Leonardo Sbaraglia

“Elijo mis
papeles. Ya hace
tiempo que tengo
esa suerte, y
también un trabajo
hecho. Cada uno se
va forjando su
destino. Es una
cuestión de
elecciones. Me
puedo pasar un
año sin trabajar si
no aparece nada
que me interese.”
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POR NICOLÁS E. PERALTA
FOTOS LEANDRO SÁNCHEZ
R
ing, ring. Llama. Del otro lado del
teléfono, al otro lado del Atlántico,
alguien con expresión suave atiende.
"Esperaba tu llamado." Es que
por estos días Julieta Cardinali está promocionado
la película de los debutantes Marcelo
Trotta y Vivián Imar en la que trabajó: Tres
deseos. En este film se mete en la piel de Ana.
Son noventa y cinco minutos que transcurren
en Colonia del Sacramento, Uruguay, en los que
se cuenta la historia de una pareja en crisis,
Pablo (Antonio Birabent) y Victoria (Florencia
Raggi), que cruza el charco para festejar el cumpleaños
40 de ella. El pasado empieza a removerse
cuando aparece Ana, una novia que Pablo
abandonó hace doce años.
La película ha sido seleccionada en el Festival
de Roma y premiada por el Primer Festival
Internacional de Kiev, cuenta Julieta mientras
se intercambian las primeras palabras de cortesía
por el teléfono. Se agradece la comunicación,
se pregunta por el clima
madrileño, se hace como
que no se sabe por qué
está allá, en la madre
patria. “Estamos “Estamos acompañandoñando
a a Andrés que está de
gira”, comenta ella, ella, que que está en en
pareja pareja con Andrés Calamaro Calamaro
desde hace cuatro años años y
medio. El “estamos” “estamos” es por
Charo, la hija de tres años que
está allí junto al teléfono. Se
escucha su voz, aguda, portándose
más o menos mal, como su
edad lo permite.
Por estas horas la bella
Julieta, que acompaña acompaña a su
rockero Romeo en gira, está en
su cotidiano rol de mamá. Pero
se da un tiempito, entiende que es parte de su
trabajo. “Desde que recibí el guión de Tres deseos
hasta que vi el primer corte, me pareció buenísima.
Cuenta lo que es el amor y el desamor. Me
encanta el personaje, me encantan los diálogos,
me cierra por todos lados. Me da placer promocionar
esta película. Da orgullo estar en esa
película.”
—No siempre pasa eso, ¿no?
—No siempre quedás conforme del todo. Y el
riesgo de estar en una opera prima es que no
conocés nada anterior, no tenés una referencia
de cómo filma el director. El guión me pareció
excelente, y lo hice.
—¿Sos selectiva con tus trabajos?
—Soy de elegir mis papeles. Ya hace tiempo
que tengo esa suerte. Tengo suerte pero también
un trabajo recorrido. Te ven en una película y te
llaman para otra. Me considero una persona
trabajadora. Ahora me llaman ciertos directores.
Yo no me quedé en hacer tiras o telenovelas.
No era el camino que me interesaba. Pero si me
hubiese gustado lo hubiera hecho. Cada uno se
va forjando el destino. Es una cuestión de elec-
ciones. Me cuesta mucho
más decir que sí que decir
que no, y me puedo pasar
un año sin trabajar si no
aparece nada que me interese.
A lo mejor, de más
adolescente me dejaba llevar
más y ver qué me tocaba.
Después, a medida que
fui creciendo, madurando,
fui entendiendo qué me
gusta, qué va con mi physique
du rol, con mi
capacidad. No tengo la
varita mágica, pero lo
primero que me tiene
que gustar es el guión; si
me gusta la historia, hay
factores a tener en cuenta:
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