Don Vicente Casanova y Marzol - Diputación Provincial de Almería

Después de la caída del antiguo régimen en España
matrimoniales. El nuncio en lugar de remitir el tema a la Sagrada Congregación Consistorial,
lo remitió al prelado para su información. Y aquí salta la chispa. El obispo se hace
de cartas del marqués del Cadimo, residente en Benahadux que son una pena por las
calificaciones que vierte contra su párroco. Asimismo envía a Nunciatura un documento
firmado por el arcipreste y párroco de Pechina, don Domingo Sebastián Caparrós, y el
capellán del Carmen de dicha villa don Antonio Alcaraz Salmerón que informan de que
Mejías habla mal del obispo. Se envía también otro escrito desde Benahadux de don Francisco
Lamper a don Juan Villar insistiendo contra Mejías. Es asunto muy desagradable.
Casanova llega a decir al nuncio que los párrocos a quienes a destituido de sus cargos y
removido de sus parroquias «ex delito», no sólo reconocen la justicia de su proceder, sino
hasta la caridad y la paciencia que tuvo con ellos. Mejías fue incluso a pedir perdón al
obispo. Hay una carta del penitenciario, Joaquín Peralta Valdivia a Casanova, en la que
le dice, como censor de La Independencia, que no había leído los dos anteriores artículo de
Mejías, pero que otros dos que envió al periódico los había leído y no había nada de particular,
que no se publicaron por la prohibición del prelado.
Casanova insiste constantemente al nuncio en que enviará sus alegaciones. Se llega
a un momento en que el nuncio insiste en varias cartas a Casanova para que se de
por terminado el asunto y se silencie todo. El obispo pide una retractación pública de
Mejías ante todo el clero y pueblo. Debieron jugar en el tema dos artículos de Mejías
en La Independecia, no contra el obispo, pero cuya doctrina no agradó al prelado.
Así las cosas, Mejías, después de humillarse, pide al nuncio que ante la actitud del
provisor y del obispo se continúe el proceso. Él ya se ha humillado. El nuncio insistió
constantemente ante Casanova en que se silenciara el asunto. Realmente es doloroso,
porque no es la única vez que Casanova es duro para juzgar, como hemos visto, a algún
sacerdote 101 .
Una canonjía que no debió darse
En mayo de 1916 había vacado en la Catedral de Almería una canonjía de gracia
del turno correspondiente al obispo. Casanova pensó en seguida en darla a un sobrino
suyo, hijo de su hermana que vivía con él como familiar llevando la administración.
El 28 de ese mes escribe al nuncio preguntándole si podría darla a su sobrino. Llevaba
solamente tres años de catedrático en el seminario y según estaba establecido se
necesitaban cuatro años de enseñanza. Argumentaba en su favor que era la primera
canonjía que podría disponer en muchos años más y que al sobrino, además de tenerlo
en su casa de pequeño, tenía ya treinta años y llevaba cinco años de capellán de las
adoratrices, nueve de mayordomo y secretario particular. Hacía un canto a sus cualidades
y de cómo, sin lucro ninguno, había sabido administrar de forma que gracias a
su gestión se pudo mejorar el palacio, comprar ricos ornamentos para la Catedral y
construir en gran parte un colegio de niñas que dirigen las hermanitas de la Caridad,
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