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REVISTA CRISTIANA - Fundación Federico Fliedner

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2á4 R e v is t a C r i s t i a n a .<br />

CROINTCiLS<br />

DE LA<br />

FAMILIA SCHÓNBERG-COTTA.<br />

(CONTINUACION.)<br />

Ofero era un soldado pagano que habitaba<br />

en la tierra de Canaan. Su estatura<br />

era de doce varas. No le gustaba<br />

obedecer, sino mandar. No le importaba<br />

el mal que hacia á otros, sino que llevaba<br />

una vida de bandolero, atacando y<br />

despojando á todos los que encontraba.<br />

Deseaba sólo una cosa; vender sus servicios<br />

al más poderoso; y noticioso de<br />

que el emperador era en aquellos tiempos<br />

el jefe de la cristiandad, le dijo:<br />

«Señor emperador, ¿quereis ocuparme?<br />

A ningún inferior á vos venderé la<br />

sangre de mis venas.»<br />

El emperador miró su hercúlea mus-<br />

;ulatura, su pecho gigante y sus formidables<br />

puños, y dijo:<br />

«Si quieres servirme para siempre,<br />

Ofero, aceptaré tus servicios.»<br />

El gigante contestó en el acto:<br />

«Serviros para siempre no es tan fácil<br />

prometerlo; pero seré vuestro soldado,<br />

y ninguno os molestará ni en Oriente<br />

ni en Occidente.»<br />

En seguida recorrió todo el pais en<br />

compañía del emperador, quedando sumamente<br />

complacido con él.<br />

Todos los soldados, tanto en los combates<br />

como en los banquetes, eran pobres<br />

y débiles entes comparados con<br />

Ofero.<br />

El emperador tenia á su servicio un<br />

músico, que tocaba el arpa desde la<br />

mañana hasta la noche, y cuando el<br />

emperador se encontraba fatigado por<br />

una larga marcha, el ministril tocaba<br />

inmediatamente para reanimarlo.<br />

Sucedió un dia que por la tarde plantáronse<br />

sus tiendas junto á un bosque.<br />

El emperador comió y bebió con buen<br />

apetito, y el músico cantó una alegre<br />

canción; pero como hablara del demonio,<br />

el emperador se santiguó.<br />

Viendo esto, dijo Ofero en voz alta á<br />

sus camaradas:<br />

«¿Qué es eso? ¿qué chanza está ejecutando<br />

el emperador?»<br />

Entonces le dijo el emperador:<br />

«Escucha, Ofero; lo hice á causa del<br />

demonio maligno, que se dice frecuenta<br />

esta selva con gran rabia y furor.»<br />

Esto pareció sorprender á Ofero, que<br />

dijo desdeñosamente al emperador:<br />

«Tengo un gusto especial por los jabalíes<br />

y ciervos; cacemos en esta selva.»<br />

El emperador contestó suavemente:<br />

«No, déjate de eso, Ofero; pues llenando<br />

tu despensa podrías perjudicar<br />

tu alma.»<br />

Entonces Ofero hizo una mueca y<br />

dijo;<br />

«Las uvas están agrias; si vuestra alteza<br />

tiene miedo al diablo, entraré al<br />

servicio de ese señor, que es más poderoso<br />

que vos.»<br />

Dicho esto, pidió con el mayor aplomo<br />

su sueldo, se despidió con muy poco<br />

gasto de ceremonia, y alejándose alegremente,<br />

se internó en lo más intrincado<br />

del bosque.<br />

En un claro agreste y apartado de la<br />

selva halló el altar del diablo, construido<br />

de negras cenizas; y sobre él, iluminados<br />

por la luna, se veian los blancos<br />

esqueletos de hombres y caballos.<br />

Ofero no se atemorizó en lo más mínimo,<br />

sino que examinó tranquilamente<br />

las calaveras y los huesos; en seguida<br />

llamó tres veces en voz alta al demonio,<br />

y sentándose se quedó dormido y<br />

luego empezó á roncar.<br />

Llegada la media noche, la tierra pareció<br />

rasgarse, y sobre un caballo negro<br />

como el azabache, vio llegar á un jinete,<br />

negro también, que se abalanzó contra<br />

él con furia é intentó ligarlo con solemnes<br />

juramentos. Pero Ofero le dijo:<br />

«Veremos.»<br />

Entonces recorrieron ambos los reinos<br />

del mundo, y Ofero halló que su<br />

nuevo amo era mejor que el Emperador;<br />

no era necesario limpiarle con fre­

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