Contos de ida e volta Contos de ida e volta Contos de ida e volta

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70 c u e n t o s d e i d a y v u e l t a Cuentan que una vez un rey invitó a su mesa a marqueses, duques, condes y otra mucha gente rica. Al acabar de comer, el rey les mostró a sus invitados un coche de oro con dos caballos también de oro macizo, y les preguntó cuánto creían que valían. −¡Sabe dios cuánto! −decían unos. −¡Cuánto podrán valer! −decían otros. El rey, descontento con las respuestas, invitó a unos campesinos y les hizo la misma pregunta. Uno de ellos se adelantó y respondió: el coche y los caballos −Enero rabioso, febrero amoroso, marzo ventoso y algo lluvioso, abril de aguas, mayo pardo y San Juan y Santiago claros valen más que el coche y los caballos.
Allá en los tiempos del hambre, andaba un mendigo pidiendo comida por las aldeas. Harto de que siempre le diesen con la puerta en las narices, un día se las ingenió para conseguir comida. Cogió una piedra en el borde del camino y llamó a la primera casa que encontró que parecía de buena familia. Cuando la dueña de la casa le abrió la puerta, le dijo: −Muy buenos días, señora. Soy un pobre mendigo que nada tiene que llevarse a la boca. Si fuese usted tan amable de poner al fuego una olla con agua, yo ya me las arreglaría para hacer un caldito con esta piedra. La vieja, contrariada, le dijo que no le costaba nada poner una olla con agua al fuego, pero se mostró escéptica con la receta del mendigo. A pesar de ello, lo hizo pasar y le puso la olla de agua al fuego. El mendigo metió la piedra dentro, y le dijo al ama: −Bien, pues ahora ya solo queda esperar a que esté bien cocida. −Pero eso no te alimentará −dijo la mujer−, ¿qué c u e n t o s d e i d a y v u e l t a el caldo de piedra caldo se puede hacer de una piedra, sin berzas ni carne ni nada? −¡Pues vaya! ¡El mejor caldo del mundo es el que voy a hacer, señora, que las piedras tienen mucha sustancia! Pero claro está −continuó−, quedaría mejor con un manojo de aquellas berzas que tiene en el mesado... por darle algo de color, nada más. −Échale entonces unas cuantas, si crees que le van a ir bien. −Y ahora, si tuviese un poquito de unto, aunque solo fuese para darle más cuerpo, el caldo quedaría bastante más sabroso... −Claro que sí, aquí tienes. −Gracias... y una patata tampoco le iba mal, no señora, aunque solo fuese para dejarlo más nutridito... Y así fue solicitándole toda clase de ingredientes, desde cabeza de cerdo hasta chorizos, gordos y delgados, pasando por el tocino, los lacones, etc., siempre con la excusa de "mejorar" el caldo, ya de por sí sustancioso y sabroso, que iba a resultar de la piedra. 71
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