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Los invitados a las bodas - Iglesia Evangélica Bethel

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aparece otro que realmente supera todos. Es mejor, pues, no tomar posiciones o<br />

privilegios de grandeza que, a lo mejor, ni siquiera merecemos.<br />

2- Debemos ocupar por iniciativa el último lugar.<br />

El sabio consejo que Jesús dio fue: “Cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último<br />

lugar” (v.10). Esta es una actitud de la cual jamás nos sentiremos defraudados. Pues si al<br />

llegar el Señor de <strong>las</strong> <strong>bodas</strong> nos deja en el último lugar, pues, solamente nos habremos<br />

sentado en el lugar que justamente nos correspondía. Pero si por <strong>las</strong> misericordias de<br />

Dios mereciéramos una posición mejor “entonces tendrás gloria delante de los que se<br />

sientan contigo a la mesa” (v.10). El Señor Jesús nos enseñó con su ejemplo a ocupar<br />

siempre el último lugar, él no vino para ser servido sino para servir; siendo el Rey lavó<br />

los pies de sus discípulos; siendo eternamente, glorioso, nació en un pesebre; siendo rico<br />

se hizo pobre. Todas <strong>las</strong> veces que el Señor tomó el último lugar nunca su grandeza se<br />

vio disminuida; al contrario su gloria lucia mayor. Practiquemos pues en nuestras vidas<br />

diarias el sabio consejo de nuestro Maestro: “Vé y siéntate en el último”.<br />

3- Una ley espiritual.<br />

De la parábola anterior el Señor dedujo una ley espiritual que es real en todo el universo<br />

moral de Dios: “Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será<br />

enaltecido (v.11) No importa quienes seamos si nos enaltecemos irremediablemente<br />

seremos humillados; pero, igualmente, si nos humillamos seremos enaltecidos. Esta es<br />

una ley que no puede ser quebrantada. Es tan firme que aun el mismo Hijo de Dios estuvo<br />

sujeto a ella. Esta ley también se hizo verdad en la vida de Moisés, David, Pedro, Pablo y<br />

de todos aquellos hijos de Dios que encontraron el camino a la verdadera grandeza.<br />

Atesoremos, pues, esta gran verdad y vivamos de acuerdo a sus dichos pues esta<br />

sabiduría nos librará de muchos sinsabores.<br />

APLICACIÓN<br />

Al igual que los científicos se afanan por conocer y comprender <strong>las</strong> leyes físicas y<br />

naturales para sacar provecho de el<strong>las</strong> en lugar de ir en su contra; nosotros también,<br />

debemos afanarnos por conocer y comprender <strong>las</strong> leyes espirituales que son tan<br />

infranqueables como <strong>las</strong> leyes físicas. Si conocemos esas leyes, como la de la<br />

humillación y el exaltamiento que hoy hemos considerado, seamos sabios y en lugar de ir<br />

contra esas leyes saquemos el mejor provecho amoldándonos a sus principios y<br />

acoplando nuestro vivir a sus dictámenes. Dios no hace acepción de personas y<br />

cualquiera que se sujeta a sus normas, recibirá el provecho que el<strong>las</strong> anuncian. De otra<br />

manera el Señor dirá: “Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el<br />

último lugar”.<br />

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