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Thule 38-41 v2

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Arqueomusicología de Mesoamérica: dos instr. mus. en hueso hum. en el MNPE «Luigi Pigorini», RM 25<br />

caracol, que hacian resonar muy triste, y flautas roncas, cuauhtlapitzalli,<br />

sonajas, que llaman ayacachtli»(8).<br />

Mientras que los familiares de los muertos danzan, los jóvenes no casados,<br />

también cantando y bailando, parecen marcar cada paso del ritual al sonido<br />

de unos omichicāhuaztli, en este caso hechos con huesos de venado –no hay<br />

mención de huesos humanos– vacíos y abiertos en las extremidades, con una<br />

concha, cuyo lúgubre sonido llama la atención del autor. Otros instrumentos<br />

tocados son las flautas cuauhtlapitzalli, y las sonajas ayacachtli; los ancianos<br />

bailan alrededor de la momia –el bulto sagrado que contiene los restos del<br />

guerrero, a veces sólo simbólicamente si el cuerpo ya no está presente–<br />

ricamente vestida y adornada, situada en la plaza ceremonial frente al templo<br />

del dios guerrero, Huitzilopochtli. Todo parece desarrollarse de acuerdo con<br />

una ley no escrita, la ley del ritual: incluso el llanto de los familiares aparece<br />

como parte del conjunto de acciones específicas que tienen que ser respetadas.<br />

Esta ceremonia dura cuatro días, después de los cuales los sacerdotes queman<br />

los cuerpos de los muertos y ponen las cenizas sobre las cabezas de los jóvenes<br />

familiares de los difuntos. En esta descripción también aprendemos que el<br />

omichicāhuaztli no se tocaba solo, sino junto con otros instrumentos de<br />

percusión y de viento, como acompañamiento del miccacuícatl, “un cantar<br />

muy triste” (TEZOZÓMOC, Crónica, cap 25.): el canto ritual de los familiares de<br />

los fallecidos.<br />

La misma historia se narra en el capítulo 18 de la Historia de Diego Durán.<br />

En el párrafo 10 se lee que durante las canciones y bailes de la ceremonia de<br />

conmemoración de los guerreros muertos en batalla, «tomaban unos huesos<br />

que tienen hechos unos dientecillos a manera de escalerillas y bailaban al son<br />

de aquellos huesos, raspando por aquellos escaloncillos otros huesezuelos, lo<br />

cual no carece hoy en día de alguna superstición, pues los usan el día de sus<br />

bailes todavía»(9).<br />

Después de cuatro días de baile de luto por los muertos, se quemaban los<br />

bultos. Una vez más no hay mención de huesos humanos, solo encontramos un<br />

genérico “huesos”. Las evidencias arqueológicas, sin embargo, muestran que la<br />

mayoría de estos instrumentos se ha fabricado con huesos largos humanos. El<br />

objeto con el que se toca el omichicāhuaztli en este caso es otro hueso más<br />

pequeño (“otros huesezuelos”), como bien podría ser el peroné que acompaña<br />

el fémur MNPE 15395/G, frotado contra de los “escaloncillos”, es decir, las<br />

muescas.

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