Leonardo Sbaraglia

los Estados Unidos. Los análisis de Kessel aparecen
con frecuencia en el Wall Street Journal,
el Business Week y Los Ángeles Times. Pero el
hombre conoció un día al Dalai Lama, a la
Madre Teresa, y empezó a practicar yoga y a
meditar. Así fue como descubrió que los asesores
financieros se salteaban un tema importante:
no eran meditativos. Kessel combinó sus
conocimientos financieros con sus conocimientos
de budismo y elaboró un manual de felicidad
financiera que tituló: La fortuna en tus manos.
“Es innegable que la mayoría de nosotros dedicamos
mucho tiempo simplemente a desear. Aun
más, muchas veces actuamos según estos deseos
pero no logramos una libertad financiera. Es
como si una fuerza exterior nos hiciera despilfarrar
nuestro capital, bien sea el financiero o el
espiritual. Esta fuerza es conocida en varias tra-
diciones budistas como Mente Deseante”.
La ciencia ya sabe quién es el hombre más feliz
del mundo. Es hijo de un filósofo francés, se
llama Matthieu Ricard, tiene 62 años y es doctor
en genética molecular en el Instituto Pasteur.
Bah, era doctor, cuando aun no era tan feliz como
ahora. En 1972, Ricard abandonó su vida académica
y se fue a los Himalayas a vivir la vida en un
monasterio budista. Hizo fotografías de maestros,
escribió best-sellers sobre su experiencia
espiritual, publicó un libro imperdible de diálogos
con su padre, se ordenó monje y, básicamente,
se dedicó a meditar. Dos años atrás, el laboratorio
de neurociencia afectiva de la universidad
de Wisconsin analizó las resonancias magnéticas
de su cerebro, junto al de otros meditadores que
llevaban, como mínimo, diez mil horas de práctica,
y llegó a la conclusión de que la mente de
significado. Meditar
no es "reflexionar", sino
replegarse y tomar
distancia de uno mismo.
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