02.10.2015 Views

Juan Bosch - Cuentos escritos en el exilio

  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

48 JUAN BOSCH<br />

a todos los terribles dioses de Haití, y Luis Pie, que temía<br />

a esas fuerzas ocultas, no iba a luchar contra <strong>el</strong>las porque<br />

sabía que era inútil.<br />

-¡Levántate, perro! -ord<strong>en</strong>ó un soldado.<br />

Con gran asombro suyo, <strong>el</strong> haitiano se sintió capaz de<br />

levantarse. La primera arremetida de la infección había pasado,<br />

pero él lo ignoraba. Todavía cojeaba bastante cuando<br />

dos soldados lo echaron por d<strong>el</strong>ante y lo sacaron al camino;<br />

después, a golpes y empujones, debió seguir sin det<strong>en</strong>er<br />

se, aunque a veces le era imposible sufrir <strong>el</strong> dolor <strong>en</strong> la<br />

ingle.<br />

Tardó una hora <strong>en</strong> llegar al batey, donde la g<strong>en</strong>te se<br />

agolpó para verlo pasar. Iba echando sangre por la cabeza,<br />

con la ropa desgarrada y una pierna a rastras. Se le veía<br />

que no podía ya más, que estaba exhausto y a punto de<br />

caer desfallecido.<br />

El grupo se acercaba a un miserable bohío de yaguas<br />

paradas, <strong>en</strong> <strong>el</strong> que ap<strong>en</strong>as cabía un hombre y <strong>en</strong> cuya puerta,<br />

destacados por una hoguera que iluminaba ad<strong>en</strong>tro la<br />

vivi<strong>en</strong>da, estaban tres niños desnudos que contemplaban la<br />

esc<strong>en</strong>a sin moverse y sin decir una palabra.<br />

Aunque la luz era escasa todo <strong>el</strong> mundo vió a Luis Pie<br />

cuando su rostro pasó de aqu<strong>el</strong>la impresión de v<strong>en</strong>cido a la<br />

de at<strong>en</strong>ción; todo <strong>el</strong> mundo vió <strong>el</strong> resplandor d<strong>el</strong> interés <strong>en</strong><br />

sus ojos. Era tal <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to que nadie habló. Y de pronto<br />

la voz de Luis Pie, una voz ll<strong>en</strong>a de angustia y de ternura,<br />

se alzó <strong>en</strong> medio d<strong>el</strong> sil<strong>en</strong>cio dici<strong>en</strong>do:<br />

-iPití Mishé, mon pití Mishé! ¿Tú no ta <strong>en</strong>ferme, mon<br />

pití? i Tú ta bi<strong>en</strong>?<br />

El mayor de los niños, que t<strong>en</strong>dría seis años y que pres<strong>en</strong>ciaba<br />

la esc<strong>en</strong>a llorando amargam<strong>en</strong>te, dijo <strong>en</strong>tre su<br />

llanto, sin mover un músculo, hablando bi<strong>en</strong> alto:<br />

-iSí, per; yo ta bi<strong>en</strong>; to nosotro ta bi<strong>en</strong>, mon per!<br />

Y se quedó inmóvil, mi<strong>en</strong>tras las lágrimas le corrían<br />

por las mejillas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!