06.05.2013 Views

Capítulo I - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Capítulo I - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Capítulo I - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

El golpe en vago: cuento <strong>de</strong> la 18.ª centuria<br />

Con estas palabras se acercaron los dos a la mesa, aunque hicieron poquísimo honor a los guisos<br />

<strong>de</strong> la tía Diega. Estaba Carlos triste <strong>de</strong> ver la tristeza <strong>de</strong> su padre, que parecía poseído <strong>de</strong> un funesto<br />

presagio, o tal vez <strong>de</strong> alguna enfermedad natural.<br />

-¿No se siente usted bueno esta mañana? -le preguntó Carlos, con la respetuosa ternura que solía.<br />

-Sí, hijo mío -replicó el anciano-; pero no sé por qué tengo el ánimo tan abatido como si me fuese<br />

a suce<strong>de</strong>r alguna <strong>de</strong>sgracia.<br />

-Pues entonces más vale <strong>de</strong>jar hasta mañana mi viaje, no sea que se ponga usted malo...<br />

-No se hable <strong>de</strong> eso. Ya tú ves que eres un hombre, que mi salud va <strong>de</strong>smejorándose cada día más,<br />

y es menester que empieces a apren<strong>de</strong>r a gobernarte por ti mismo. Yo te faltaré mañana o el otro...<br />

-¡Vaya, señor! ¿Qué melancolía es ésa?<br />

-Escucha, hijo mío. Hoy te separas por primera vez <strong>de</strong> los brazos <strong>de</strong> tu amante padre. Hoy pue<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>cir que entras por primera vez en el mundo cuyos sen<strong>de</strong>ros abre la virtud y aplana y facilita la<br />

pru<strong>de</strong>ncia. Si eres justo, avisado y generoso, llegarás coronado <strong>de</strong> flores al término <strong>de</strong> tu vida: si el<br />

vicio mancilla tu pecho, todos serían abrojos...<br />

-Pero, ¿le he dado a usted motivo acaso, o impensadamente?<br />

-¡Lejos <strong>de</strong> eso, Carlos mío! ¿Qué padre más feliz que yo en la tierra? Pero tú eres joven, careces<br />

aún <strong>de</strong> experiencia... y... ya se ve... a tu edad todos... ¿Y por qué me ha <strong>de</strong> faltar valor para <strong>de</strong>cirte lo<br />

que quiero? No, señor, no lo he <strong>de</strong> encerrar en mi pecho, que mi hijo tiene, gracias a Dios, bastante<br />

elevación <strong>de</strong> alma para oír con <strong>de</strong>ferencia los consejos <strong>de</strong> un padre anciano.<br />

Y asiendo firmemente, la mano <strong>de</strong> Carlos, continuó así:<br />

-Isabel..., observo tu conmoción, hijo mío; pero escúchame con paciencia. ¿Ves el sol que brilla<br />

sobre aquella fuente? ¡Cuántos a quienes ahora mismo calienta no verán jamás su ocaso! Yo me siento<br />

triste..., tal vez alguna poca <strong>de</strong> <strong>de</strong>stemplanza, o quizá solemne aviso <strong>de</strong> que se va acercando mi plazo.<br />

Con cuánto dolor bajaría a la tumba si no hubiese dado a mi hijo <strong>de</strong> mi alma mi bendición y consejos.<br />

En vano intentó Carlos repetidas veces disipar aquella pasión <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong> su padre. Éste continuó<br />

su discurso:<br />

32

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!