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John Stott – La Cruz de Cristo

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340 VIVIR BAJO LA CRUZ<br />

Medios<br />

Tercero, los medios por los cuales ejerce autoridad el estado <strong>de</strong>ben<br />

ser controlados, ya que sus propósitos <strong>de</strong>ben cumplirse con<br />

discernimiento. Con el fin <strong>de</strong> proteger a los inocentes y castigar a los<br />

culpables es evi<strong>de</strong>nte que a veces se hace necesario emplear la coerción.<br />

Autoridad implica po<strong>de</strong>r, aunque tenemos que distinguir entre<br />

la violencia (el uso <strong>de</strong>scontrolado e inescrupuloso <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r) y la<br />

fuerza (su uso controlado y escrupuloso para arrestar a los que obran<br />

mal, tenerlos en custodia, hacerlos juzgar y, si son culpables y se los<br />

sentencia, obligarlos a cumplir el castigo). <strong>La</strong> autoridad <strong>de</strong>l estado<br />

pue<strong>de</strong>, incluso, llegar a quitar la vida legalmente. <strong>La</strong> mayoría <strong>de</strong> los<br />

comentaristas interpretan la 'espada' que lleva el estado (Romanos<br />

13-4) como el símbolo no sólo <strong>de</strong> su autoridad general para castigar,<br />

sino <strong>de</strong> su autoridad específica ya sea <strong>de</strong> infligir la pena capital o hacer<br />

la guerra, o ambas cosas. 9 Lutero y Calvino sostenían que era legítimo<br />

extrapolar en este párrafo para incluir la 'guerra justa', por cuanto los<br />

obradores <strong>de</strong>l mal que el estado tiene autoridad para castigar pue<strong>de</strong>n<br />

ser transgresores que 10 amenazan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> afuera, tanto como los<br />

<strong>de</strong>lincuentes que 10 amenazan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro.<br />

Por supuesto que hay obvias diferencias entre sentenciar y castigar<br />

a un <strong>de</strong>lincuente por un lado, y <strong>de</strong>clarar y hacer la guerra a un agresor,<br />

por otro. En particular, cuando se trata <strong>de</strong> una guerra no hay juez ni<br />

tribunal. Al <strong>de</strong>clarar la guerra, el estado actúa como juez <strong>de</strong> su propia<br />

causa, dado que hasta ahora no existe ningún cuerpo in<strong>de</strong>pendiente<br />

para arbitrar en disputas internacionales. Y el conjunto <strong>de</strong><br />

procedimientos y la fría y <strong>de</strong>sapasionada atmósfera <strong>de</strong> los tribunales<br />

<strong>de</strong> justicia no tienen ningún paralelo en el campo <strong>de</strong> batalla. Esto no<br />

obstante, como 10 ha <strong>de</strong>mostrado el profesor Oliver O'Donovan, el<br />

<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong> la guerra justa "representaba un intento<br />

sistemático <strong>de</strong> interpretar actos <strong>de</strong> guerra por analogía con actos <strong>de</strong><br />

gobierno civil",1O y <strong>de</strong> esta manera enten<strong>de</strong>r que pertenecían "al contexto<br />

<strong>de</strong> la administración <strong>de</strong> justicia [y sujetos a] las normas<br />

restrictivas <strong>de</strong> la justicia ejecutiva".I! De hecho, cuando se pueda<br />

representar un conflicto en función <strong>de</strong> búsqueda <strong>de</strong> la justicia, tanto<br />

más fuerte será la posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar su legitimidad.<br />

Siendo que el uso <strong>de</strong> la fuerza por el estado está estrictamente<br />

limitado al propósito para el cual le ha sido dada, su aplicación <strong>de</strong>be<br />

limitarse absolutamente a las personas individuales, es <strong>de</strong>cir, a llevar<br />

<strong>de</strong>lincuentes a la justicia.No es posible encontrar excusa alguna en<br />

Romanos 13 para las medidas represivas <strong>de</strong> un estado policial. En<br />

AMAR ANVESTROS ENEMIGOS 341<br />

todas las naciones civilizadas tanto la policía como el ejército tienen<br />

instrucciones <strong>de</strong> usar 'la fuerza mínima necesaria', sólo la suficiente<br />

como para lograr su objetivo. En la guerra, la fuerza tiene que ser<br />

controlada a la vez que discriminada. <strong>La</strong> conciencia cristiana protesta<br />

contra la aterradora capacidad contragolpista <strong>de</strong> los arsenales nucleares<br />

actuales.<br />

Reconocimiento<br />

El cuarto aspecto que <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar en cuanto a la autoridad<br />

<strong>de</strong>l estado es el reconocimiento que le correspon<strong>de</strong>. Los ciudadanos<br />

han <strong>de</strong> 'someterse' a las autorida<strong>de</strong>s que gobiernan porque Dios las<br />

ha establecido (v. 1). En consecuencia, los que se 'oponen' a ellas se<br />

oponen a Dios y serán juzgados por él (v. 2). Empero, es necesario<br />

'someterse' no sólo para evitar el castigo sino también para mantener<br />

una buena conciencia (v. 5). ¿Qué es, pues, 10 que se incluye en nuestra<br />

'sumisión'? Por cierto, hemos <strong>de</strong> cumplir las leyes (1 Pedro 2.13) y<br />

pagar los impuestos (Romanos 13.6). Al mismo tiempo <strong>de</strong>bemos orar<br />

por l?s gobernantes (1 Timoteo 2.1-2). El ejemplo, los impuestos y las<br />

oraCiOnes son tres modos <strong>de</strong> alentar al estado a cumplir las<br />

responsabilida<strong>de</strong>s que Dios le ha transferido. Pue<strong>de</strong> ser que vayamos<br />

más lejos, y entendamos que la <strong>de</strong>bida 'sumisión' ha <strong>de</strong> incluir la<br />

cooperación e incluso la participación en las tareas <strong>de</strong>l estado; nuestra<br />

posición <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong> si nuestra eclesiología es luterana, reformada<br />

o anabautista. Dado que la autoridad y el ministerio <strong>de</strong>l estado son<br />

<strong>de</strong> Dios, no veo razón alguna para evitar y veo muchas razones para<br />

participar en el servicio que Dios le ha señalado.<br />

No obstante, tiene que haberlímites para nuestra sumisión. Aunque<br />

(en teoría, según el propósito <strong>de</strong> Dios) "los magistrados no están para<br />

infundir temor al que hace el bien, sino al malo" (Romanos 13.3),<br />

Pablo sabía que un procurador romano había con<strong>de</strong>nado a Jesús a<br />

muerte; él mismo había sido víctima en alguna ocasión <strong>de</strong> la injusticia<br />

romana. ¿Qué <strong>de</strong>berían hacer los cristianos, entonces, si el estado hace<br />

mal uso <strong>de</strong> la autoridad dada por Dios? ¿Qué hacer si pervierte el<br />

ministerio también dado por Dios y comienza a promover el mal y,<br />

en cambio, a castigar al que hace el bien? ¿Qué ocurre si el magistrado<br />

<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser ministro <strong>de</strong> Dios y se convierte en ministro <strong>de</strong>l diablo, si<br />

persigue a la iglesia en lugar <strong>de</strong> protegerla, y ejerce una autoridad<br />

malevolente <strong>de</strong>rivada no <strong>de</strong> Dios sino <strong>de</strong>l dragón (Apocalipsis 13)?<br />

¿Qué hacer, en ese caso? Si bien no se nos exige una sumisión dócil,<br />

contestamos que aun en este caso los cristianos <strong>de</strong>beríamos respetar<br />

al estado perverso, así como los niños tienen que respetar a padres

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