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48 ■ Sociedad
JULIO’05
◗
CALIDOSCOPIO
◗
Mientras los muertos decidan
DANIEL MATEO DÍAZ
¿Quién no haría cualquier
cosa para evitar una muerte
innecesaria? Una pregunta
que parece tener una respuesta
tan sencilla se ha
vuelto en las últimas semanas
en un debate nacional
sobre la conveniencia de las
negociaciones con la banda
terrorista ETA a consecuencia
de las supuestas intenciones
del Gobierno por negociar
con la banda, hecho
al que ésta ha respondido
con una oleada de ataques
que, hasta el momento de
escribir estas líneas, no han
originado víctimas mortales
que sumar a la lista.
A la pregunta con la que
comienza este artículo, añadamos
otra: ¿quién no haría
cualquier cosa para evitar
la muerte de un ser querido?
¿Cómo explicaremos a
los padres e hijos, a las esposas
y los esposos de las futuras
víctimas de ETA, que su
dolor se podía haber
evitado? Cuando
vemos la desolación
en que se
ven sumidos los familiares
de los
afectados por el terror,
lo vivimos como
algo lejano, que
jamás nos pasará a
nosotros.
Es duro, pero
bajo mi punto de vista, usar
a los muertos como una bandera,
está llegando a ser un
acto cuanto menos caprichoso
y egoísta. ¿Por qué no dejamos
por un segundo de
pensar en ellos y pensamos
en los que se les unirán si no
detenemos esto de una vez?
No se me ocurre una sola razón
por la que yo me escudara
en un familiar fallecido si
con este acto estoy favoreciendo
que otros sigan muriendo;
no se me ocurre una
razón por la que no odiar con
todas mis fuerzas a los que se
llevaron a ese ser querido,
pero tampoco la veo para no
odiar a los que no hicieron
nada para evitarlo o, aún peor,
a los que evitaron que se
hiciera algo.
Quizá la negociación no
sea la salida más satisfactoria,
pero probablemente es
una de las pocas que hay en
este momento. ¿Hay alguien
tan iluso que piense que la
banda terrorista dejará las
armas por sí sola? ¿Hay alguien
tan crédulo que piense
que las continuas detenciones
de miembros o supuestos
miembros culminarán
algún día con la total desactivación
de la banda?
Siempre habrá alguien dispuesto
a matar por sus ideales:
por muy terrible que
sea, nunca desaparecerán
del todo los fanáticos que
lleven hasta las últimas consecuencias
las motivaciones
de su cruzada.
El ceder no siempre tiene
que ser algo malo. Si el ceder
significa enfrentarnos a un
mal menor que sólo puede
traer consecuencia un bien
mayor, puede que sea hora
de dar ese paso. Puede que
sea el momento de dejar de
mirar a un pasado desagradable
para muchos, pero que
puede no serlo tanto para
otros tantos. Pues mientras
esto no acabe, todos somos
víctimas en potencia; ojalá
no haya más víctimas reales.
✒ Daniel Mateo
Díaz, estudiante de
comunicación audiovisual