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Rota Punctatis - Volumen 6

Barra Libre: Bidegorris para todos. Siguiendo la pista: Ciclismo fixed. Túnel del viento: A rueda. Enfants terribles: Roger de Vlaeminck. Tubular vs Cámara: Los sprinters de los 90. La escapada de Copolillo: Huélamo. Farolillo rojo: El ciclista enmascarado.

Barra Libre: Bidegorris para todos. Siguiendo la pista: Ciclismo fixed. Túnel del viento: A rueda. Enfants terribles: Roger de Vlaeminck. Tubular vs Cámara: Los sprinters de los 90. La escapada de Copolillo: Huélamo. Farolillo rojo: El ciclista enmascarado.

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Roger de Vlaeminck<br />

por Imanol González y Juan Ramón Cendrero<br />

El ciclismo de los años setenta, así como los grandes duelos en todo tipo de clásicas de la época, no se puede entender sin citar a<br />

nuestro protagonista de hoy. Un corredor capaz de plantarle cara a todo el o lo que se pusiera en su camino. Bien fuera su director<br />

de equipo, el organizador de una carrera o como si se tratara del mejor ciclista de la historia: Eddy Merckx.<br />

Esta vez nos referimos a Roger De Vlaeminck. Conocido por su sagacidad y por ser algo más que audaz. Por ser el que ponía contra<br />

las cuerdas y sacaba de sus casillas al Caníbal todopoderoso. El mismo que ganó una París-Roubaix y logró que el comentarista de<br />

la televisión valona no pudiera dejar escapar un: “Putain! C’est De Vlaeminck qui gagne”, que se podría traducir como: “Me cago<br />

en la puta, ha ganado De Vlaeminck”. El ídolo de Flandes y el mismo que no se expresaba jamás en francés, pese a que lo hablaba<br />

con fluidez, llegando al punto de dejar con el micro en la mano a los periodistas que se dirigían a él en la lengua de Descartes.<br />

En definitiva, el Maquiavelo del ciclismo, el que nadie deseaba llevar a rueda. Bautizado por sus logros en el Infierno del Norte<br />

como Monsieur Roubaix y conocido por todos en el mundillo ciclista como El Gitano. Un record de París-Roubaix vencidas, que mal<br />

que le pese (y nos consta que lo hace) debe compartir con su compatriota Tomeke Boonen.<br />

Con ustedes Roger de Vlaeminck, tercer socio del selecto club de vencedores en los cinco monumentos ciclistas junto a Rick Van<br />

Looy y un tal Eddy Merckx. Amén de contar con dichas cinco grandes clásicas en su palmarés, léase la Classicissima, Ronde Van<br />

Vlaanderen, l´enfer du Nord, La Doyenne y La clásica de las Hojas Muertas, se trataba de un artista de la pista, el barro y la<br />

carretera. Agárrense que vienen curvas.

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