En esta catequesis: 1.- Instrucción sobre la Oración 2.- La Oración ...

El alma “poseída” por Dios, es preciosa vasija sellada
de la que exhala el aroma que la colma. Sellada, porque
el amor consagra y la posesión hace de la propiedad, uno
solo, y solo Él abre y cierra ese sello puesto en el
espíritu que se ha dado a Él. Exhala, porque el aroma de
Dios es tan potente que no solo llena el interior sino
que impregna la materia, de modo que el efluvio
espiritual se derrama, pasa y va entre la muchedumbre,
purificándola del olor de la carne y de la sangre.
Si las criaturas supieran que es “la posesión” de Dios,
todos querrían ser “poseídos”. Pero para saberlo es
necesario dar el primer paso, el primer acto de
generosidad, de renuncia, y después perseverar en aquel
primer acto. Lo demás viene solo, porque así como el polo
‘A’ es atraído por el más fuerte, el polo ‘Z’, así
igualmente el alma que se ha puesto en la órbita de Dios
viene atraída por Él mismo, desde cualquier punto de la
órbita donde se encuentre.
Porque Yo soy el Alfa y la Omega y abrazo todo cuanto
existe. Solo el querer humano contrario, que pone bajo el
sello de la Bestia, desvía mi acción. Por ello, si
vuestra voluntad es hacia la materia, mi Voluntad no
puede actuar porque es Espíritu y actúa sobre vuestro
espíritu, y éste muere donde reina la materia.
“El alma “poseída” por Dios se asemeja a Él, de tal modo
que hasta la forma externa y material de su ser sufre
modificaciones. Dios se trasluce en su mirada, en sus
palabras, en su sonrisa, en la majestad de su nueva
expresión, por lo que quien la siente, dice: “Aquí hay
algo que no es de esta tierra”.
Hay que renacer en el Espíritu para poder entrar en la
órbita de Dios y vencer a la carne y a su dueño: Mamona –
demonio dios del dinero. Entonces se da la “posesión”,
Paraíso anticipado sobre la tierra, feliz ascensión del
alma al cielo en la muerte, plenitud del Paraíso en mi
Reino donde los “Míos” estarán conmigo para siempre, luz
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