1874 - Diputación Provincial de Almería

espuertas; guardias urbanos con espada y revólver; soldados,
muchachos, mendigos ciegos; curas, labradores,
gitanos, todos muy ocupados. Supe más tarde que la
verdadera plaza del mercado es otra que desde hacía pocos
días estaban preparando para la próxima feria. Desde
la plaza una encrucijada de muchas calles se distribuye
por toda la ciudad: tomé al azar la que tenía enfrente,
y avancé hasta los pies de un antiguo castillo morisco, la
Alcazaba, vestigio del dominio árabe en Almería.
La Alcazaba y la Atarazana (arsenal) eran los restos
más importantes dejados por la civilización árabe en
Almería. Si digo eran es porque el último, edificado por
el Emir Abdel Rohman en el 773, después de haber
contemplado durante once siglos la comedia humana,
tragedia, drama, farsa, que se representaba bajo sus piedras,
y haber llorado, exaltado, estremecido ante tanta
vicisitud de la fortuna, fue demolido no hace muchos
años para abrir espacio a una calle que comunica con
el malecón, o paseo a lo largo del mar, del que hablaré
en otro lugar. La Alcazaba fue edificada en tiempos de
Abdel Rahman III, y ampliada más tarde por el famoso
Hagib Almanzor, que puso en ella a Iairan el esclavo,
el cual dio nombre al castillo, se extiende sobre 12.000
metros cuadrados y se eleva a 41 metros.
La ciudad de Almería descansa sobre dos cerros, en
medio de los cuales se abre un valle que en su tiempo
estuvo muy cultivado por los árabes. Encima de uno
1875
Giuseppe GARZOLINI
La Puerta de Purchena con el trasiego diario de personas y carros. Imagen de comienzos del s. XX. (Reproducida del libro La Almería modernista, 1900-1910, de
J, Grima y N. Espinar; La Voz de Almería, 2006).
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de estos cerros está la Alcazaba, o, como la denominan,
la Alhisana (fortaleza), y sobre el otro un arrabal
que quedaba fuera de los muros que rodeaban por entonces
la ciudad. En tiempos pasados Almería poseía
por occidente otro arrabal llamado Rabdh Alhandh o
del aljibe, y no hace mucho que aún permanecían en
pie las puertas Bab Alocab, o del águila, así llamadas
porque estaban coronadas por una gran águila de piedra.
A toda la circunscripción de Almería se daba el
nombre de Pechina, según el historiador Edn Hayan
en su escrito sobre los Hombres ilustres de Andalucía.
Bajo el reinado del califa Mahomet I arribaron a
estas costas unos comerciantes africanos (mercaderes),
y atracaron en la playa con la intención de establecer
comercio con África, y efectivamente, contra toda previsión,
los negocios adquirieron un rumbo muy próspero.
De modo que en seguida enviaron un mensaje
al califa Abdallah, sucesor de Mahomet, solicitándole
permiso para fundar establecimientos en diversos puntos
de esta provincia. Abdallah lo concedió si reparos,
y he aquí que surgieron muy pronto, como por arte de
magia, cien villas, y en poco tiempo se desplazó desde
todas la partes de España una población de árabes
activa e inteligente. Entre estas villas se cuentan la de
Alhama (la seca), Aljabia [Alhabia], Purchena, Alia
(sic), Benn Tharic [Bentarique], Nakar [Níjar], etc.
Transcurridos muchos años, la capital de todas estas
villas se estableció en Medina Almería, nombre árabe