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EL HOMBRE COMO SER-TRASCENDENTE: UNA PERSPECTIVA JUDEOCRISTIANA<br />
Ludwig Schmidt H<br />
progresivamente y, que desde la teología, es un camino de realización que culmina en la<br />
presencia de Dios.<br />
La experiencia de lo trascendente en lo religioso<br />
Como consecuencia propia de los trascendentales antropológicos surge la necesidad de hablar de<br />
“Dios”, lo que para algunos es una entelequia filosófica, un discernimiento y revelación teológica,<br />
o simplemente, una manera de explicar un misterio o algo que está más allá de lo que puede ser y<br />
hacer el hombre. Para otros, es una cuestión que parte de la experiencia propiamente humana e<br />
interrogando a grandes pensadores, creyentes o ateos. Lo cierto es que es una experiencia<br />
personal y comunitaria. Los textos y diccionarios definen a “dios” como ser sobrenatural, superior<br />
al mundo, al que a menudo se le considera creador y se le da carácter de persona y de quien<br />
dependen las normas de moralidad.<br />
Las religiones pueden hablar de un dios o de muchos. Para el teísmo, ser personal, único,<br />
trascendente al mundo, pero presente en él, y creador. En la tradición monoteísta (judía, cristiana<br />
y mahometana) “Dios” es un ser personal, absoluto y trascendente, infinito e infinitamente<br />
perfecto, creador del universo, omnipotente y omnisciente.<br />
La experiencia religiosa se vincula con la moralidad. Sin embargo, la moral es vista como el<br />
autoperfeccionamiento del hombre 38 , y la religión como medio para perfeccionarse a sí mismo.<br />
Esto es una realidad ancestral, ya que para las corrientes platónicas y neoplatónicas el encuentro<br />
con Dios y la perfección propia son obstaculizados por el contacto con el mundo sensible; la única<br />
actitud posible es "intentar huir de la tierra, a allá arriba, lo antes que se pueda" (Teeteto, 76a).<br />
Semejante actitud es consecuencia de la desvalorización del mundo sensible, pues la realidad<br />
verdadera no es lo sensible, sino lo inteligible del hiperuranio 39 .<br />
El hecho religioso<br />
Esta pregunta produce sin duda resultados sorprendentes. Prácticamente cualquier persona a la<br />
que se le haga esta pregunta, como anteriormente se expusiese, tendrá una respuesta acorde con<br />
sus creencias y con su contexto socio-cultural.<br />
El término “religión”, uno se encuentra que este proviene del latín, religio, que deriva de relegere,<br />
recoger, repasar, releer, o de religare, religar. Xavier Zubiri dice:<br />
La religación (religatum esse, religio, religión en sentido primario) es una dimensión formalmente constitutiva<br />
de la existencia. Por tanto, la religación o religión no es algo que simplemente se tiene o no se tiene. El hombre<br />
no tiene religión, sino que, velis nolis, consiste en religación o religión. Por esto puede tener, o incluso no tener,<br />
una religión, religiones positivas. Y, desde el punto de vista cristiano, es evidente que sólo el hombre es capaz<br />
de Revelación, porque sólo él consiste en religación: la religación es el supuesto ontológico de toda revelación.<br />
Los escolásticos hablaron ya de cierta religio naturalis; pero dejaron la cosa en gran vaguedad al no hacer mayor<br />
38 La moral religiosa, y en concreto la cristiana, acepta y apoya la coherencia de la ética auténticamente humana. Afirma también el valor absoluto del<br />
hombre, base de la ética no religiosa, y se constituye en advertencia continua a la ética humana para que no caiga en el excesivo relativismo, peligro de<br />
formalismo y tentación de totalitarismo<br />
39 Es un ámbito cosmológico de la verdad en el pensamiento platónico y socrático. Platón da toda la realidad al mundo del ser, siendo las cosas del mundo<br />
físico imitaciones del Hiperuranio, porque tienen más realidad las ideas que las cosas. No se puede negar que el dualismo platónico influyó en algunas<br />
corrientes de la ascética cristiana; de ahí se derivó una ascesis de separación. El platonismo, considerando indispensable la separación del mundo sensible,<br />
se oponía al dogma cristiano en lo que tiene de más esencial: la encarnación del <strong>Ver</strong>bo y la revelación a través de ella del misterio de Dios.<br />
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