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Seminario Internacional

Calidad Educacin

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CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR Y GÉNERO EN AMÉRICA LATINA<br />

treinta y cuarenta del siglo XX se generó al interior del sistema educativo una nueva expectativa<br />

con relación con la educación de las mujeres, centrada fundamentalmente alrededor del acceso<br />

al bachillerato, situación que permitía a las mujeres cumplir un requisito básico para acceder a la<br />

Universidad. La maestra María Luisa Salazar, quien fue docente universitaria, relata que cuando<br />

se abrieron los colegios para bachillerato (1934) “hubo una avalancha de jóvenes para ir a los<br />

colegios femeninos, porque fueron las mismas maestras las encargadas de hacer una campaña<br />

para indicar a las madres la importancia de la educación de sus hijas”. Al parecer, lo mismo pasó<br />

con la educación superior. Cuando se abrió la Facultad de Filosofía y Letras y algunas de estas<br />

maestras fueron profesoras, incentivaron a sus alumnas para que ingresaran. Con respecto a la<br />

labor de estas maestras, el educador Gonzalo Abad Grijalva, quien también fue partícipe de ese<br />

proceso, señala: “Todas estas mujeres como Angélica Carrillo de Mata Martínez, Elisa Ortiz de<br />

Aulestia, Blanca Margarita Abad, Clemencia Soria de Bonilla, Carola Castro, María Luisa Salazar<br />

de Félix, ya tienen un criterio feminista de la educación” y atraían a las muchachas para que<br />

se educaran. De acuerdo con lo que señala, estas maestras y otras contribuyeron a cambiar la<br />

mentalidad de la época haciendo de la educación femenina un programa de toda su vida.<br />

En la década de los cuarenta, María Angélica Carrillo, fundadora del colegio 24 de Mayo<br />

de Quito y quien obtuvo su doctorado en Alemania, inscribe la necesidad de la educación de<br />

las mujeres dentro del desarrollo social y productivo del país. Afirma que la mujer ecuatoriana<br />

ya no puede ser considerada como simple flor ornamental del hogar, como simple custodia de<br />

tradiciones espirituales, sino que requiere una formación integral para que asuma un rol activo<br />

en la nación. Aunque no cuestionó el rol de las mujeres como madres y esposas, la educación<br />

debía propiciar que las mujeres asumieran una posición cívica “en el devenir social y cultural del<br />

país”… “y sean conscientes de sus deberes y derechos como ciudadanas” (cit. en Rodas 2000:66).<br />

Se trataba, al mismo tiempo, de una lucha por la autonomía. Al señalar esta problemática se<br />

estaba incidiendo en una discusión más vasta sobre la incidencia de la educación de las mujeres<br />

no solo en el campo educativo sino en la participación de las mujeres en la nación.<br />

En el Anexo No. 2 puede verse en cifras la participación femenina en la educación<br />

superior respecto a la población de 12 y más años de edad en el transcurso de este tiempo. Si en<br />

l950 las mujeres con instrucción superior representaban el 0, 2%, en 1962 son el 0.5%, en l974 el<br />

2%, en 1982 representan el 5%, en 1990 el 9.9%, en el 2001 el 12.7%, llegan en el 2010 al 18%. Se<br />

trata de un lento pero cada vez más creciente acceso de las mujeres a la educación superior.<br />

LA EDUCACIÓN Y EL MUNDO PÚBLICO<br />

La acción pedagógica de las maestras ilustradas no solo contribuyó al proceso de formación<br />

de las mujeres como sujetos modernos, sino que dio lugar a su participación como actoras<br />

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