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Seminario Internacional

Calidad Educacin

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CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR Y GÉNERO EN AMÉRICA LATINA<br />

incluyen los exámenes de admisión, los criterios explícitos para la promoción y las becas, han<br />

permitido a las mujeres entrar a la universidad en números históricamente altos y, a algunas<br />

de ellas, ser exitosas. Sin embargo, la meritocracia es deficiente para la mayoría de las mujeres<br />

debido a la falta de igualdad de circunstancias, junto con una discriminación intencional y no<br />

intencional. Si el mérito fuera el único elemento para lograr algo, podríamos preguntarnos por<br />

qué la mayor parte del talento bruto es atributo de hombres que sin duda ocupan las posiciones<br />

de liderazgo en instituciones claves de la sociedad (McNamee and Miller, 2009). Las fallas en el<br />

sistema existen sin importar las reglas de competencia establecidas, las cuales en su mayoría<br />

son claras y transparentes en lo tocante a procedimientos y criterios para ganar. Necesitamos<br />

evidenciar las patologías de la meritocracia y deconstruir su ideología mediante la denuncia de<br />

sus fallas y el respaldo a nuestros argumentos con hallazgos de investigación sólidos.<br />

EFECTOS PERNICIOSOS DEL<br />

SISTEMA MERITOCRÁTICO<br />

La idea del merecimiento es endémica en la meritocracia y el sistema sigue existiendo sin<br />

cuestionamientos. Young (1958), al examinar los graves efectos secundarios de la meritocracia,<br />

explica por qué el sistema ha permanecido intacto: para algunos, se trata de la erosión de la<br />

autoestima de quienes ocupan la parte baja de la sociedad, como lo define el individuo. Cuando<br />

estas personas creen que su actual estatus en la sociedad se debe a su falta de talento o trabajo,<br />

se culpan a sí mismas. “Al ser tan hirientemente despreciados por gente que ha tenido éxito, es<br />

fácil que se desmoralicen [...] Nadie ha dejado tan moralmente desnuda a una clase marginada”<br />

(Young, 2001: 12-13, citado por Alvarado 2010). Quienes se encuentran en la cima piensan<br />

que merecen lo que han logrado, y la ironía de los sistemas de méritos es que afirman que se<br />

encuentran ahí únicamente gracias a sus méritos, y la mayoría de quienes se encuentran abajo<br />

aceptan sus afirmaciones.<br />

A pesar de su mayor sensibilidad frente a los prejuicios generales, las mujeres aprecian<br />

a los hombres exitosos y tienden a internalizar los juicios basados en méritos individuales. A<br />

menudo se describe a las mujeres como la causa del problema: “les falta confianza”, “no están<br />

dispuestas a competir” o “no se arriesgan”, sin embargo, lo que ocurre es que tal vez aceptan<br />

como cierta la idea que con frecuencia deben enfrentar, en el sentido de que ellas, no solo<br />

como grupo sino también de forma individual, son menos capaces, menos merecedoras y<br />

menos valiosas, o carecen de capacidad de negociación. Pueden incluso temer, con razón, las<br />

crueldades de estas jerarquías piramidales que humillan y silencian a quienes se salen de la<br />

norma. Ciertamente es probable que cualquier mujer que pretenda alterar los procesos basados<br />

en el ‘mérito’ sea calificada como “quejumbrosa”, alguien que simplemente no es capaz de<br />

competir. Mientras tanto, los hombres con méritos, cuyo estatus superior ha sido confirmado y<br />

reconfirmado, con frecuencia se sienten complacientes con el funcionamiento del sistema.<br />

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