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Brunner, John - Todos Sobre Zanzibar - Universidad del Cauca

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<strong>Todos</strong> sobre Zanzíbar <strong>John</strong> <strong>Brunner</strong><br />

»Le quehó la mano ehquiehda, ya sabeh. Lo que hiso hué... hué alsah el puño de la iha<br />

contra su dueño. Le vohvió la cara <strong>del</strong> revéh de un goolpe. Así que el amo llamó a sinco o<br />

seih de suh capataseh pa' que le encadenaran a un tocóh que tenían en el campo de<br />

cuahenta acreh, y con toha natuhalidah cohió una sieehha y...<br />

»Y se la cohtó. Máh o menoh poh aqué —se tocó su propio brazo, escuálido como el caño<br />

de una pipa, cinco centímetros por encima <strong>del</strong> codo.<br />

»No habéa náh que puhiera haseh. Habéa nascdo enclavo.<br />

Esta vez, muy quieto, muy calmado, Norman miró el interior de la bóveda. Vio al poseedor<br />

de la mano agitarse y gemir en el suelo, sujetándose la muñeca e intentando encontrar<br />

puntos de presión en las arterias sangrantes a través de una niebla de sufrimiento<br />

intolerable. Vio la mesa de entrada de datos aplastada cuyos fragmentos crujían bajo los<br />

pies <strong>del</strong> personal aterrorizado y descontrolado. Vio la luz en la mirada de la pálida chica<br />

blanca, que respiraba con la profundidad <strong>del</strong> orgasmo y mantenía a distancia a sus<br />

atacantes con la hoja ensangrentada.<br />

También vio, allá arriba en la balconada, a más de un centenar de idiotas.<br />

Pasó por alto lo que ocurría en el centro de la sala y se dirigió a un panel empotrado en la<br />

pared de la bóveda. Dos rápidos giros a los cierres y cayó, revelando una red de tuberías<br />

fuertemente aisladas, tan entrecruzadas como los pelos de una rata reina.<br />

Giró una válvula de grifo fuertemente apretada, dio un golpe seco a una unión con el canto<br />

de la mano, demasiado rápidamente para que la frialdad le penetrara la piel, y se puso una<br />

de las mangueras bajo el brazo para poder apoyarse en ella y arrastrarla tras él. Tenía<br />

suficiente longitud para sus intenciones.<br />

Contempló a la chica mientras se le acercaba.<br />

Hija <strong>del</strong> Divino. Probablemente llamada Dorcas, Tabita o Marta. Pensando en matar.<br />

Pensando en aplastar. Una reacción típicamente cristiana.<br />

Vosotros asesinasteis a vuestro Profeta. El nuestro murió anciano y cubierto de honores.<br />

Vosotros volverías a matar al vuestro, y con ganas. Si el nuestro volviera, yo podría<br />

hablar con él como con un amigo.<br />

A dos metros de ella, con la manguera rascando el suelo como las escamas de una<br />

serpiente monstruosa, se detuvo. Insegura con respecto a este hombre de la piel oscura y la<br />

mirada fría y muerta, dudó, alzando el hacha para golpearle y después cambiando de idea y<br />

pensando: esto debe de ser una distracción, una trampa.<br />

Miró salvajemente a su alrededor, esperando encontrar a alguien a punto de cogerla por la<br />

espalda. Pero el personal había reconocido lo que Norman traía consigo y se estaba<br />

apartando con cuidado.<br />

—No habéa náh que puhiera haséh...<br />

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