02.10.2015 Views

Juan Bosch - Cuentos escritos en el exilio

  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO 57<br />

y <strong>el</strong> sarg<strong>en</strong>to se hallaban <strong>en</strong> la trocha, tal vez <strong>en</strong> un punto<br />

intermedio <strong>en</strong>tre varios tablones de caña. Dep<strong>en</strong>día de<br />

hacia donde estaba señalando <strong>el</strong> niño cuando decía "ése".<br />

La situación era realm<strong>en</strong>te grave, porque de lo que no había<br />

duda era de que ya había g<strong>en</strong>te localizando al fugitivo.<br />

El mom<strong>en</strong>to, pues, no era de dudar, sino de actuar.<br />

Rápido <strong>en</strong> la decisión, Encarnación M<strong>en</strong>doza com<strong>en</strong>zó a gatear<br />

con suma caut<strong>el</strong>a, cuidándose de que <strong>el</strong> ruido que pudiera<br />

hacer se confundiera con <strong>el</strong> de las hojas d<strong>el</strong> cañaveral<br />

batidas por la brisa. Había que salir de allí pronto, sin perder<br />

un minuto. Oyó la áspera voz d<strong>el</strong> sarg<strong>en</strong>to:<br />

-¡Métase por ahí, Nemesio, que yo voy por aqui! ~USté,<br />

Solito, quédese por aqui!<br />

Se oían murmullos y com<strong>en</strong>tarios. Mi<strong>en</strong>tras se alejaba,<br />

agachado, con paso f<strong>el</strong>ino, Encarnación podía colegir que<br />

había varios hombres <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo que le buscaba. Sin duda<br />

las cosas estaban poniéndose feas.<br />

Feas para él y feas para <strong>el</strong> muchacho, qui<strong>en</strong>quiera que<br />

fuese. Porque cuando <strong>el</strong> sarg<strong>en</strong>to Rey y <strong>el</strong> número Nemesio<br />

Arroyo recorrieron <strong>el</strong> tablón de caña <strong>en</strong> que se habían<br />

metido, maltratando los tallos más tiernos y cortándose las<br />

manos y los brazos, y no vieron cadáver alguno, empezaron<br />

a creer que era broma lo d<strong>el</strong> hombre muerto <strong>en</strong> la Colonia<br />

Ad<strong>el</strong>a.<br />

-¿Tú ta seguro que fue aquí, muchacho? -preguntó<br />

<strong>el</strong> sarg<strong>en</strong>to.<br />

-Sí, aquí era -afirmó Mundito, bastante asustado ya.<br />

-Son cosa de muchacho, sarg<strong>en</strong>to; ahí no hay nadie<br />

-terció <strong>el</strong> número Arroyo.<br />

El sarg<strong>en</strong>to clavó <strong>en</strong> <strong>el</strong> niño una mirada fija, escalofriante,<br />

que lo ll<strong>en</strong>ó de pavor.<br />

-Mire, yo v<strong>en</strong>ía por aquí con Azabache -empezó a<br />

explicar Mundito- y lo diba corri<strong>en</strong>do asina -lo cual dijo<br />

al tiempo que ponía <strong>el</strong> perrito <strong>en</strong> <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o-, y él cogió y<br />

se metió ahí.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!