong>de</strong> recreo a la Galia Cisalpina, don<strong>de</strong> publica su libro<br />

tercero 84 . Estuvo en Foro Corn<strong>el</strong>io, la actual Imola, huyendo <strong>de</strong>l hastío que en Roma le<br />

producía tanta toga inútil 85 , pero no permaneció mucho tiempo fuera.<br />

Cuando volvió, seguramente se le hacía más insoportable la estancia en Roma,<br />

más altaneros los po<strong>de</strong>rosos, más displicentes los ricos, más avaros los patronos 86 . Él<br />

era amante <strong>de</strong> la vida apacible y cómoda:<br />

“Si me estuviera permitido, querido <strong>Marcial</strong>, pasar contigo unos días<br />

sin preocupaciones, disponer <strong>de</strong> un tiempo <strong>de</strong>socupado y disfrutar juntos la<br />

verda<strong>de</strong>ra vida, no conoceríamos los atrios, ni las casas <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>rosos, ni<br />

las tormentas <strong>de</strong> los pleitos, ni <strong>el</strong> triste foro, ni las imágenes soberbias <strong>de</strong> los<br />

antepasados; sino los paseos en litera, los cuentos, los libritos, <strong>el</strong> Campo, <strong>el</strong><br />

Pórtico, la sombra, <strong>el</strong> Agua Virgen, las termas: éstos serían nuestros sitios,<br />

éstas nuestras ocupaciones” 87 .<br />

Ésta es la vida por la que él suspiraba y que nunca consiguió con sus versos y<br />

con la bondad <strong>de</strong> su alma; <strong>de</strong> aquí procedía su sentimiento <strong>de</strong> disgusto y <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>silusión. En Roma, sólo con las malas artes, <strong>de</strong>cía, se llega a vivir cómodamente; es<br />

un prodigio que una persona honrada pueda situarse en la Urbe. Solamente hubo un<br />

tiempo propicio para los poetas: <strong>el</strong> <strong>de</strong> Mecenas, por eso si hubiera ahora Mecenas,<br />

tendríamos también Virgilios 88 . No sabemos en qué medida, pero lo que fue Mecenas<br />

para Horacio, Vario y Virgilio, nos dice <strong>Marcial</strong> que fue para él Terencio Prisco 89 .<br />

83 12, 57.<br />

84 Cf. 3, 1 y 4.<br />

85 3, 4, 6.<br />

86 En 8, 71 <strong>de</strong>scribe cómo van rebajándose los obsequios <strong>de</strong> los ricos, c<strong>el</strong>ebrados en sus versos. Se<br />

sentía cansado: Si mi servicio te causa algún beneficio te lo prestaré, por duro que sea; pero si mis<br />

gemidos y sufrimientos no te enriquecen, te pido, por favor, que me libres <strong>de</strong> este compromiso: a ti no<br />

te aprovecha y a mí me perjudica (10, 82).<br />

87 5, 20; cf. 4, 64.<br />

88 8, 55 (56), 5-6 y 23-24.<br />

89 12, 3 (4).<br />

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