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Mircea Eliade - NACIMIENTO Y RENACIMIENTO - Universidad del ...

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Taittiriya-samhita (I, 3, 2). La misma obra (VI, 2, 5, 5) también repite la imagen <strong>del</strong> dikshitaembrión,<br />

completada con la de la cabana asimilada al útero, una imagen extremadamente<br />

antigua y extendida. Cuando el dikshita sale de la cabana, es como el embrión emergiendo <strong>del</strong><br />

útero. El Maitrayani-samhita (III, 6, 1) dice que el iniciado deja este mundo y «nace en el<br />

mundo de los dioses»; para el dikshita, la cabana es el útero, y la piel <strong>del</strong> antílope la placenta. La<br />

razón de este retorno al útero es continuamente subrayada: «En realidad el hombre no ha nacido.<br />

Es a través de sacrificio como nace» (III, 6, 7). Y se insiste en que el verdadero nacimiento <strong>del</strong><br />

hombre es espiritual: «El dikshita es semen», añade el Maitrayani-samhita (III, 6, 1); es decir, a<br />

fin de alcanzar el estado espiritual que le permitirá nacer entre los dioses, el dikshita debe<br />

convertirse simbólicamente en lo que ha sido desde el principio. Suprime su existencia<br />

biológica, los años de vida humana que ya han transcurrido, a fin de regresar a una situación que<br />

es, a la vez, embionaria y primordial; "regresa" al estado de semen, es decir, de pura virtualidad.<br />

Este tema de regresar a fin de suprimir la duración histórica que ya ha transcurrido y de iniciar<br />

una nueva vida, con todas las posibilidades intactas, ha ob sesionado tanto a la humanidad que<br />

lo hallamos en muchos contextos e incluso en soteriologías y misticismos altamente<br />

desarrollados. 44 Obviamente, todos estos ritos iniciáticos de regreso al útero cuentan con un<br />

mo<strong>del</strong>o mítico: es Indra quien, a fin de impedir el nacimiento de un monstruo aterrador tras la<br />

unión entre la palabra (vak) y el sacrificio (yajña), se convierte a sí mismo en un embrión y<br />

entra en el útero de Vak. 45<br />

Quisiera dedicar una atención especial a este punto: el regreso al útero representado por<br />

el diksha es renovable; se lleva a cabo cada vez que se realiza el sacrificio soma. Y como el<br />

oficiante ya ha "nacido dos veces" en virtud de su iniciación (upanayana), se desprende que el<br />

propósito <strong>del</strong> diksha es regenerar al oficiante de manera que pueda participar de lo sagrado. Este<br />

regreso al útero implica, obviamente, la abolición <strong>del</strong> tiempo pasado. Los textos no lo dicen así<br />

explícitamente, pero no existe explicación para el regreso al principio excepto si no es por el deseo<br />

de iniciar de nuevo una existencia "pura"; es decir, una existencia que no haya padecido los<br />

nocivos efectos <strong>del</strong> tiempo. También se utiliza el mismo ritual en otras ocasiones; por ejemplo,<br />

el novicio que ha roto sus votos debe permanecer toda la noche junto al fuego, envuelto en una<br />

piel de antílope negro de la que sale gateando al amanecer (Baudhayana-dharmashastva, III, 4,<br />

4). Permanecer envuelto en una piel significa gestación y salir gateando simboliza un nuevo<br />

nacimiento. El rito y el significado pueden hallarse en otros niveles culturales. Entre algunos<br />

pueblos bantúes, el muchacho, antes de ser circuncidado, es objeto de una ceremonia llamada<br />

«nacer de nuevo". El padre sacrifica un carnero, y tres días después envuelve al muchacho en la<br />

membrana <strong>del</strong> estómago <strong>del</strong> animal y en su piel. Pero antes de ser envuelto, el muchacho tiene<br />

que acostarse junto a su madre y llorar como un bebé. Permanece en la piel <strong>del</strong> carnero durante<br />

tres días. Añadiré que a los muertos se les entierra envueltos en pieles de carnero y en una<br />

posición embrionaria. 46<br />

Regresando a la India, todavía tenemos que examinar otro rito que incluye regresar al<br />

útero. También éste se lleva a cabo con el propósito de obtener un nuevo nacimiento, tanto para<br />

alcanzar un modo de vida superior (para, por ejemplo, convertirse en un brahmán) o bien para<br />

purificarse de alguna gran profanación (por ejemplo, el representado por viajar a un país<br />

extranjero). Este rito es el hiranyagarbha, literalmente "embrión dorado". Descrito por primera<br />

vez en el Atharva-veda Parishishta (XIII), dio muestras de una vitalidad excepcional, ya que<br />

siguió en uso hasta el siglo xix. 47 La ceremonia procede de la siguiente manera: la persona que<br />

se somete se coloca en un receptáculo dorado en forma de vaca, y tras emerger de él se le<br />

considera un bebé y pasa a través de los ritos <strong>del</strong> nacimiento. Pero como dicho receptáculo es<br />

muy caro, se suele utilizar una reproducción dorada de un útero (yoni). La persona sometida al<br />

rito es asimilada al embrión dorado (hi-ranyagarbha). Este nombre también es uno de los<br />

sobrenombres de Prajapati o de Brahmán, lo cual no resulta difícil de entender, pues en India, al<br />

igual que todas partes, el oro es un símbolo de inmortalidad y perfección. Al ser transformado<br />

en un embrión dorado, la persona sometida al rito se apropia de alguna manera de la<br />

indestructibilidad de dicho metal, participando de la inmortalidad. El oro es solar. A este<br />

respecto también existe todo un complejo mítico-iconográfico que presenta al sol descendiendo<br />

en la oscuridad de la misma manera que el novicio, como embrión, entra en la oscuridad uterina<br />

de la cabana iniciática. 48

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