1874 - Diputación Provincial de Almería
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El matador<br />
y su cuadrilla.<br />
caso rarísimo, no hay manera <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r matar al toro;<br />
el espada le ha dado tres, cuatro, diez estocadas, pero<br />
ha sido inútil; es necesario recurrir a una solución<br />
extrema. Se agarra una larga vara que termina en un<br />
enorme cuchillo atravesado y con forma <strong>de</strong> medialuna,<br />
y cuando el toro está dispuesto a embestir se le propina<br />
con este utensilio un golpe vigoroso en las patas<br />
<strong>de</strong>lanteras, las cuales son sesgadas en el acto, superando<br />
<strong>de</strong> este modo la mayor dificultad <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong>l toreo.<br />
Dos palabras más. Alguien, en fin, podría apuntar<br />
que los toros no son este espectáculo <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción<br />
que <strong>de</strong>scribo. Los toros normales, no; pero aquí se<br />
habla <strong>de</strong> los que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las tres <strong>de</strong> la mañana hasta las<br />
cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, hora <strong>de</strong> la corrida, están recluidos<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> celdas, construidas a propósito<br />
para este uso, solos, apartados, alejados <strong>de</strong> los<br />
bueyes, en la oscuridad. Se sabe que el toro, cuando<br />
está con el buey, es dócil, noble, tranquilo, y parece la<br />
bestia más mansa <strong>de</strong> este mundo; pero sólo <strong>de</strong>spués<br />
que han pasado por lo que se podría llamar la prueba<br />
<strong>de</strong> fuego, el asunto es otro bien distinto. Tanto es así<br />
que la mayoría <strong>de</strong> los toreros no lo afronta si antes no<br />
ha puesto en or<strong>de</strong>n las necesida<strong>de</strong>s mundanas y celestiales;<br />
y no es casualidad que, muy cerca <strong>de</strong> la plaza, se<br />
erija una capilla don<strong>de</strong>, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l altar, hay dos camas<br />
y todo lo necesario con el objeto <strong>de</strong> tener preparado<br />
los primeros cuidados o los últimos consuelos.<br />
Y acabo aquí, porque para referir todos los pormenores,<br />
habría que consumir mucha tinta, mucho papel, mucho<br />
tiempo y mucha paciencia por parte <strong>de</strong> los lectores.<br />
Un momento: ¿y la finalidad <strong>de</strong> estos divertimentos?<br />
– Enhorabuena, también me pregunto yo por la<br />
1875<br />
Giuseppe GARZOLINI<br />
362<br />
finalidad <strong>de</strong> estos divertimentos, pero no hallo la respuesta.<br />
Solamente diré que es un pecado mortal que<br />
una preparación gimnástica tan estimable sea empleada<br />
para un fin tan poco edificante, y que un pueblo<br />
como el español, con todo cuanto tiene <strong>de</strong> amable y<br />
gran<strong>de</strong>, disfrute con un espectáculo que en todos sitios<br />
es consi<strong>de</strong>rado una injuria contra la actual civilización.<br />
Que si se tiene en cuenta la influencia que semejantes<br />
espectáculos ejercen en el espíritu <strong>de</strong>l hombre en general<br />
y <strong>de</strong>l niño en particular, una carnicería, como la<br />
que tiene lugar en una corrida <strong>de</strong> toros, no pue<strong>de</strong> por<br />
menos que disponer hacia la crueldad al espíritu más<br />
dulce.<br />
Tras salir <strong>de</strong> la Plaza, encontré a un amigo que me<br />
preguntó:<br />
- ¿Cómo le gustó a Usted la corrida?<br />
No tenía respuesta que ofrecerle.<br />
- ¿No es verdad que es una cosa bárbara?<br />
- ¡Más que bárbara!<br />
- Es una cosa que horroriza.<br />
- Exactamente: ¿Quiere creerlo? No soy yo: estoy envilecido.<br />
- Lo creo. ¿Cuándo nos volveremos a ver?<br />
- El lunes.<br />
- ¿Dón<strong>de</strong>?<br />
- Diablos: en los toros.<br />
- Ah, ¿usted vuelve a los toros?<br />
- ¿Y quién podría resistirse?<br />
Es una barbaridad, es una cosa que horroriza, es<br />
lo que vosotros queráis; pero quien ha estado en una<br />
corrida está obligado a volver. ¡Oh, conflictos psicológicos,<br />
qué incomprensibles sois!