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Alternativa 3 - La Verdad Oculta entre las Sombras

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-Si no nos corresponde, tendría que correspondernos –dijo Butler-. El nuestro es un<br />

programa científico, y si tiene en cuenta el número de científicos que se marchan, y lo que eso<br />

significa para el país...<br />

-Sí –reconoció Clements-, si lo condimentáramos con buenas anécdotas... –miró a<br />

Dickson-. ¿Qué te parece, Terry? ¿Crees que puedes conseguir una buena selección de<br />

casos?<br />

Dickson comprendió que su trabajo aumentaba a toda velocidad.<br />

-Llevará tiempo –opinó cautelosamente.<br />

-Por supuestos, encanto. Llegar a la gente adecuada... Lo comprendo. Pero no tiene<br />

por qué ser algo prioritario. Digamos que podemos planificarlo en términos de cinco programas<br />

a partir de ahora. Así podrás encarar eso más lentamente, ya que no estarías frenético con<br />

los cuatro primeros.<br />

Así fue de sencillo y accidental. Ninguno de los asistentes a la reunión tenía la menor<br />

idea de que estaban por embarcarse en el documental televisivo más sorprendente que jamás<br />

se haya producido, el que rompería el secreto de <strong>Alternativa</strong> 3.<br />

Dickson sabía que existía una sola forma satisfactoria de abordar ese tipo de<br />

problemas: docenas de llamadas telefónicas. No tenía sentido confiar en los enlaces locales,<br />

ya que en realidad nunca sugerían cosas interesantes. No en ese tipo de cuestiones.<br />

Tendría que llamar a empresas “cazadoras de cabezas” y a <strong>las</strong> principales<br />

organizaciones profesionales, universidades y centros de investigación. En principio le dirían<br />

que la gente no quería aparecer en el programa o que descubriría que era demasiado<br />

aburridos para intervenir en él. Pero si trabajaba duro –y tenía un poco de suerte- terminaría<br />

con una buena y variada colección de personas importantes y que sabían hablar.<br />

Tal como ocurrieron <strong>las</strong> cosas, pronto tuvo suerte. En una de sus primeras llamadas<br />

telefónicas –hecha por pura especulación- se puso en comunicación con un complejo de<br />

laboratorios de investigación. Un servicial empleado del departamento de relaciones públicas le<br />

dijo que una de sus expertas en energía solar estaba a punto de marcharse a Estados Unidos.<br />

Se llamaba Ann Clark y tenía veintinueve años.<br />

El hombre de relaciones públicas aclaró que él, naturalmente, no podía saber si la<br />

doctora Clark aceptaría participar en el programa. No obstante, agregó que en tal caso la<br />

dirección no pondría objeciones. También informó a Dickson de que la doctora Clark era un<br />

“auténtico bombón”, pero de inmediato añadió que eso era secundario y solicitó que no citaran<br />

sus palabras.<br />

Con gran alivio de Dickson, Ann Clark manifestó que aparecería encantada en “Informe<br />

Científico”. De hecho, se sintió muy complacida de que una empresa de TV deseara divulgar<br />

<strong>las</strong> deplorables condiciones de trabajo de los científicos británicos. <strong>La</strong> doctora era,<br />

evidentemente, una oradora elocuente.<br />

A Clements siempre le gustaba ver una fotografía y contar con un análisis biográfico de<br />

los posibles <strong>entre</strong>vistados antes de comprometerse a incluirlos en el programa. Había adoptado<br />

esta regla años atrás, después de fijar a ciegas una <strong>entre</strong>vista con una experta en artículos de<br />

belleza... para descubrir que su aspecto y su voz eran semejantes a los de la más horrible bruja<br />

de Macbeth. Naturalmente, se vio obligado a hacer la grabación y rompieron todo el material<br />

después que la mujer salió del estudio. Por supuesto, Harman había armado gran jaleo acerca<br />

del desperdicio del valioso tiempo del estudio.<br />

Ahora Clements se movía sobre seguro. Cumplía la regla que se había impuesto a sí<br />

mismo, de modo que Dickson dio los pasos necesarios para que una agencia informativa de<br />

Norwich se pusiera en contacto con Ann Clark. <strong>La</strong> agencia transmitió el rumor de que Ann no<br />

sólo se iba a Estados Unidos a causa de <strong>las</strong> condiciones laborales. <strong>La</strong>s condiciones eran<br />

ma<strong>las</strong>, malísimas, pero también había sufrido una decepción amorosa...<br />

Dickson decidió olvidar el rumor, ya que sólo complicaría la cuestión. Clements dio el<br />

visto bueno a la fotografía. El joven periodista de color Colin Benson, se dirigió a Norwich con<br />

una unidad fílmica.<br />

Posteriormente hubo sospechas de que el cometido fue saboteado por alguien de<br />

Sceptre. Nunca pudieron confirmarse dichas sospechas, por lo que sólo podemos afirmar que<br />

ocurrió algo con la película cuando fue procesada... y que sólo pudo utilizarse una pequeña<br />

fracción en el programa transmitido.<br />

No obstante, en aquel momento sólo parecía una tarea de rutina. Benson dice: “<strong>La</strong><br />

doctora Clark no sólo fue sumamente clara y se mostró ansiosa por cooperar, sino que resultó<br />

evidente que también se había dedicado en profundidad al problema de la emigración. Observó

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