Las 8 horas_NEW
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100<br />
i.lrciembre de i914 (178). El anticolegialismo üo bajar sus fuerzas<br />
-porque tarnbién hubo deserciones- de 12 a 5 senadores. Desaparecida<br />
la traba senatorial por un lado, y agudizada la desocupación por la<br />
acentuación de la crisis económica por el otro, el proyecto de Batlle de<br />
1911<br />
-que limitaba la jornada a 8 <strong>horas</strong> diarias y fuera aprobado con<br />
algunas modificaciones por la cámara de Representanteé en julio de<br />
1913- fue considerado casi de inmediato por este nuevo Senado.<br />
Desde octubre hasta su aprobación final el 17 de noviembre de rglb, se<br />
sucedieron sesiones interminables en que colorados batllistas,<br />
colo¡ados.¡iveristas y el único representante blanco, Alejandro<br />
Gallinal, discutieron co'' pasión y hasta la fatiga las virtudes y los<br />
vicios atribuidos a ese desiderátum del más ,,prófund,o sentimieito de<br />
solidaridad hu¡nana".<br />
El humaniüarismo y cierto difuso anticapitalismo informó las<br />
intervenciones de los batllistas radicales en pro áe hs g <strong>horas</strong>, como se<br />
vió en el informe favorable de la comisión del senado integrada por<br />
Julio Maúa Sosa, Juan Paullier y Domingo Arena. No era ,,ln nom)bre<br />
de las conuenienci.as del obrero" que se proponía esa jornada, sino<br />
,,en<br />
nombre d.e las mds estricta justicia... de in profunáo senti¡niento d.e<br />
solidarid,ad, htunona", pues las jornadas exCesivas minaban la salud<br />
del trabajador, anuliaban su vida familiar y debilitaban las fuerzas de<br />
"la patria".(1791<br />
Pero en las intervenciones orales de dichos senadores se advierte<br />
un tono anticapitalista que espantó a las clases conservadoras, y al investigador<br />
actual le suena emparentado con el socialismo'e id""t<br />
afines, riesgosas para el orden vigente. Tanto más cuanto ese orden era<br />
el de un país dependiente y en crisis en el año 1915, y con jornadas de<br />
más-de 10 <strong>horas</strong> (que llegaban a 15 y 16) en el quintó de sús obreros y<br />
empleados.<br />
.Domingo Arena, luego de hacer mención a ,,la sangre obrera', qrre<br />
corúa por sus venas, afirmó que: "<strong>Las</strong> refonnas obreristas<br />
trardn... sicrnpre en primera fil,a-.. Y anticípo d.esde ahora ^" que "n"ár-<br />
no sé<br />
hasta cudndo las reiuindicacíanes obreras rne p&recenin excesiuas:<br />
creo que nuestra deuda con los que todo hacen, con los que tod.o la producen,<br />
es inrnensa (y aunque se sucedieran abusos de lós obrerosf esos<br />
abusos no serán sino una pobre reaccün contra las infinitos oburo,<br />
que uienen sufriend.o desde que el mundo es rrtundo,'.<br />
Los "Muy bien! Muy bien!" y los "Aplausos en la barra', que provocaron<br />
estas palabras, no tranquilizaron por cierto el ánimolel'empresariado.(<br />
180)<br />
.<br />
Juan Paullier, al contestar el argumento de la oposición sobre el<br />
perjuicio que la jornada unifo¡me para todas las activihades causarla a<br />
la industria nacional, reiteró sus palabras de 1913 en la cárnara de Representantes,<br />
ante la mirada ya torva del patronato: "Si hay en mi<br />
patria urn ind.ustria que rn pueda uiuir,y pft)sperar mós que a la so-m'<br />
'bra d.e Ia explotacün d.el hombre por el hombre, maldita seo esa industria,<br />
y cuanto antes d'esaparezca, mejor!".(181)<br />
La impresión del investigador actual sobre lo radical que era en<br />
101<br />
agitar las 8 horás como bandera reivindicadora, nace de<br />
ur" -o*"nio<br />
que ellas se próclamaron en medio del notable endurecimiento de las<br />
condiciones áe habajo que el patronato había podido imponer desde<br />
1913-14, jugando la cártá de h -abundancia de desocupados' En 1915 el<br />
reformismo- le estaba arrebatando al empresariado una ventaja<br />
"natural" del mercado, y, para peor, todavía insinuaba que toda "rei'<br />
vindicación obrera" -como el peligroso salario rnlnimo- era' en<br />
esencia, justa y atendible.<br />
Es óierto, empero, que el batllismo moderado, qty lig-ado a los<br />
intereses inriustriales, prócuró calmar las inquietudes de esa burguesía<br />
haciéndole ver otras ventajas que el Gobierno podía ofrecer a cambio<br />
de su aceptación de las 8 <strong>horas</strong>. El senador batllista José L' R'amasso<br />
observó que "si querernos estimular a la industria es necesarin"' que<br />
hagamos marchir simultdneamente este propósito de meioramiento<br />
ob"rero... con eI ¡nismo propósito de meiorarnícnto pora esas indus'<br />
trias" ll82l.El "propóslto'tera aquel al que ya había hecho referencia<br />
expresa et ttlinistro áe Hacienda Pbdro Cosio, al mencionar la voluntad<br />
dei Ejecutivo de promover leyes de protección aduanera.( 183)<br />
Én efecto, "n<br />
tgt¡ se aprobaron varias medidas que incrementaron<br />
los ya elevados derechoi de aduana que pagaban las mercade¡ías<br />
extranjóras (184). y aunque para ello incidieron sobre todo motivos<br />
fiscalistas, lo cierto es que tales subas obraron también para proteger<br />
la producción de la industria nacional.<br />
- De cualquier manera, la documentación consultada y que-expondremos<br />
e' urifutn"o tomo, testimonia que por lo generai los industriales<br />
no se dejaron convencer con este cánje y no perdonaron al refor'<br />
mismo la perdida de su control del mercado y la jornada de trabajo'<br />
:¡rt|l<br />
También de la invesüigación nace la certeza de que la discusión<br />
sobre Ia jornada de 8 <strong>horas</strong> a fines de 1915 en pl Senado nueve meses<br />
de los comicios de julio de 1916 para constituyentes- fue la prime'<br />
-a<br />
ra donde todas las fuérzas políticas advirtieron claramente la trascendencia<br />
electoral de una ley laboral.<br />
Los senadores dembstraron ser plenamente conscientes de las