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EL HOMBRE COMO SER-TRASCENDENTE: UNA PERSPECTIVA JUDEOCRISTIANA<br />
Ludwig Schmidt H<br />
tal y como soy». Su corporeidad es manifestada en forma integral, su manera de existir (la<br />
del sujeto), la forma de existir del propio yo, así como la manera de existir y manifestarse el<br />
otro, la fenomenología existencial ha propuesto la distinción entre cuerpo objeto y cuerpo<br />
propio. El cuerpo objeto, el cuerpo tal como es estudiado por la anatomía o por la fisiología,<br />
por ejemplo, sólo admite relaciones exteriores y mecánicas. En cambio, el cuerpo propio o<br />
cuerpo sujeto, designa el centro de «mi» existencia, en cuanto que posibilidad de sentir,<br />
percibir y actuar en el mundo. Este cuerpo propio no puede decirse que me pertenezca,<br />
como tampoco puede decirse que yo pertenezco a mi cuerpo. La relación es tal que no<br />
puede existir diferencia entre poseedor y poseído. De este cuerpo sujeto no puede tenerse<br />
más conocimiento que el que cada uno posee, y de hecho es el que constituye mi punto de<br />
vista inmediato sobre el mundo, «punto de vista sobre el cual ya no puedo adoptar punto<br />
de vista» Sartre (1943:416s).<br />
j. La autoposesión, el dominio de sí. Se relaciona con el anterior, el «ser-yo-mismo»<br />
en relación con hacerme consciente de mis fortalezas y debilidades, mis habilidades y<br />
destrezas, mi ser inacabado que le voy dando forma, en el ejercicio de mi libertad y según el<br />
contexto en que me desenvuelvo y transforma, con miras a lograr mi proyecto de vida.<br />
k. El ser-ético: El ser-ético es una dimensión del ser humano que identifica al<br />
verdadero hombre y mujer, es el eco de una voz más profunda, nacida de su propia<br />
interioridad. Es una fuerza que se impone al sujeto desde su fuero interno, sin ningún tipo<br />
de influencia externa, respetando su libertad, la cual puede obviamente elegir otros<br />
caminos diferentes, para satisfacer otras apetencias o intereses deshumanizantes. Ergo, el<br />
ser-ético es una persona que orienta su realización humana, libre y responsablemente hacia<br />
su por-venir.<br />
l. La experiencia de la libertad. La persona es un ser-libre que parte de su ser-racional<br />
y su ser-ético, por la que domina sus propios actos, «quod dominium sui actus habet,<br />
liberum est in agendo» (SC, III, 112). El ser humano en su autonomía puede contradecirse y<br />
degradarse, puede negarse a hacer algo que tiene que hacer (por omisión o manipulación)<br />
hasta hacer actos heroicos sin precedentes. La facultad que yo poseo por mi dignidad de<br />
querer y/o poder conocer, hacer y tener o, no-conocer, no-hacer y no-tener, según mi<br />
voluntad. Se manifiesta en diversas formas: (1) la libertad sociológica, que es el sentido<br />
originario de libertad 35 ; (2) la libertad psicológica es, normalmente, la capacidad que posee<br />
el individuo, «dueño de sí mismo», de no sentirse obligado a actuar a instancias de la<br />
motivación más fuerte; (3) la libertad moral es la capacidad del hombre de decidirse a<br />
actuar de acuerdo con la razón, sin dejarse dominar por los impulsos y las inclinaciones<br />
espontáneas de la sensibilidad; (4) tanto la libertad psicológica como la moral pueden<br />
reducirse simplemente a la libertad de la voluntad, que puede definirse como la facultad de<br />
decidirse por una determinada conducta mejor que por otra igualmente posible, o<br />
35 se refiere, en la antigüedad griega y romana, a que el individuo no se halla en la condición de esclavo, mientras que, en la actualidad alude a la<br />
autonomía de que goza el individuo frente a la sociedad, y se refiere a la libertad política o civil, garantizada por los derechos y libertades que amparan al<br />
ciudadano en las sociedades democráticas (DFH).<br />
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