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Congreso Nacional de Espiritismo 1981 - Luz Espiritual

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<strong>Congreso</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Espiritismo</strong> <strong>1981</strong><br />

Hoy día, al espírita, que se halla actuando en medio<br />

<strong>de</strong> la vida turbulenta, participando <strong>de</strong> ambientes infelices y<br />

sufrimien tos humanos, le cabe el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> orientar al prójimo<br />

ofreciéndo le las enseñanzas confortadoras que <strong>de</strong>l espiritismo<br />

recibe. El espírita, es un hombre directamente comprometido<br />

en esta úl tima hora, para realizar un servicio <strong>de</strong>finido junto a<br />

la humani dad, así como también, en favor <strong>de</strong> su renovación<br />

moral supe rior. Si bien antes <strong>de</strong> encarnar, ha aceptado<br />

cumplir puntualmente <strong>de</strong>terminados programas con objetivos<br />

espirituales, una vez aquí, gran parte <strong>de</strong>sisten mientras que<br />

otros viven tan equi vocados, que raramente se les pue<strong>de</strong><br />

orientar. “Muchos serán los llamados y pocos los elegidos”.<br />

Si analizamos sinceramente, veremos, que raras veces<br />

se consigue alcanzar la totalidad <strong>de</strong> los objetivos planificados<br />

en el mundo espiritual. Pero, ¿cuál es la causa? Sin duda<br />

alguna; la irresponsabilidad, la comodidad, los placeres<br />

efímeros, los in tereses humanos que invierten los<br />

valores, la adhesión a los vicios <strong>de</strong>l mundo terreno,<br />

que cautivan al espíritu débil, <strong>de</strong>ján dose cegar por las<br />

ilusiones momentáneas <strong>de</strong> la materia. Aspec tos éstos,<br />

contra los que hemos <strong>de</strong> luchar <strong>de</strong>nodadamente hasta<br />

alejarlos <strong>de</strong> nosotros, pues nuestra responsabilidad es, sin<br />

duda alguna, el compromiso que hemos asumido antes<br />

<strong>de</strong> en carnar.<br />

Dejemos, por tanto, todos aquellos caminos<br />

equívocos, que tan sólo nos conducirán a las <strong>de</strong>silusiones<br />

y al sufrimiento. Aspectos éstos, que pue<strong>de</strong>n aniquilar, a<br />

última hora, un progra ma si<strong>de</strong>ral que necesitó <strong>de</strong> muchos y<br />

apreciables esfuerzos, no solamente nuestros, sino también <strong>de</strong><br />

almas excelsas.<br />

Si observamos al último corredor en coger<br />

el “testigo” en una carrera <strong>de</strong> relevos y vemos que<br />

efectúa su recorrido sin es fuerzo y sin constancia, sin<br />

<strong>de</strong>dicarse plenamente a ese cometi do, es evi<strong>de</strong>nte que<br />

todo el sacrificio y el sudor <strong>de</strong> los compa ñeros que le<br />

han antecedido, habrán sido estériles. Traspasando ese<br />

ejemplo al terreno espiritual, sabemos —puesto que el<br />

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