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Los invitados a las bodas - Iglesia Evangélica Bethel

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LOS INVITADOS A LAS BODAS Fecha 4-7-2007<br />

LECTURA: Lucas 14:7-11<br />

7 Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados<br />

una parábola, diciéndoles:<br />

8 Cuando fueres convidado por alguno a <strong>bodas</strong>, no te sientes en el primer lugar, no sea<br />

que otro más distinguido que tú esté convidado por él.<br />

9 y viniendo el que te convido a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences<br />

con vergüenza a ocupar el último lugar.<br />

10 Más cuando fueres convidado; ve y siéntate en el último lugar, para que cuándo venga<br />

el que te convido, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los<br />

que se sientan contigo a la mesa.<br />

11 Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será<br />

enaltecido.<br />

VERDAD CENTRAL: El que se enaltece será humillado; y el que se humilla será<br />

enaltecido.<br />

INTRODUCCION<br />

La parábola que ahora hemos referido nos da la gran lección acerca de dejar el juicio<br />

sobre nuestras personas a Dios, pues solamente él puede colocarnos en el lugar que<br />

merecemos. El discernimiento humano está tan dañado por el pecado que muchas veces<br />

la visión que <strong>las</strong> personas tienen de sí mismas es muy distorsionada. Aquellos que se<br />

consideran a sí mismos como personas muy merecedoras del favor divino son, a lo mejor,<br />

indignas de tomar el lugar que en sus consideraciones creen que merecen. Puesto que<br />

todos estamos heridos por el pecado no deberíamos emitir ningún juicio sobre nuestros<br />

prójimos ni aún sobre nosotros mismos. Seguramente cometeríamos graves errores al<br />

querer arrebatar para nosotros la función de jueces. Al igual que Pablo digamos: “Ni aun<br />

yo me juzgo a mí mismo” (1 .Co.4:3) y dejemos que sea Dios el juez de nuestras vidas.<br />

CUERPO<br />

1- No debemos enaltecernos pues no conocemos al pueblo de Dios.<br />

En la parábola que el Señor refirió habló de algunos <strong>invitados</strong> que se apresuraban a tomar<br />

los primeros lugares, es decir, aquellos que se reservaban para <strong>las</strong> personas más<br />

importantes. Obviamente, el propósito de estas personas era el de parecer que eran<br />

importantes adueñándose de los lugares de preeminencia. Pero el problema residía en que<br />

tales personas no sabían quiénes eran los <strong>invitados</strong> del anfitrión. Probablemente hubiera<br />

algún invitado más distinguido y tendría que decir al usurpador: “Da lugar a éste” (v.9) Y<br />

así, aquel atrevido, tendría que ocupar con vergüenza el último lugar. Lo mismo sucede<br />

en cuanto a nuestra posición dentro del reino de Dios. No sabemos quienes son todos los<br />

miembros del pueblo de Dios. Uno puede considerarse el mejor de todos; hasta que<br />

1


aparece otro que realmente supera todos. Es mejor, pues, no tomar posiciones o<br />

privilegios de grandeza que, a lo mejor, ni siquiera merecemos.<br />

2- Debemos ocupar por iniciativa el último lugar.<br />

El sabio consejo que Jesús dio fue: “Cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último<br />

lugar” (v.10). Esta es una actitud de la cual jamás nos sentiremos defraudados. Pues si al<br />

llegar el Señor de <strong>las</strong> <strong>bodas</strong> nos deja en el último lugar, pues, solamente nos habremos<br />

sentado en el lugar que justamente nos correspondía. Pero si por <strong>las</strong> misericordias de<br />

Dios mereciéramos una posición mejor “entonces tendrás gloria delante de los que se<br />

sientan contigo a la mesa” (v.10). El Señor Jesús nos enseñó con su ejemplo a ocupar<br />

siempre el último lugar, él no vino para ser servido sino para servir; siendo el Rey lavó<br />

los pies de sus discípulos; siendo eternamente, glorioso, nació en un pesebre; siendo rico<br />

se hizo pobre. Todas <strong>las</strong> veces que el Señor tomó el último lugar nunca su grandeza se<br />

vio disminuida; al contrario su gloria lucia mayor. Practiquemos pues en nuestras vidas<br />

diarias el sabio consejo de nuestro Maestro: “Vé y siéntate en el último”.<br />

3- Una ley espiritual.<br />

De la parábola anterior el Señor dedujo una ley espiritual que es real en todo el universo<br />

moral de Dios: “Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será<br />

enaltecido (v.11) No importa quienes seamos si nos enaltecemos irremediablemente<br />

seremos humillados; pero, igualmente, si nos humillamos seremos enaltecidos. Esta es<br />

una ley que no puede ser quebrantada. Es tan firme que aun el mismo Hijo de Dios estuvo<br />

sujeto a ella. Esta ley también se hizo verdad en la vida de Moisés, David, Pedro, Pablo y<br />

de todos aquellos hijos de Dios que encontraron el camino a la verdadera grandeza.<br />

Atesoremos, pues, esta gran verdad y vivamos de acuerdo a sus dichos pues esta<br />

sabiduría nos librará de muchos sinsabores.<br />

APLICACIÓN<br />

Al igual que los científicos se afanan por conocer y comprender <strong>las</strong> leyes físicas y<br />

naturales para sacar provecho de el<strong>las</strong> en lugar de ir en su contra; nosotros también,<br />

debemos afanarnos por conocer y comprender <strong>las</strong> leyes espirituales que son tan<br />

infranqueables como <strong>las</strong> leyes físicas. Si conocemos esas leyes, como la de la<br />

humillación y el exaltamiento que hoy hemos considerado, seamos sabios y en lugar de ir<br />

contra esas leyes saquemos el mejor provecho amoldándonos a sus principios y<br />

acoplando nuestro vivir a sus dictámenes. Dios no hace acepción de personas y<br />

cualquiera que se sujeta a sus normas, recibirá el provecho que el<strong>las</strong> anuncian. De otra<br />

manera el Señor dirá: “Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el<br />

último lugar”.<br />

2


PARABOLA DE LA GRAN CENA Fecha 4-14-2007<br />

LECTURA: Lucas 14:16-24<br />

16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.<br />

17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo<br />

está preparado.<br />

18 Y todos a una comenzaron a excusarse: El primero dijo: He comprado una hacienda, y<br />

necesito ir a verla; te ruego que me excuses,<br />

19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me<br />

excuses.<br />

20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.<br />

21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de<br />

familia, dijo a su siervo: Ve pronto por <strong>las</strong> plazas y <strong>las</strong> calles de la ciudad, y trae acá a los<br />

pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.<br />

22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.<br />

23 Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar,<br />

para que se llene mi casa.<br />

24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi<br />

cena.<br />

VERDAD CENTRAL: Rechazar el llamado de Dios nos acarrea la ira divina.<br />

INTRODUCCION<br />

Durante su ministerio, el Señor Jesús insistió frecuentemente en la necesidad de atender<br />

los llamados que Dios nos hace al arrepentimiento. Muchas de esas insistencias <strong>las</strong> hizo<br />

en forma de parábo<strong>las</strong> que ilustraban de forma sencilla la ingratitud humana ante <strong>las</strong><br />

invitaciones de Dios. La parábola de la gran cena, que hoy corresponde examinar, es muy<br />

conmovedora al ilustrarnos el gran festín que Dios ha preparado, pero que con todo y ser<br />

grande es rechazado con indiferencia por los <strong>invitados</strong>. Examinémonos en este espejo que<br />

<strong>las</strong> Escrituras nos presentan y consideremos si no estamos retratados en alguno de los<br />

personajes que aquí se mencionan.<br />

CUERPO<br />

1- <strong>Los</strong> hombres inventan excusas para rechazar la invitación de Dios.<br />

En los versículos 16 al 20 encontramos una serie de excusas que los <strong>invitados</strong><br />

alegaron para no asistir a la gran cena. Examinando cada una de esas excusas es fácil<br />

comprender que lo que aquel<strong>las</strong> personas tenían, más que ocupaciones, era una<br />

profunda indiferencia hacía aquella invitación. Tanto el que había comprado la<br />

hacienda como el que había comprado <strong>las</strong> yuntas de bueyes demostraban su falta de<br />

sinceridad en el hecho de que a nadie se le ocurre ir de noche, a la hora de cenar, a<br />

examinar un terreno o a probar unos bueyes. De igual manera, al que se había casado<br />

nada podía caerle mejor que una gran cena para celebrar la ocasión. Pero tanto los<br />

3


primeros como éste último no tenían intenciones de asistir a la gran cena, así que<br />

inventaron <strong>las</strong> excusas que más les convenían. Igual sucede, en el presente, con<br />

personas que argumentan que tienen que trabajar, que no poseen tiempo suficiente,<br />

que tienen que hacer esto o aquello, etc. En realidad, esto no es más que excusas que<br />

lo único que pretenden es ocultar la verdadera razón: una falta de aprecio hacia la<br />

invitación que el Gran Dios nos hace.<br />

2-La indiferencia humana enoja a Dios.<br />

Cuando los siervos regresaron con <strong>las</strong> excusas de los <strong>invitados</strong> el padre de familia se<br />

llenó de enojo. “Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por<br />

<strong>las</strong> plazas y <strong>las</strong> calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los<br />

ciegos” (v.21). Notemos que el desprecio que los hombres hicieron de la invitación<br />

motivó el enojo de Dios. Si el hombre no atiende con la debida responsabilidad el<br />

llamado de Dios no puede esperar más que su justo enojo. Este es un asunto en el que<br />

no podemos estar jugando. El llamado de Dios es serio, es la razón de nuestro existir,<br />

es el clímax de nuestra historia; y, si no apreciamos debidamente tal llamamiento,<br />

bajo la excusa que sea, la ira de Dios será la respuesta a nuestra rebelión.<br />

3-Otros tomarán nuestro lugar.<br />

Por supuesto que la indiferencia humana no frustra los planes de Dios. El ha decidido<br />

tener una gran cena y la tendrá, con los <strong>invitados</strong> o sin ellos. La Escritura dice: “Dijo<br />

el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para<br />

que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron<br />

convidados, gustará mi cena” (vs.23-24). Dios siempre tendrá su cena, el hecho es si<br />

hemos de participar dé ella o no. Si nosotros no atendemos la invitación hay pobres,<br />

mancos y cojos de sobra para tomar nuestro asiento. La cena ya está dispuesta, <strong>las</strong><br />

invitaciones han sido hechas ¿Cuál será entonces nuestra respuesta? ¿Dejaremos que<br />

otro tome nuestro lugar? ¿Despreciaremos la invitación de Dios?<br />

APLICACIÓN<br />

Las excusas de aquellos hombres no justificaban su proceder. Aun cuando hubiesen<br />

sido ciertas todas sus historias, no podía despreciarse la invitación del Señor ni por<br />

una hacienda ni por unos bueyes. Ni siquiera se debía despreciar por causa de la<br />

esposa, ya que el Señor Jesús enseñó que nuestro amor por él debe ser superior al<br />

amor que debemos a la familia. El dijo: “El que ama a padre o madre más que a mí,<br />

no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mi”<br />

(Mt. 10:37). De manera que no hay razón alguna que nos justifique ante Dios para<br />

rehusar su llamado. Sólo hay una alternativa y esa es: obedecer a su evangelio.<br />

4


EL ALEJAMIENTO DEL HIJO PRODIGO Fecha 4-21-2007<br />

LECTURA: Lucas 15: 11-16<br />

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;<br />

12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me<br />

corresponde; y les repartió los bienes.<br />

13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una<br />

provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.<br />

14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y<br />

comenzó a faltarle.<br />

15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su<br />

hacienda para que apacentase cerdos.<br />

16 Y deseaba llenar su vientre de <strong>las</strong> algarrobas que comían los cerdos, pero<br />

nadie le daba.<br />

Glosario:<br />

Algarrobas- Planta leguminosa de flores blancas que una vez seca se utiliza para el<br />

ganado.<br />

VERDAD CENTRAL: El alejarse de Dios conduce a la ruina espiritual.<br />

INTRODUCCION<br />

Llegamos ahora a una de <strong>las</strong> parábo<strong>las</strong> más conmovedoras y conocidas de todas <strong>las</strong><br />

que el Señor Jesús enseñó: la parábola del hijo pródigo. Esta parábola es tan rica en<br />

enseñanzas espirituales que para una mejor comprensión dividiremos su estudio en<br />

dos partes: primera, el proceso de la caída del hijo pródigo y, segunda, el proceso de<br />

restauración del hijo pródigo Comenzamos hoy con la primera parte.<br />

CUERPO<br />

1- La independencia del Padre.<br />

El proceso de la caída del hijo pródigo comenzó de manera muy sutil, casi<br />

imperceptible. La Escritura dice que el hijo menor “dijo a su padre: Padre, dame la<br />

parte de los bienes que me corresponde” (v.12). La intención inicial del hijo no era la<br />

de irse de casa sino solamente la de hacerse cargo de sus propios bienes Este hijo no<br />

deseaba esperar hasta el momento en que, por derecho, heredara sus bienes. El<br />

deseaba tenerlos de inmediato. Ya no quería que sus posesiones continuaran siendo<br />

administradas por su padre, él quería hacerse cargo de sus propias cosas. El proceso<br />

de alejamiento de Dios comienza de la misma manera, con un deseo del hombre de<br />

querer hacer <strong>las</strong> cosas a su manera. Es un deseo premeditado de no depender más de<br />

los dictámenes de Dios y de sentirse “libre” para hacer de su vida como mejor le<br />

parezca. Al principio no hay un rechazo de Dios. Igual que el hijo, al principio, no se<br />

fue de la casa de su padre; sin embargo, él ya estaba haciendo su antojo. Otros<br />

5


tampoco rechazan a Dios ni desean alejarse de él; pero, la pretendida independencia<br />

no es más que el primer paso en el camino a la ruina espiritual.<br />

2- El subsecuente alejamiento.<br />

Cuando una persona ha decidido hacer <strong>las</strong> cosas a su manera no tardará mucho en<br />

alejarse definitivamente de Dios. Con respecto al hijo que tenía ya en sus manos sus<br />

bienes la Escritura dice: “No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se<br />

fue lejos a una provincia apartada” (v.13). Esta es la historia que se ha repetido una y<br />

otra vez en el caso de muchas personas que quisieron hacer <strong>las</strong> cosas a su manera, “no<br />

muchos días después” se fueron lejos de Dios. Estando ya alejados de Dios solamente<br />

les queda un camino: vivir perdidamente desperdiciando sus bienes. <strong>Los</strong> que<br />

comenzaron por un “inocente” deseo de independencia siempre terminaron en la<br />

perdición.<br />

3- El hambre espiritual.<br />

Aunque el hombre muchas veces piensa que el vivir perdidamente le va a significar<br />

muchos placeres y satisfacciones, lo cierto es que no mucho tiempo después de vivir<br />

al propio antojo, <strong>las</strong> cosas que antes se deseaban comienzan a fastidiar. Entonces es<br />

cuando se descubre un vacío espiritual que se traduce en una hambre que no puede<br />

ser satisfecha con una vida de perdición. Tal fue el caso del hijo pródigo: “Cuando<br />

todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a<br />

faltarle” (v.14). En la provincia del alejamiento de Dios siempre hay hambre<br />

espiritual.<br />

4- La ruina total.<br />

Si a pesar del hambre espiritual el hombre no se vuelve a Dios tan sólo le queda una<br />

alternativa: tocar fondo: Esta fue la experiencia del pródigo. Terminó pobre,<br />

despreciado, cuidando cerdos y deseando comer algarrobas (vs. 15-16). Después de<br />

haber gustado el buen pan de la casa del padre, ahora, no tenía más consuelo que<br />

desear la comida de los cerdos. Pero su desgracia era tal que nadie le daba ni siquiera<br />

de <strong>las</strong> algarrobas. Todos aquellos que, gradualmente, comenzaron a alejarse de Dios<br />

pronto se sorprenderán de lo bajo a donde habrán caído. Soltarse de la mano de Dios<br />

significa deslizarse en una caída que no tiene asideros, no hay manera de detenerse<br />

sino hasta en el fondo.<br />

APLICACIÓN<br />

Ante la solemne advertencia que nos presenta la experiencia del hijo pródigo<br />

aprendamos a tener un cuidado detallado de todos los aspectos de nuestra vida. ¿Hay<br />

alguna área en que nos estemos inclinando hacia una independencia de Dios? ¿Hemos<br />

querido hacer <strong>las</strong> cosas a nuestra manera en lugar de sujetarnos a los preceptos<br />

divinos? Recordemos que cuando se trata de alejarse de Dios no puede haber un<br />

desprendimiento “controlado”. Nadie que se aleja de Dios puede tener más control de<br />

sí mismo, pues, el que hace pecado, esclavo es del pecado (Jn.8:34). Pero aún para los<br />

que han tocado fondo hay todavía esperanza: volver a la casa del Padre. Esto lo<br />

podernos hacer a través del Salvador Jesucristo.<br />

6


EL REGRESO DEL HIJO PRODIGO Fecha 4-28-2007<br />

LECTURA: Lucas 15:17-24<br />

17 Y volviendo en si, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de<br />

pan, y yo aquí perezco de hambre!<br />

18 Me levantare e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.<br />

19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.<br />

20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue<br />

movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.<br />

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser<br />

llamado tu hijo.<br />

22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestid y poned un anillo en<br />

su mano, y calzado en sus pies.<br />

23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;<br />

24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado, Y<br />

comenzaron a regocijarse.<br />

VERDAD CENTRAL: Dios recibe con misericordia a los que se arrepienten de sus<br />

pecados.<br />

INTRODUCCION<br />

En la lección anterior expusimos la manera en que el hijo pródigo se fue alejando de su<br />

hogar hasta llegar a la más profunda miseria espiritual. Sin embargo, no importa que tan<br />

bajo una persona haya llegado, si existe una verdadera intención de volver al Padre<br />

podemos abrigar la esperanza segura de que seremos recibidos con benignidad. Esta es la<br />

enseñanza principal de la lección de hoy.<br />

CUERPO<br />

1- El arrepentimiento comienza con una toma de conciencia.<br />

Estando en su situación miserable nos dice la Escritura que el hijo pródigo<br />

“Volviendo en sí, dijo; ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de<br />

pan, y yo aquí perezco de hambre! (v.17). En un momento inesperado, aquel<br />

muchacho llegó a una repentina comprensión de su situación real. Este<br />

despertamiento fue tan notable que la Escritura lo expresa como un “volver en si”. El<br />

arrepentimiento siempre surge cuando la persona toma conciencia de su situación de<br />

pecador, alejado de Dios. Lo que antes se consideraba natural, de repente viene a<br />

valorarse como despreciable. Lo que antes se disfrutaba comienza a ser objeto de<br />

dolor. Este cambio en la manera de pensar y valorar <strong>las</strong> cosas es característica del<br />

verdadero arrepentimiento.<br />

7


2- El arrepentimiento conduce a la acción.<br />

El proceso de arrepentimiento del hijo pródigo continuó con una decisión que se<br />

convirtió en acción: “Y levantándose, vino a su padre” (v.20). El verdadero<br />

arrepentimiento no se detiene en reflexiones y remordimientos sino que se transforma<br />

en una acción que tiende a reparar los errores cometidos. Si una persona dice que su<br />

manera de pensar y ver <strong>las</strong> cosas ha cambiado pero continúa en su vida corriente, es<br />

claro que todavía no ha llegado a una experiencia real de arrepentimiento. El que de<br />

verdad desea volver a Dios no se conforma con sólo hacer unas cuantas oraciones, o<br />

con asistir a la iglesia, o con cambiar su vocabulario; el verdadero converso cambia<br />

su conducta de manera profunda. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva<br />

criatura es; <strong>las</strong> cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5-17)<br />

3- El arrepentimiento mueve a la confesión.<br />

Luego que el hijo pródigo actuó para volver al hogar lo primero que hizo fue hacer<br />

una confesión completa delante de su padre; él dijo: “Padre, he pecado contra el cielo<br />

y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”(v.21). Dios ha prometido que<br />

todo aquel que reconoce sus pecados y los confiesa alcanzará misericordia, pues, “si<br />

confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y<br />

limpiarnos de toda maldad” (1 .Juan 1:9). Todo aquel que ha experimentado un<br />

verdadero arrepentimiento no se avergüenza de confesar que ha pecado contra el cielo<br />

y contra Dios; al contrario, experimenta con ello el verdadero descanso de su alma.<br />

4- El arrepentimiento nos hace aceptos ante Dios.<br />

Lejos de recibir una reprensión de su padre, la Escritura nos dice que el hijo aquel fue<br />

recibido con mucha misericordia No se le demandó cuenta de los bienes que había<br />

malgastado, tampoco se le recriminó su mal comportamiento, solamente fue recibido<br />

con besos y “el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle y poned un<br />

anillo en su mano, y calzado en sus pies” (v.22). El hijo aquel fue restaurado<br />

plenamente. Le fue puesto el anillo que lo acreditaba como hijo del Padre. El calzado<br />

del apresto del evangelio, símbolo de la divulgación de <strong>las</strong> buenas nuevas, que había<br />

perdido en su aventura loca le fue restituido como al principio. De igual manera, todo<br />

aquel que acuda a Dios con un corazón contrito no será desechado. <strong>Los</strong> brazos de<br />

misericordia estarán abiertos para aquellos que deciden volver a la casa del Padre.<br />

APLICACION<br />

El regreso del hijo pródigo puede ser interpretado como el proceso de conversión por el<br />

que una persona llega a Cristo por primera vez, o bien, como el regreso de un hermano,<br />

que siendo ya cristiano, vuelve para reconciliarse con Dios. Pero, de una u otra forma la<br />

verdad principal continúa siendo la misma: Dios recibe con misericordia a los que se<br />

arrepienten de sus pecados.<br />

8


EL RICO Y LAZARO Fecha 5-5-2007<br />

LECTURA: Lucas 16: 19-25<br />

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día<br />

banquete con esplendidez.<br />

20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél,<br />

lleno de llagas,<br />

21 y ansiaba saciarse de <strong>las</strong> migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían<br />

y le lamían <strong>las</strong> llagas.<br />

22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y<br />

murió también el rico, y fue sepultado.<br />

23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a<br />

Lázaro en su seno.<br />

24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a<br />

Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy<br />

atormentado en esta llama.<br />

25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro<br />

también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.<br />

VERDAD CENTRAL: Después de esta vida hay otra en el más allá.<br />

INTRODUCCION<br />

Al llegar a esta narración del rico y Lázaro se hace necesario aclarar que ésta no es una<br />

parábola, sino el relato de un hecho histórico que por sus mismas características había<br />

quedado más allá del conocimiento humano; pero que, no por ello, dejaba de ser menos<br />

cierto. Una parábola es una narración figurada en la que aparecen personajes típicos que<br />

son completamente anónimos; sin embargo, en el pasaje que ahora consideramos, si bien<br />

se nos omite el nombre del hombre rico, los demás personajes son identificados por sus<br />

nombres propios. Tal es el caso de Lázaro y de Abraham. No estamos aquí, pues, frente a<br />

una parábola figurada, sino ante el relato de una historia completamente verídica.<br />

CUERPO<br />

1- Las injusticias del mundo presente.<br />

En la parte terrena del relato, se nos presenta un resumen de <strong>las</strong> muchas injusticias que se<br />

producen en esta vida por causa del pecado. Mientras el rico se “vestía de púrpura y de<br />

lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez” (v.19), a su puerta había un hombre<br />

justo viviendo en <strong>las</strong> más miserables condiciones de vida. Se nos dice que Lázaro estaba<br />

pobre, enfermo, lleno de llagas y ansiando comer <strong>las</strong> migajas que caían de la mesa del<br />

rico (vs.20-21). Estas grandes desigualdades son muy comunes en esta tierra. Tan<br />

comunes que muchos se han sentido inclinados a preguntar: ¿Por qué un hombre<br />

irreverente y egoísta como el rico recibía tantos bienes y prosperidad en tanto que<br />

personas justas como Lázaro tienen que vivir en la más grande miseria? Preguntas como<br />

9


ésta son difíciles de explicar para la razón humana; sin embargo, podemos abrigar la<br />

esperanza firme que Dios, en su tiempo, habrá de impartir justicia dando a cada uno de<br />

acuerdo a sus obras.<br />

2- Lo que ocurre después de la muerte.<br />

La parte más interesante de la historia del rico y Lázaro comienza cuando el Señor Jesús<br />

prolonga el relato más allá de la muerte de los dos. Esta continuación de la existencia, en<br />

donde la muerte no es más que un paso, es propia de todos los seres humanos. Con la<br />

misma naturalidad con que Jesús relató la vida terrena de estas dos personas, continuo el<br />

relato con lo ocurrido después de muertos. La vida después de la muerte es un hecho<br />

certificado por el Señor Jesús y <strong>las</strong> sagradas Escrituras. Las personas que mueren<br />

continúan teniendo conciencia, sensibilidad, voluntad, memoria y funciones<br />

correspondientes a <strong>las</strong> que tenemos en nuestro cuerpo físico.<br />

3- Las condiciones futuras.<br />

Una de <strong>las</strong> enseñanzas que, seguramente, el Señor Jesús quería enfatizar más, con este<br />

relato, es que en la vida venidera el hombre recibirá el galardón o la retribución que sus<br />

hechos merecieron. Las palabras que Abraham dijo al rico son muy solemnes: “Hijo,<br />

acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es<br />

consolado aquí, y tú atormentado” (v.25). Finalmente, la pregunta acerca de <strong>las</strong><br />

injusticias de la vida queda aquí respondida. Es verdad que en esta tierra hay malos que<br />

les va como si fueran buenos; pero, debemos recordar que aun no hemos llegado al final<br />

de <strong>las</strong> cosas. Todavía Dios tiene que establecer su justicia y dar el tormento al que lo<br />

merece y el consuelo al que lo necesita. La vida presente es sólo un instante comparado<br />

con la interminable eternidad y aunque aquí parezca existir alguna injusticia, Dios tendrá<br />

toda una eternidad para demostrar al hombre que sus juicios y decretos son todos justos y<br />

santos.<br />

APLICACION<br />

Ante el hecho innegable de una eternidad que nos aguarda después de la muerte debemos<br />

preguntarnos si estamos viviendo tan sólo para la corta vida terrena o si lo estamos<br />

haciendo con vistas a ese futuro sin final. Sí hoy, por la voluntad de Dios, tuviésemos que<br />

traspasar el umbral de la muerte ¿Cuál sería nuestro destino? ¿Uno de tormentos eternos?<br />

¿O uno de consuelos también eternos? No importa si, por un momento, en esta vida nos<br />

toca llevar nuestra cruz, Cristo también llevó la suya. Siguiendo su ejemplo debemos<br />

negarnos a nosotros mismos y seguirle. Dios no tendrá por inocente al culpable ni tratará<br />

al justo con paga de inicuo en su debido momento, él establecerá su justicia.<br />

10


LA CONVERSION DE ZAQUEO Fecha 5-12-2007<br />

LECTURA: Lucas 19: 1-10<br />

1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.<br />

2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publícanos, y rico,<br />

3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño<br />

de estatura.<br />

4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por<br />

allí.<br />

5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date<br />

prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.<br />

8 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.<br />

7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre<br />

pecador.<br />

8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes<br />

doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.<br />

9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de<br />

Abraham.<br />

10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.<br />

VERDAD CENTRAL: Solamente los que poseen un verdadero interés espiritual<br />

alcanzarán la gracia de Dios.<br />

INTRODUCCION<br />

El camino que conduce a la vida eterna está plagado de dificultades y contrariedades.<br />

Solamente aquellos que están dispuestos a sobreponerse a todas <strong>las</strong> adversidades podrán<br />

coronar con éxito su carrera. El relato de la conversión de Zaqueo es un ejemplo que nos<br />

demuestra cómo debemos enfrentar algunos retos para poder alcanzar el futuro del<br />

perdón de nuestros pecados.<br />

CUERPO<br />

1- Un verdadero interés vence todas <strong>las</strong> dificultades.<br />

Zaqueo era un hombre rico de Jericó que tenía verdadero interés en conocer a Jesús. Su<br />

interés era tan real que <strong>las</strong> dificultades con que se topó no fueron un obstáculo para anular<br />

sus intenciones de ver al Maestro. Su pequeña estatura no le permitía ver sobre la<br />

multitud (v. 3); pero, usando su ingenio, pensó en subir a un árbol para poder ver desde<br />

arriba al Señor. Un rico de su categoría no fácilmente se humilla para subir a un árbol tan<br />

sólo para ver pasar a un hombre. Sin embargo, el interés de Zaqueo era tan ardiente que<br />

no le importó lo que los demás pensaran y subió al árbol (v.4). Cuando existe un<br />

verdadero interés por encontrarse con el Salvador los impedimentos pierden su valor.<br />

Ningún obstáculo ha podido detener a un alma sedienta de encontrarse con su Salvador.<br />

11


Pero, aquellos que tienen tan sólo un interés falso en <strong>las</strong> cosas del espíritu, la más<br />

pequeña de <strong>las</strong> excusas los detendrá para no continuar con su búsqueda.<br />

2- Dios recompensa el interés sincero.<br />

Grande debió haber sido la sorpresa de Zaqueo al ver, desde su árbol, como el Señor<br />

Jesús se detenía debajo de él para mirarlo y decirle: “Zaqueo, date prisa, desciende,<br />

porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (v. 5).No había duda que Jesús le<br />

hablaba a él, pues lo había llamado por su nombre. ¡Pensar que Zaqueo tan sólo quería<br />

ver pasar al Maestro y ahora él le decía que posaría en su casa! ¡Qué privilegio de Dios!<br />

La misericordia del Señor es tan inmensurable que sabe recompensar con creces <strong>las</strong><br />

intenciones sinceras de los hombres. Dios siempre nos da más abundantemente de lo que<br />

pedimos o imaginamos. Zaqueo se hubiera conformado con tan sólo ver al Maestro, pero<br />

ahora lo tendría de huésped en su hogar. Si nosotros somos sinceros en nuestra intención<br />

de buscar a Dios, seguramente que él nos dará una gracia mayor que la que esperamos.<br />

3- El interés verdadero nos conducirá hasta el arrepentimiento.<br />

La prueba final del verdadero interés espiritual es que termina por conducir a <strong>las</strong> personas<br />

hasta la experiencia de la conversión. Nadie puede decir que tiene verdadero interés en<br />

<strong>las</strong> cosas de Dios si tal interés no le mueve a buscar cambios notorios en su forma de<br />

vivir. Zaqueo demostró haber cambiado de vida cuando ofreció repartir la mitad de sus<br />

bienes a los pobres y devolver cuadruplicado a los que había defraudado (v.8). No<br />

tenemos que especular sobre si la conversión de Zaqueo fue real o no, pues, el mismo<br />

Señor Jesús expresó: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (v.9). Si una persona ha<br />

manifestado mucho interés en los asuntos que atañen a la salvación del alma y si tal<br />

interés le ha conducido a sobreponerse a innumerables dificultades; pero, sin llegar al<br />

paso decisivo del arrepentimiento, en vano será todo lo que halla tenido que sufrir si no<br />

llega a una conversión que le haga producir frutos dignos de arrepentimiento, como en el<br />

caso de Zaqueo. La única salvación que se presenta en <strong>las</strong> Escrituras es aquella que se<br />

evidencia por medio de los frutos de justicia.<br />

APLICACION<br />

Jesús finalizó su discurso en casa de Zaqueo con <strong>las</strong> siguientes palabras: “Porque el Hijo<br />

del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdida” (v. 10). Que bueno es saber<br />

que existe alguien que vino para salvar a los que se habían perdido; pero, para poder<br />

encontrarse con tal Salvador, se hace necesaria una sinceridad de intención, como<br />

también, una valentía firme para sobreponerse a cualquier dificultad. ¿Hemos demostrado<br />

ambas cosas?<br />

12


LA ENTRADA A JERUSALEN Fecha 5-19-2007<br />

LECTURA: Lucas 19: 41-44<br />

41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,<br />

42 diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu<br />

paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.<br />

43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te<br />

sitiarán, y por todas partes te estrecharán,<br />

44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra,<br />

por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.<br />

VERDAD CENTRAL: Debemos ver <strong>las</strong> cosas como Dios <strong>las</strong> ve.<br />

INTRODUCCION<br />

A partir de la entrada triunfal a Jerusalén, que se narra en este capítulo, los sucesos que<br />

continúan hasta la resurrección de Cristo, se desarrollan en el estrecho margen de una<br />

semana, El hombre adolece de una visión espiritual muy corta, en realidad, la Biblia dice<br />

que el hombre en su estado natural se encuentra completamente ciego. El hombre ve lo<br />

que está delante de sus ojos, Dios ve el corazón. Todas aquel<strong>las</strong> realidades espirituales<br />

que son evidentes para Dios, permanecen ocultas para el hombre. A esta diferencia de<br />

apreciaciones se debe que, frecuentemente, se produzcan consideraciones contrarias entre<br />

Dios y el hombre. El deseo de Dios es que, por el proceso de la santificación, vayamos<br />

afinando nuestra mirada hasta lograr contemplar <strong>las</strong> cosas como Dios <strong>las</strong> ve. El relato que<br />

ahora nos presenta Lucas es muy rico en enseñanzas sobre este aspecto de la vida<br />

espiritual. Quiera Dios darnos de su colirio para que veamos y ya no estemos más en un<br />

estado de ceguera espiritual<br />

CUERPO<br />

1 - Jesús vio el estado espiritual de la ciudad.<br />

Cuando el Señor Jesús entro a la ciudad de Jerusalén lo hizo descendiendo por el lado del<br />

monte de los Olivos. Desde esta prominencia se podía contemplar la ciudad en toda su<br />

extensión. La visión del edificio del templo debía ser sorprendente. La multitud de<br />

peregrinos reunidos para la pascua hacían sobresalir aún más la grandeza de la ciudad.<br />

Pero, lejos de extasiarse Jesús por aquella magnífica contemplación, la Escritura nos dice<br />

que: “Cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella (v. 41). Las lágrimas del<br />

Señor Jesús no eran de simple emoción sino que eran en razón de la dureza espiritual que<br />

caracterizaba a aquella ciudad. El dijo: “!Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este<br />

tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos” (v. 42). Aunque el<br />

Rey de la Paz había llegado a Jerusalén la ciudad continuaba indiferente e incrédula. La<br />

majestuosidad de los edificios, que muy bien hubieran llamado la atención de cualquier<br />

humano, no pudo cegar al Hijo de Dios de percibir la condición espiritual real de la<br />

ciudad. Quiera el Señor que, igualmente, no vayamos nosotros a engañarnos por la<br />

13


pompa de nuestra moralidad o religiosidad ignorando la realidad más íntima de un<br />

corazón rebelde. ¡Que Dios nos ayude a vernos como él nos ve!<br />

2- Jesús vio el juicio que esperaba a la ciudad.<br />

La visión espiritual del Señor Jesús se extendía más allá del estado presente del corazón<br />

de los que habitaban en Jerusalén llegaba a visualizar el juicio consecuente que seguiría a<br />

aquel estado. El profetizó: “Vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con<br />

vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus<br />

hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra” (vs. 43-44). Para toda obra<br />

humana hay una retribución. Todo lo que el hombre siembra eso cosechará. Esta es una<br />

ley que no puede ser abrogada. Lastimosamente, muchísimas personas no son capaces de<br />

visualizar el juicio que sigue a la rebelión. La justicia de Dios es tan implacable que Jesús<br />

mismo lloró por el destino que aguardaba a Jerusalén; el castigo era inevitable. En verdad<br />

que son dignos de lástima todos aquellos que van camino a su destrucción sin poder<br />

comprender el fin que les aguarda.<br />

3- Debemos reconocer el día de nuestra visitación.<br />

Cuando el Señor terminó de describir el terrible juicio que aguardaba a Jerusalén,<br />

también explicó que todo aquello acontecería porque los judíos no habían sido capaces de<br />

discernir el significado de aquel día especial. El dijo: “Por cuanto no conociste él tiempo<br />

de tu visitación” (v. 44). Si el hombre es incapaz de reconocer su estado espiritual y,<br />

mucho más, el final que por ello merece, al menos, no debería pasar desapercibido el día<br />

de su visitación. <strong>Los</strong> judíos no supieron reconocer la llegada de su Mesías, la salvación<br />

estaba ante ellos y fueron incapaces de comprender el don de Dios. Que el Señor nos<br />

guarde que tal cosa vaya a suceder también con nosotros. Si triste es la ceguera de los<br />

sentidos, peor es la ceguera del alma, pues ésta conduce a consecuencias lamentables que<br />

no son de comparar con ninguna desgracia de esta vida.<br />

APLICACION<br />

El día de nuestra visitación es hoy. Hoy es el tiempo aceptable, hoy es el día de salvación.<br />

No permanezcamos indiferentes ante el llamado de Dios. Después de rechazar con<br />

incredulidad la oportunidad de Dios, solamente nos puede quedar una terrible expectativa<br />

de la ira divina que a de consumir a todos lo que rechazaron su invitación.<br />

14


EL ENDEMONIADO GADARENO Fecha 5-26-2007<br />

LECTURA: Lucas 8: 26-35<br />

26 y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.<br />

27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde<br />

hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.<br />

28 Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz:<br />

¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te niego que no me atormentes.<br />

29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho<br />

tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo<br />

<strong>las</strong> cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)<br />

30 Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿cómo te llamas? Y le dijo: Legión. Porque muchos<br />

demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.<br />

32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los<br />

dejase entrar en ellos; y les dio permiso.<br />

33 Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos, y el hato se precipito por<br />

un despeñadero al lago, y se ahogó.<br />

34 y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y<br />

yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos,<br />

35 y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de<br />

quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal<br />

juicio; y tuvieron miedo.<br />

Glosario:<br />

Hato: Porción de ganado<br />

VERDAD CENTRAL: Jesús vino para deshacer <strong>las</strong> obras del diablo.<br />

INTRODUCCION<br />

La porción que hoy corresponde estudiar nos habla del encuentro que el Señor Jesús tuvo<br />

con un hombre poseído de demonios. El tema de <strong>las</strong> posesiones diabólicas ha sufrido<br />

muchas deformaciones hoy en los últimos días. Estas deformaciones han causado muchos<br />

males y es por eso importante que examinemos cuidadosamente lo que la Biblia dice<br />

tocante a este asunto para evitar, así, caer en ideas engañosas.<br />

CUERPO<br />

1- <strong>Los</strong> demonios son una realidad.<br />

La Biblia presenta a los demonios como seres que poseen una existencia real. Por ser<br />

espíritus inmateriales no pueden ser vistos por el ojo humano. Sin embargo, puede<br />

constatarse su presencia a través de sus diferentes manifestaciones. En el caso que ahora<br />

nos presenta el evangelio se evidencia la realidad de los demonios a través de <strong>las</strong><br />

perturbaciones que causaban en el Gadareno. Vemos a los demonios poseyendo (v.27),<br />

15


gritando (v.28), reconociendo al Hijo de Dios (v.28), dotando de una fuerza sobrenatural<br />

(v.29), hablando con Jesús (v.30), identificándose por nombre y número (v.30), etc.<br />

Todas estas manifestaciones son lo suficientemente claras como para darse cuenta que los<br />

demonios no son producto de la imaginación humana. Son seres que se mueven por los<br />

aires y que provocan muchas de <strong>las</strong> situaciones y comportamientos que para nosotros no<br />

tienen explicación. Guardemos celosamente esta verdad: nuestra lucha es contra fuerzas<br />

que están más allá de nuestras posibilidades el poder<strong>las</strong> vencer; por ello, busquemos<br />

siempre refugio en Aquel que vino para deshacer <strong>las</strong> obras del maligno.<br />

2- <strong>Los</strong> demonios tienen como fin la destrucción.<br />

El Señor Jesús afirmó en cierta ocasión, con respecto a Satanás, que: “No viene sino para<br />

hurtar y matar y destruir” (Jn. 10:10). Esta verdad quedó muy evidenciada cuando los<br />

demonios salieron del Gadareno para introducirse en los cerdos, se nos dice que “el hato<br />

se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó” (v.33). Puesto que los demonios no<br />

pudieron consumar su obra destructiva en el hombre lo hicieron en los cerdos.<br />

Recordemos siempre, pues, que Satanás y sus demonios solamente planean nuestra<br />

destrucción. Ellos no desean otra cosa sino robar, destruir y matar. Ninguno de los<br />

ofrecimientos que Satanás hace en sus tentaciones pueden beneficiar al ser humano, el fin<br />

último que él siempre persigue es el mal. Solamente un ingenuo podría engañarse a sí<br />

mismo pensando que si sigue la senda del mal encontrará algún provecho; al igual que<br />

sucedió con los cerdos, la muerte será su destino eterno.<br />

3- Jesús vino para deshacer <strong>las</strong> obras del diablo.<br />

Cuando el Gadareno fue liberado por el Señor, se nos dice que los vecinos del lugar le<br />

hallaron “sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio” (v.35). ¡Qué<br />

diferencia con respecto a su estado inicial! El Señor había salvado no solamente al<br />

hombre de su azote sino que también había librado a aquella comunidad de sus temores.<br />

Así como el Señor terminó con el mal del Gadareno también lo ha hecho con<br />

interminable número de hombres y mujeres. No son pocos los que se han visto salvos de<br />

posesiones, opresiones y diferentes tormentos provocados por la actividad demoníaca.<br />

Jesucristo es el mismo de ayer y de siempre, y de la misma manera que libero en el<br />

pasado al Gadareno continúa liberando en el presente a los que lo necesitan.<br />

APLICACION<br />

Hay muchas personas que sufren de distintos tipos de opresión diabólica, ya que Satanás<br />

no sólo posee a los hombres sino que también los atormenta con tentaciones y opresiones.<br />

<strong>Los</strong> pensamientos obsesivos y los temores irracionales pueden tener como fuente la obra<br />

satánica. Pero, cualquiera sea la c<strong>las</strong>e de opresión, vayamos confiados a Cristo, seguros<br />

de que en él encontraremos la respuesta certera a nuestra necesidad.<br />

16


ALIMENTACION DE CINCO MIL Fecha 6-2-2007<br />

LECTURA: Lucas 9:12-17<br />

12 Pero el día comenzaba a declinar: y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la<br />

gente, para que vayan a <strong>las</strong> aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren<br />

alimentos: porque aquí estamos en lugar desierto.<br />

13 El les dijo: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco<br />

panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta<br />

multitud.<br />

14 Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en<br />

grupos, de cincuenta en cincuenta.<br />

15 Así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos.<br />

16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los<br />

bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente.<br />

17 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de<br />

pedazos.<br />

VERDAD CENTRAL: Jesús vino para llenar <strong>las</strong> necesidades del hombre.<br />

INTRODUCCION<br />

El milagro de la multiplicación de los panes y los peces es la señal que Jesús hizo que con<br />

más frecuencia se refiere en los relatos del evangelio. Sin lugar a dudas, con esta<br />

repetición, Dios deseaba llamar nuestra atención hacia detalles interesantes de este<br />

suceso. El milagro que aquí se nos narra no solamente nos presenta el poder creador del<br />

Señor Jesús, cosa que es bastante evidente en el hecho de la multiplicación, sino que<br />

también contiene enseñanzas espirituales que deben ser aplicadas correctamente.<br />

Precisamente, es desde ese punto de vista espiritual que deseamos asumir la<br />

interpretación de este milagro.<br />

CUERPO<br />

1- El mundo está necesitado de alimento.<br />

El gentío que buscaba a Jesús para escuchar sus palabras es un cuadro del mundo. El<br />

género humano se encuentra pobre, hambriento, desamparado y sin lugar a donde ir.<br />

Somos un grupo de pobres pecadores, en medio de un mundo malvado, sin fuerza o<br />

capacidad para salvarnos y en peligro de desmayar por carecer del alimento espiritual.<br />

Por otra parte también se nos dice que “el día comenzaba a declinar’ (v.12). Es decir que<br />

la noche pronto vendría, estaban en <strong>las</strong> postrimerías del tiempo. De igual manera, a <strong>las</strong><br />

necesidades espirituales que ya tiene el ser humano, debemos añadir el corto tiempo que<br />

queda antes que la noche de la Gran Tribulación caiga sobre este mundo. Es preciso<br />

encontrar alimento espiritual para esta humanidad desposeída, antes que sea demasiado<br />

tarde.<br />

17


2- La compasión de Jesús por un mundo necesitado.<br />

La Escritura nos relata que el Señor Jesús en ningún momento fue indiferente a la<br />

situación que vivía el gentío. Por el contrario, desde el primer momento se interesó por<br />

resolver la situación y habló a sus discípulos diciéndoles: “Dadles vosotros de comer”<br />

(v.13). Jesús se mostró compasivo, dispuesto a mostrar su consideración hacia aquellos<br />

que con fe le habían seguido hasta el desierto. Este Jesús no ha cambiado con el paso del<br />

tiempo. El sigue siendo el mismo desde hace dos mil años. Elevado por la diestra del<br />

Padre hasta lo alto, en el cielo, mira hacia abajo la vasta multitud de pecadores<br />

hambrientos que cubren la faz de la tierra. Todavía siente compasión de ellos, todavía se<br />

conduele de su desamparo y de su miseria. Principalmente hoy que el fin está más cerca<br />

que nunca. Ya el día comienza a declinar y vendrá la noche cuando nadie puede trabajar,<br />

por ello, el Señor está avivando su obra en medio de los tiempos.<br />

3- El poder del evangelio para saciar.<br />

Cuando los discípulos recibieron la orden del Señor de dar de comer a la multitud, no<br />

tardaron en expresar su impotencia para tal tarea; ellos dijeron: “No tenemos más que<br />

cinco panes y dos pescados” (v.13). En verdad que los recursos humanos se vuelven<br />

inútiles a la hora de querer satisfacer la profunda necesidad espiritual de hombres y<br />

mujeres. Por más que el hombre quiera hacer no podrá jamás, por sí mismo, satisfacer a<br />

la hambrienta humanidad. Sin embargo, cuando Jesús tomó el asunto en sus manos<br />

pronto hubo suficiente alimento para todos. Así es el evangelio de Cristo. Poco y pequeño<br />

como a muchos les parece, el evangelio contiene suficiente sustancia como para<br />

alimentar a <strong>las</strong> multitudes. La historia del Cristo crucificado puede parecer al sabio de<br />

este mundo insignificante y despreciable; no obstante, es el poder de Dios para salvación.<br />

Todos aquellos que acudan al evangelio de Cristo encontrarán satisfacción plena para sus<br />

almas hambrientas. Y no solamente se sentirán llenos sino que, al igual que <strong>las</strong> personas<br />

del relato, recogerán cestas llenas de sobras. Dios siempre da más abundantemente de lo<br />

que esperamos.<br />

APLICACION<br />

¿Nos hemos dado ya cuenta que el mundo en que vivimos es un desierto y que nuestras<br />

almas urgen del alimento celestial? Si esta necesidad del ser humano no es llenada por el<br />

evangelio, no queda más remedio que perecer eternamente. Felices todos aquellos que<br />

reconocieron su necesidad espiritual y acudieron a Cristo recibiéndole como el Pan que<br />

descendió del cielo. El hombre jamás podrá satisfacerse con <strong>las</strong> cosas de este mundo;<br />

siempre se sentirá hambriento, sediento, inconforme. Pero todos aquellos que acudan a<br />

Cristo comerán y se saciarán. El que come del Pan de vida nunca más volverá a tener<br />

hambre.<br />

18


CIUDADES QUE NO SE ARREPINTIERON Fecha 6-9-2007<br />

LECTURA: Lucas 10: 13-16<br />

13 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro yen Sidón se hubieran hecho los<br />

milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que sentadas en cilicio y ceniza, se<br />

habrían arrepentido.<br />

14 Por tanto, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón, que para<br />

vosotras.<br />

15 Y tú, Capernaum, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida.<br />

16 El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el<br />

que me desecha a mí, desecha al que me envió.<br />

Glosario:<br />

Cilicio- Ropa tejida, de tela oscura. Usado en duelo como señal de arrepentimiento<br />

Hades- Lugar donde son depositadas <strong>las</strong> almas de los incrédulos en la actualidad<br />

VERDAD CENTRAL: <strong>Los</strong> privilegios externos no aseguran la salvación.<br />

INTRODUCCION<br />

Toda persona, de una forma u otra, tiene algún tipo de relación con alguna manifestación<br />

religiosa. Este aspecto religioso que todo individuo posee, muchas veces, hace que <strong>las</strong><br />

personas desvíen su confianza para apoyarse en sus distintivos exteriores. Por ejemplo,<br />

hay quienes se sienten muy satisfechos de poseer una membresía en determinada<br />

congregación. Otros se sienten confiados en que su religión es la que más adeptos tiene.<br />

Otros confían en el monto de dinero que han dado para determinada obra religiosa. Otros<br />

se sienten a gusto con ser activos trabajadores dentro de su círculo religioso. Sin<br />

embargo, a través de la lección que hoy corresponde desarrollar, aprenderemos que todas<br />

<strong>las</strong> exterioridades religiosas no pueden justificarnos a los ojos de Dios.<br />

CUERPO<br />

1- <strong>Los</strong> milagros no aseguran la salvación.<br />

El Señor visitó ciudades en donde realizó gran cantidad de milagros y señales; sin<br />

embargo, esas mismas ciudades permanecieron insensibles ante el mensaje de la<br />

salvación. El privilegio que habían recibido no era común, pues el mismo Señor Jesús les<br />

hizo ver que los milagros que ellos habían presenciado no se les habían concedido a otras<br />

ciudades. El dijo: ¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón se<br />

hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que sentadas en<br />

cilicio y ceniza, se habrían arrepentido” (v.13). A pesar de <strong>las</strong> grandes señales que estas<br />

ciudades habían presenciado, su posición no era mejor a los ojos de Dios. Notemos, pues,<br />

que se pueden tener los privilegios más especiales, pero, ellos, por sí solos, no nos hacen<br />

mejores a los ojos de Dios. Solamente nos hacen más responsables. Nadie piense, pues,<br />

que por pertenecer a ésta o aquella congregación estará en una posición preferente ante<br />

19


Dios. Tampoco nos hace mejores el haber estado a la par de los grandes evangelistas. <strong>Los</strong><br />

privilegios externos no nos hacen mejores a los ojos de Dios.<br />

2- Lo que Dios desea es el arrepentimiento.<br />

Según <strong>las</strong> palabras que el Señor pronunció, aprendemos que lo único que puede cambiar<br />

la posición humana ante Dios es el arrepentimiento. No importa que <strong>las</strong> ciudades hayan<br />

sido tan perversas como Sodoma o Gomorra, si el<strong>las</strong> se hubiesen arrepentido tiempo sería<br />

que hubieran gozado de <strong>las</strong> misericordias del Señor. Pero, por otra parte, <strong>las</strong> ciudades<br />

pueden ser muy religiosas y haber tenido muchos privilegios como Corazín o Betsaida,<br />

pero si no se arrepiente su condenación será semejante o peor que la de aquel<strong>las</strong> ciudades.<br />

Tal como lo dijo el Maestro: “En el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón,<br />

que para vosotras” (v. 14). Cuidemos nuestras almas no sea que al igual que estas<br />

ciudades que no se arrepintieron, nosotros permanezcamos también insensibles al<br />

llamado de Dios por estar confiando en cierta cualidad religiosa que nos distingue de los<br />

demás.<br />

3- <strong>Los</strong> mensajeros son semejantes a su Señor.<br />

Nuestro Señor Jesucristo igualó su ministerio al que desempeñarían sus enviados. El dijo:<br />

“El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el<br />

que me desecha a mí, desecha al que me envió” (v. 16). Tal vez hay personas que piensan<br />

que el<strong>las</strong> jamás rechazarían un llamado de Cristo tal como lo hicieron Corazín y Betsaida;<br />

pero, esas mismas personas son <strong>las</strong> que repetidas veces han endurecido su corazón ante el<br />

llamado que hacen los ministros del Señor. Pero, no se puede rechazar a los siervos de<br />

Dios sin rechazar a Dios mismo. Cualquiera que se niega a seguir a Cristo a partir del<br />

llamamiento que le formula un predicador del evangelio es como si rechazara un<br />

llamamiento que le estuviera haciendo el mismo Cristo. Por eso es que el Señor dijo: “El<br />

que a vosotros desecha, a mí me desecha” (v. 16). No importa qué privilegios externos<br />

una persona pueda tener con respecto al evangelio, si se niega a acatar el consejo del<br />

evangelio que le es predicado es como si rechazara al mismo Señor, y, sin importar su<br />

religiosidad, le acontecerá como a Capernaum: “Tú, que hasta los cielos eres levantada,<br />

hasta el Hades serás abatida” (v.15).<br />

APLICACION<br />

A la luz de la enseñanza que hoy hemos presentado, debemos examinar nuestros<br />

corazones para saber si estamos esperando en el Señor como él desea. Recordemos que<br />

no podemos confiarnos de ningún privilegio religioso si no nos hemos arrepentido con<br />

sinceridad. De nada vale que se tengan muchos nexos religiosos, lo que Dios desea es un<br />

cambio sincero de vida.<br />

20


MARÍA Y MARTA Fecha 6-16-2007<br />

LECTURA: Lucas 10: 38-42<br />

38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le<br />

recibió en su casa.<br />

39 Esta tenía una hermana que se llamaba Maria, la cual sentándose a los pies de Jesús,<br />

oía su palabra.<br />

40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te<br />

da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.<br />

41 Respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.<br />

42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será<br />

quitada.<br />

VERDAD CENTRAL: Las ocupaciones de la vida diaria no deben quitar nuestra<br />

atención de Cristo.<br />

INTRODUCCION<br />

El mundo en que vivimos demanda de nosotros la atención a ciertas cuestiones<br />

inevitables como el trabajo, el descanso, el alimento, etc. Nadie puede sustraerse de<br />

cumplir estas responsabilidades, ni Dios pide que lo hagamos. No obstante, existe un<br />

peligro espiritual en este asunto y es que por ocuparnos de estas cosas necesarias y lícitas<br />

descuidemos nuestras responsabilidades espirituales. La lección de este día nos enseña<br />

que Dios ha dispuesto un tiempo para cada cosa; y que, sin volvernos irresponsables, bien<br />

podemos dar a Dios el tiempo que nuestras almas necesitan.<br />

CUERPO<br />

1- Cada persona ve los afanes de manera diferente.<br />

El relato que ahora nos ocupa nos presenta a dos hermanas, María y Marta, que a pesar de<br />

haber tenido ambas una verdadera conversión, mostraban; no obstante, una reacción<br />

diferente ante <strong>las</strong> ocupaciones de la vida. Marta era activa en los quehaceres hogareños.<br />

En cambio, María era tranquila y dada a la meditación. A pesar de ser hermanas sus<br />

caracteres eran opuestos. Aprendamos que no todas <strong>las</strong> ovejas del Señor son iguales en lo<br />

que toca a sus personalidades. Esto mismo debe enseñarnos que no debemos pensar que<br />

una persona no ha gozado de la gracia de Dios tan sólo porque su manera de reaccionar<br />

antes <strong>las</strong> preocupaciones es diferente a la nuestra. Al contrario de ello, debemos tener una<br />

consideración especial por aquel<strong>las</strong> personas que se ven más afectadas por los afanes de<br />

este mundo. Hay quienes se preocupan excesivamente por <strong>las</strong> situaciones económicas;<br />

otros, en tanto, no dan mayor importancia a estos asuntos. Pero nuestro deber es saber<br />

apoyar a aquellos que se afanan excesivamente por lo material para ayudarles a dirigir su<br />

atención también a los valores eternos.<br />

21


2- El peligro de la preocupación excesiva.<br />

Es muy claro en el pasaje que tenemos ante nosotros que Marta se dejó arrastrar por una<br />

preocupación excesiva en su deseo de preparar al Maestro un recibimiento adecuado. La<br />

Escritura dice: “Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres” (v.40). Su afán por<br />

<strong>las</strong> cosas perecederas hizo que olvidara por un momento <strong>las</strong> cosas eternas. Después, el<br />

mismo Señor tuvo que reprenderla por su excesivo apego a los intereses de esta tierra. Si<br />

nosotros deseamos progresar en la gracia debemos ser muy vigilantes respecto de los<br />

cuidados de este mundo. Es muy fácil caer en la trampa de <strong>las</strong> ocupaciones lícitas. Hoy<br />

mismo hay infinidad de almas que caminan descarriadas de los senderos del Señor por<br />

una dedicación total a <strong>las</strong> ocupaciones de esta vida. Podemos descender al abismo de en<br />

medio de <strong>las</strong> cosas lícitas. Pero si amamos nuestras almas será necesario que sepamos<br />

ocuparnos de nuestros asuntos materiales de manera prudente y sobria.<br />

3- La mayor necesidad del hombre es espiritual.<br />

Cuando el Señor reprendió a Marta le dijo: “Sólo una cosa es necesaria” (v.42). Mientras<br />

más tiempo vivamos sobre la tierra más verdaderas nos parecerán estas palabras. La<br />

salud, el dinero, <strong>las</strong> posesiones, la prosperidad, todas estas cosas son buenas bajo ciertas<br />

condiciones; pero no pueden llamarse necesarias. El hombre puede ser completamente<br />

feliz sin tener ninguna de estas cosas. De manera que aquel<strong>las</strong> cosas por <strong>las</strong> cuales el<br />

hombre se afana intensamente cada día no son realmente necesarias. La gracia de Dios<br />

que trae la salvación es la única cosa necesaria. Jesús dijo que Maria había escogido la<br />

mejor parte. Esto es una gran verdad, pues, una cena muy bien podría repetirse en otra<br />

ocasión; pero <strong>las</strong> palabras que el Señor pronunciaba eran irrepetibles. María comprendió<br />

que los quehaceres podían ser aplazados pero <strong>las</strong> necesidades del alma no. Que esta<br />

actitud, y la alabanza que Jesús hizo de ella, nos animen a no menospreciar los valores<br />

eternos a cambio de los temporales. Cuando nos veamos tentados a alejarnos de Dios<br />

para atender algunas horas extras de trabajo, recordemos <strong>las</strong> palabras del Señor: “Sólo<br />

una cosa es necesaria”.<br />

APLICACION<br />

¿Qué sabemos nosotros de esta buena parte que escogió María? ¿La hemos escogido para<br />

nosotros? ¿Podemos decir con verdad que es nuestra? No estemos tranquilos hasta que<br />

podamos decirlo. Escojamos la vida mientras Cristo nos la ofrece sin dinero y sin precio.<br />

Solicitemos tesoros en el cielo, no sea que despertemos y hallemos que somos pobres<br />

para siempre. Dejemos los trabajos de esta vida en su debido lugar, mientras atendemos<br />

también nuestras almas.<br />

22


EL PADRE NUESTRO Fecha 6-23-2007<br />

LECTURA: Lucas 11: 1-4<br />

1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos<br />

le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseño a sus discípulos.<br />

2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu<br />

nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.<br />

3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.<br />

4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que<br />

nos deben, y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.<br />

VERDAD CENTRAL: La oración suple <strong>las</strong> necesidades del cristiano<br />

INTRODUCCION<br />

La oración es ofrecida en <strong>las</strong> Escrituras como la forma de obtener todo aquello que<br />

nuestras almas necesitan. Ninguna otra cosa, como la oración, será de igual valor al<br />

cristiano en esta vida. Pero la oración no resulta provechosa si no es ejercitada de manera<br />

adecuada. De ahí que los discípulos suplicaran al Maestro diciéndole: “Señor, enséñanos<br />

a orar” (v. 1). El Señor respondió dándoles un modelo para la oración. Este modelo no<br />

sólo les mostraba la manera sino también el contenido apropiado de la oración.<br />

Examinemos, entonces, desde esta perspectiva ese gran modelo de oración que es el<br />

Padre Nuestro.<br />

CUERPO<br />

1- Para orar adecuadamente hay que ser un hijo de Dios.<br />

Es muy interesante que Jesús inició el Padre Nuestro anteponiendo la palabra: “Padre”<br />

(v.2). En el arameo era el término íntimo que se usaba para referirse al progenitor. De<br />

esta manera, el Señor, mostraba que la oración es una práctica que debe ser ejercida<br />

dentro de la intimidad de los lazos más estrictos de familiaridad. Recordemos que el<br />

llegar a ser un hijo de Dios no es tan sólo cuestión de ser una criatura de él. <strong>Los</strong> hijos de<br />

Dios son aquellos que lo llegaron a ser por medio de una experiencia espiritual y no por<br />

generación natural. No es cierto que todos seamos hijos de Dios, Jesús enseñó que<br />

algunos son hijos de Dios y que otros no. Las Escrituras son muy claras cuando nos<br />

presentan <strong>las</strong> condiciones necesarias para ser hecho un hijo de Dios. El<strong>las</strong> dicen: “A<br />

todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos<br />

hijos de Dios” (Jn. 1:12). La oración viene a cobrar importancia cuando es ejercida por<br />

hombres y mujeres que llegaron a ser hijos de Dios por medio de la experiencia del nuevo<br />

nacimiento. Sólo los que pueden llamar a Dios “Padre” pueden tener confianza en que<br />

sus oraciones serán oídas.<br />

23


2- Para orar adecuadamente hay que anteponer los intereses divinos.<br />

Al examinar el contenido del Padre Nuestro fácilmente puede advertirse que está dividido<br />

en dos partes. La primera atañe a los intereses divinos, en tanto que la segunda, atañe a<br />

los intereses del cristiano. Es importante comprender que <strong>las</strong> peticiones referentes a los<br />

intereses de Dios van antes que <strong>las</strong> que se refieren a los intereses del cristiano. Al orar,<br />

debemos recordar que se debe comenzar siempre en el mismo orden. Por lo general<br />

nosotros usamos la oración tan sólo para ver atendidas nuestras necesidades personales;<br />

pero, es solamente cuando buscamos primeramente el reino de Dios y su justicia que<br />

nuestras necesidades personales serán suplidas. No nos olvidemos, pues, de comenzar<br />

nuestras oraciones santificando siempre el nombre de Dios, rogando por el avance de su<br />

reino en esta tierra y suplicando porque sea hecha su perfecta voluntad en nuestras vidas<br />

en la tierra. Cuando nos preocupamos de <strong>las</strong> cosas de Dios, Dios se entiende de <strong>las</strong><br />

nuestras.<br />

3- Para orar adecuadamente hay que buscar la respuesta a nuestras necesidades en<br />

Dios. En la segunda parte del Padre Nuestro encontramos <strong>las</strong> solicitudes que<br />

corresponden a los intereses del cristiano. Estas peticiones van desde lo que es puramente<br />

espiritual como: “Perdónanos nuestros pecados” (v.4), hasta <strong>las</strong> más elementales<br />

necesidades físicas: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (v.3). Aprendamos,<br />

entonces, que no hay petición, por sencilla que parezca, que no podamos presentarla a<br />

Dios. En lugar de afanarnos excesivamente por el qué comeremos o qué vestiremos,<br />

deberíamos ofrecer confiadamente nuestras peticiones a Dios bajo la certeza de que<br />

nuestras oraciones serán bien escuchadas.<br />

APLICACIÓN<br />

Que el Padre Nuestro nos sirva para descubrir, en primer lugar, en qué estado nos<br />

encontramos con respecto al Creador. Las palabras que contiene quizás han sido repetidas<br />

muchas veces por nuestros labios; pero, ¿hemos sentido lo que hemos dicho? ¿Hemos<br />

nacido de nuevo y hemos llegado a ser hijos por medio de la fe para que podamos llamar<br />

a Dios “Padre”? ¿Honramos su nombre y obedecemos su voluntad? ¿Deseamos<br />

sinceramente que venga el reino de Dios? ¿Sentimos diariamente la necesidad de obtener<br />

bendiciones temporales y el perdón del pecado? Estas son preguntas serias y merecen una<br />

seria consideración. Cuanto más analicemos el Padre Nuestro y cuanto más meditemos en<br />

él, tanto más instructivo nos parecerá y tanto más nos acercará a ser hechos herederos del<br />

reino.<br />

24


EL VALOR DE LA FE Fecha 6-30-2007<br />

LECTURA: Lucas 11: 27-32<br />

27 Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo:<br />

Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.<br />

28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.<br />

29 Y apiñándose <strong>las</strong> multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda<br />

señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás.<br />

30 Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a<br />

esta generación.<br />

31 La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los<br />

condenará: porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he<br />

aquí más que Salomón en este lugar.<br />

32 <strong>Los</strong> hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la<br />

condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás<br />

en este lugar.<br />

Glosario:<br />

La reina del Sur: Conocida como la Reina de Saba, 1 Reyes 10 (1-13), Mujer que busco<br />

la sabiduría de Salomón<br />

VERDAD CENTRAL: La fe genuina nos conduce a la salvación.<br />

INTRODUCCION<br />

Sin lugar a dudas que el mensaje principal del evangelio es el de la salvación que se<br />

recibe por fe. Esto significa que para que el hombre pueda obtener la vida eterna no<br />

necesita más que colocar su confianza en los méritos de Cristo en la Cruz del calvario. Al<br />

confiar que el Señor hizo ya lo que era necesario para cubrir nuestras faltas, sobreviene la<br />

salvación del alma. Este es, sin lugar a dudas, el mensaje central del evangelio. Se hace<br />

necesario, pues, que consideremos una vez más esta importante verdad de manera que<br />

nuestros corazones se afirmen aún más en Cristo y obtengamos la salvación prometida.<br />

CUERPO<br />

1- El gran privilegio que es tener fe.<br />

Una mujer que escuchaba a Jesús pensó en el gran privilegio que había recibido aquella a<br />

la que se le había concedido ser la madre del Señor. La mujer exclamó: “Bienaventurado<br />

el vientre que te trajo, y los senos que mamaste” (v.27). Sin lugar a dudas que fue un<br />

privilegio inigualable y único el que le correspondió a María como madre del Salvador.<br />

Sin embargo, Jesús replicó a aquella mujer que había un privilegio aún mayor que ese, él<br />

dijo: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (v.28). Es<br />

mayor bien creer en el Señor que pertenecer a su familia. <strong>Los</strong> privilegios más elevados a<br />

que pueda aspirar el alma están cerca de nosotros y a nuestro alcance, con la sola<br />

25


condición de creer. De nada vale que deseemos vehementemente ser parte de la familia<br />

de Jesús, tal cosa ya no es posible; pero, podemos tener una bienaventuranza mayor: la de<br />

creer en él. Era mayor honra para María que Cristo morara en su corazón por la fe, que<br />

haber sido su madre y haberle amamantado.<br />

2- Sin fe <strong>las</strong> mayores señales resultan inútiles.<br />

La generación a la que Cristo perteneció fue testigo del más grande milagro jamás<br />

obrado: el de la resurrección. El dijo: “Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas,<br />

también lo será el Hijo del Hombre a esta generación” (v.30). Pero, a pesar de haber<br />

tenido una prueba tan grande del poder de Dios, no quisieron recibir a Jesús como el<br />

enviado de Dios. Esto nos enseña que aun cuando gocemos de los privilegios religiosos<br />

más grandes, o que seamos testigos de los más grandes milagros, de nada nos servirán si<br />

no hay en nosotros la fe necesaria para creer en el Señor. Si ya tenemos una<br />

predisposición a rechazar a Cristo, aun cuando seamos testigos de <strong>las</strong> mayores señales,<br />

éstas nos serán inútiles. No pensemos, pues, que el ver milagros o señales podrá cambiar<br />

nuestro corazón, es tan sólo la fe en Cristo, que obra por el arrepentimiento, la que podrá<br />

enmendar nuestras vidas.<br />

3- Otros demostraron tener fe sin gozar de mayores privilegios.<br />

Jesús habló de otras personas que, al resucitar de entre los muertos, habrían de condenar a<br />

la generación de su época. Esto, en razón de que tales personas no gozaron de los<br />

privilegios tan especiales de que dispusieron los judíos del tiempo de Jesús. El Señor<br />

habló de la reina del Sur, quien llevada por una poderosa fe, caminó desde los fines de la<br />

tierra para oír a un hombre imperfecto como lo era Salomón (v.31). Sin embargo, los<br />

judíos tenían ahora la oportunidad de escuchar al mismo Dios hecho carne y, ni así,<br />

demostraron tener ni siquiera un poco de la fe de la reina del Sur. Lo mismo ocurre con<br />

el caso de los ninivitas, quienes, con gran fe, se arrepintieron al escuchar la predicación<br />

de un profeta vacilante como Jonás; sin embargo, los judíos tenían ahora ante sí <strong>las</strong><br />

predicaciones del mismo Hijo de Dios y, ni así, demostraron tener ni un recuerdo de la fe<br />

de los ninivitas. Si otros creyeron y tuvieron gran fe sin gozar de mayores privilegios,<br />

¿qué excusa podremos dar por nuestros corazones no arrepentidos en el día final,<br />

especialmente si consideramos que hemos disfrutado del gran privilegio de escuchar la<br />

predicación del evangelio como ninguna otra generación?<br />

APLICACIÓN<br />

Examinemos muy seriamente nuestros corazones para saber si poseemos la fe que Dios<br />

requiere. Velemos para no permanecer en incredulidad. La fe es el escudo del alma. Es la<br />

virtud que Satanás más se empeña en destruir. Acojámosla con ardor, pues, son<br />

bienaventurados todos aquellos que pueden creer.<br />

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