En la pampa [microform] : narraciones guachescas de la república ...
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-ES liA PAMPA 165<br />
<strong>de</strong> tanta calma, era algo agitándose magestnosamente<br />
soberbio en el centro <strong>de</strong> un cosmorama<br />
sublime!<br />
Pero, todo á nuestros ojos giraba cada Tez<br />
más, precipitándose tumultuoso en <strong>la</strong> vertiginosidad<br />
fantástica <strong>de</strong> <strong>la</strong> fiebre que empezaba á<br />
conturbar nuestro cerebro. Apenas, si en esa<br />
ansiedad tantálica, atinábamos á tirar <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
rienda para levantar los brutos, conservando<br />
así su furia, sus alientos, su vida, que era <strong>la</strong><br />
esperanza suprema que alimentábamos en <strong>la</strong><br />
suprema <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> agonía eterna<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> sed. <strong>En</strong> medio <strong>de</strong>l dolor agudo, ora<br />
punzante ora intenso, que parecía poco á poco<br />
ta<strong>la</strong>drar nuestras sienes, veíamos manchas negras,<br />
azules, rojas ó b<strong>la</strong>ncas, que por intervalos<br />
nos cegaban, ó que tomando transparencias<br />
cristalinas, se nos antojaba un manantial rumuroso<br />
y fresco, en el que al fin beberíamos muchos,<br />
muchísimo, hasta apagar el infierno voraz<br />
<strong>de</strong> nuestra sed. Y llegó aquel instante en que<br />
pensé, que <strong>la</strong> muerte ya iría á posar sus <strong>la</strong>bios<br />
sobre mi frente.<br />
El a<strong>la</strong>rido <strong>de</strong> los indios llegó c<strong>la</strong>ro y distinto<br />
á mis oídos, y me volví para verlos tan solo á<br />
unas veinticinco cuadras. Pero <strong>de</strong> súbito no vi<br />
más: <strong>la</strong> cabeza se me iba, se me iba hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte,<br />
y ya fui á caer sobrelfa cruz <strong>de</strong>l montado,<br />
cuando Marucho me sostuvo por un brazo y<br />
murmuró una pa<strong>la</strong>bra.. .¡Ah, llevaba mi salvación<br />
consigo y no lo sabía, ó no lo recordaba! Le<br />
obe<strong>de</strong>cí, bebiendo con a-^i<strong>de</strong>z uno, dos, tres,<br />
cuatro, y hasta cinco tragos cálidos y salobres<br />
<strong>de</strong> mis propios orines... ¡empero, que en aquel