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Alternativa 3 - La Verdad Oculta entre las Sombras

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“Quizá podamos llegar a un acuerdo –le había dicho Brian en broma-. Trataré de<br />

encontrar una joven australiana sensata y bonita, y tú podrás tener un nieto algo aborigen...”<br />

Después de tomada su decisión, ningún argumento logró disuadirle. No obstante,<br />

prometió que se mantendría en constante contacto con sus padres, que escribiría regularmente<br />

y que les enviaría fotos. Sí, ya sabía que había dicho lo mismo otras veces... pero esta vez<br />

cumpliría.<br />

Cumplió su promesa. <strong>La</strong> cumplió hasta cinco meses después de su partida de<br />

Manchester. Sus padres recibían todas <strong>las</strong> semanas una carta con noticias sobre su vida en<br />

Australia. El trabajo parecía ir bien y realmente disfrutaba de la vida en aquel país. También<br />

recibieron fotografías: Brian practicando el surf... Brian con unos amigos en un club nocturno...<br />

Brian junto al puente del puerto de Sydney. <strong>La</strong> foto del puente era especialmente buena. <strong>La</strong><br />

hicieron enmarcar y la pusieron sobre la repisa de la chimenea.<br />

Todo andaba bien, absolutamente bien, salvo algunos hechos desconcertantes.<br />

Brian Pendlebury no vivía en el domicilio que indicaba el remitente de sus cartas. En la<br />

empresa en que decía trabajar insisten en que nunca oyeron hablar de él. <strong>La</strong> verdad, por lo que<br />

pudimos averiguar, es que Pendlebury nunca pisó Australia.<br />

El sistema fiscal británico era el tema predilecto –y más detestado- de Robert<br />

Patterson, de cuarenta y dos años de edad. Como buen matemático, siempre apelaba a los<br />

últimos hechos para justificar su ira.<br />

Sus amigos de la Universidad de St. Andrews, donde era catedrático, se habían<br />

acostumbrado a un bombardeo regular de cifras:<br />

-¿Sabéis que en Alemania la máxima tajada que le quitan a un hombre de sus<br />

beneficios imposibles es el cincuenta y seis por ciento? Para no hablar de Estados Unidos...<br />

¡Ése es un país donde saben apreciar el valor de los incentivos! ¡En Estados Unidos sólo es<br />

del cincuenta por ciento!<br />

Cuando se refería a los impuestos, todas sus oraciones parecían estar <strong>entre</strong> signos de<br />

admiración.<br />

-¿Pero qué ocurre aquí, en Inglaterra? ¡Si quieres saberlo, te lo explicaré! El ochenta y<br />

tres por ciento... ¡Ésa es la cifra que te quitan aquí, el ochenta y tres por ciento! ¿Y te asombra<br />

que la gente no quiera trabajar más de lo que trabaja?<br />

Este tipo de conversación –en la que Patterson proponía todas la preguntas y todas <strong>las</strong><br />

respuestas- podía continuar indefinidamente sin que el otro tuviera la oportunidad de abrir la<br />

boca. Era una prolongación de la técnica empleada en <strong>las</strong> au<strong>las</strong>, que lo volvía intolerablemente<br />

pesado.<br />

En la universidad, muchos se sintieron aliviados cuando finalmente Robert anunció que<br />

seguiría su propio consejo. Él y Eileen, su esposa, abandonarían Inglaterra. Iniciarían con sus<br />

dos hijos una nueva vida en Estados Unidos.<br />

Aunque no era habitual en él, se mostró reticente en cuanto a lo que haría en Estados<br />

Unidos y se limitó a decir que le habían “invitado a participar en un interesante proyecto”. A<br />

pesar de su tono evasivo, parecía evidente que había aceptado un pingüe destino en Estados<br />

Unidos. Nadie se sorprendió en la universidad, ya que Patterson era reconocido como uno de<br />

los matemáticos más brillantes de Inglaterra. Era de lamentar que también fuera tan pesado.<br />

Patterson dio la noticia a principios de febrero de 1976 y el Guardian le dedicó un<br />

recuadro.<br />

Uno de los investigadores de Sceptre Television –el que había organizado la <strong>entre</strong>vista<br />

inicial con Ann clark- leyó la noticia y de inmediato se comunicó con Patterson. Ofreció a éste la<br />

mejor plataforma para airear sus puntos de vista sobre el sistema tributario, ya que el programa<br />

“Informe Científico” se emitía por la red televisiva de todo el país.<br />

-Gracias por la invitación –respondió Patterson-. En condiciones normales me habría<br />

encantado, pero tengo un problema de tiempo. Volaremos a finales de la próxima semana y<br />

todavía es mucho lo que tengo que hacer...<br />

-No lo <strong>entre</strong>tendremos mucho tiempo –insistió el investigador, le resultaba difícil<br />

encontrar gente adecuada para el programa y no quería que alguien como Robert Patterson se<br />

le escapara de <strong>las</strong> manos-. Podemos enviar un reportero y una unidad fílmica a Escocia y<br />

<strong>entre</strong>vistarlo, que sea en la universidad o en su casa.<br />

El investigador de Sceptre Television sabía que probablemente Harman protestaría por<br />

el gasto que significaba enviar una unidad desde Londres para realizar una sola <strong>entre</strong>vista,<br />

pero estaba dispuesto a dejar que Harman chillara.

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