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68 HACIA LA CRUZ<br />
Pedro habló claramente el día <strong>de</strong> Pentecostés: "Sepa, pues,<br />
ciertísimamentetoda la casa <strong>de</strong> Israel, que a este Jesús a quien vosotros<br />
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y <strong>Cristo</strong>." Sus oyentes, sin negar<br />
<strong>de</strong> su culpa, "se compungieron <strong>de</strong> corazón" y preguntaron cómo<br />
podían hacer reparación (Hechos 2.36-37). Esteban fue más directo<br />
aun en su discurso ante el Sanedrín, discurso que lo llevó al martirio.<br />
Calificó al consejo como"¡duros <strong>de</strong> cerviz, e incircuncisos <strong>de</strong> corazón<br />
y <strong>de</strong> oídos!" Los acusó <strong>de</strong> resistir al Espíritu Santo igual que sus<br />
antepasados. Sus antepasados habían perseguido a los profetas y<br />
habían matado a los que predijeron la venida <strong>de</strong>l Mesías. Ahora ellos<br />
habían traicionado y asesinado al propio Mesías (Hechos 7.51-52).<br />
Más tar<strong>de</strong> Pablo usó un lenguaje similar al escribir a los tesalonicenses<br />
acerca <strong>de</strong> la oposición <strong>de</strong> los judíos al evangelio: "Mataron al<br />
Señor Jesús ya sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron:' El<br />
juicio <strong>de</strong> Dios caería sobre ellos porque estaban tratando <strong>de</strong> impedir<br />
que los gentiles recibiesen la salvación (1 Tesalonicenses 2.14-16).<br />
Hoyes extremadamente impopular culpar al pueblo judío por la<br />
crucifixión <strong>de</strong> Jesús. Por cierto, si se usa como justificativo para<br />
<strong>de</strong>nigrar y perseguir a los judíos (como ha ocurrido), o como<br />
expresión <strong>de</strong> antisemitismo, resulta enteramente in<strong>de</strong>fendible. El<br />
modo <strong>de</strong> evitar los prejuicios antisemitas, empero, no es preten<strong>de</strong>r<br />
que los judíos fueron inocentes. Hemos <strong>de</strong> admitir su culpabilidad, y<br />
agregar que otros también tuvieron participación. Así fue como vieron<br />
la cuestión los apóstoles. Hero<strong>de</strong>s y Pilato, gentiles y judíos, <strong>de</strong>cían,<br />
se habían 'unido' contra Jesús (Hechos 4.27).<br />
Más importante todavía, nosotros mismos también somos culpables.<br />
Si nosotros hubiésemos estado en el lugar <strong>de</strong> ellos, hubiéramos<br />
hecho lo que hicieron ellos. Más aun, lo hemos hecho. Porque toda<br />
vez que nos alejamos <strong>de</strong> <strong>Cristo</strong>, lo estamos "crucificando <strong>de</strong> nuevo ...<br />
al Hijo <strong>de</strong> Dios y exponiéndole a vituperio" (Hebreos 6.6). Nosotros<br />
también 'entregamos' a Jesús a causa <strong>de</strong> nuestra codicia igual que<br />
Judas, a causa <strong>de</strong> nuestra envidia igual que los sacerdotes, a causa <strong>de</strong><br />
nuestra ambición igual que Pilato. "¿Estabas tú allí cuando crucificaron<br />
a mi Señor?" pregunta un antiguo negro spiritual. Y tenemos<br />
que contestar: "Sí, nosotros estuvimos allí:' No como espectadores<br />
solamente sino como participantes, como participantes culpables,<br />
complotando con los <strong>de</strong>más, tramando, traicionando, regateando, y<br />
entregándolo para ser crucificado. Po<strong>de</strong>mos intentar lavarnos las<br />
manos <strong>de</strong> la responsabilidad como hizo Pilato. Pero nuestro intento<br />
resultará tan inútil como lo fue el <strong>de</strong> él. Porque tenemos ensangrentadas<br />
las manos.<br />
¿POR QUÉ MURIÓ CRISTO? 69<br />
Antes <strong>de</strong> que podamos ver la cruz como algo que fue hecho para<br />
nosotros (conduciéndonos hacia la fe y la adoración), tenemos que<br />
verla como algo hecho por nosotros (para llevarnos al arrepentimiento)."Sólo<br />
la persona que está dispuesta a reconocer su parte<br />
en la culpa <strong>de</strong> la cruz", escribió el canónigo Peter Green, "pue<strong>de</strong> ser<br />
partícipe <strong>de</strong> la gracia que ella proporciona".26<br />
Horace Bonar (1808-1889), reconocido compositor escocés, lo<br />
expresó muy bien:<br />
Fui yo quien <strong>de</strong>rramó la sagrada sangre;<br />
yo lo clavé en el ma<strong>de</strong>ro;<br />
yo crucifiqué al <strong>Cristo</strong> <strong>de</strong> Dios;<br />
yo me uní a las burlas.<br />
De toda esa multitud vociferante<br />
siento que yo soy uno <strong>de</strong> ellos;<br />
y en ese estruendo <strong>de</strong> groseras voces<br />
reconozco la mía propia.<br />
Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cruz veo al tropel,<br />
burlándose <strong>de</strong> los gemidos <strong>de</strong>l Sufriente;<br />
Mas todavía, parece ser mi propia voz,<br />
como si sólo yo me burlase.<br />
¿Quién entregó a Jesús?<br />
<strong>La</strong> respuesta que hasta ahora hemos dado a la pregunta sobre el por<br />
qué <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Cristo</strong>, ha procurado reflejar la forma en que los<br />
escritores <strong>de</strong> los Evangelios hacen sus relatos. Señalan la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong><br />
responsabilidad: <strong>de</strong> Judas a los sacerdotes, <strong>de</strong> los sacerdotes a Pilato,<br />
<strong>de</strong> Pilato a los soldados. Al menos insinúan el hecho <strong>de</strong> que la codicia,<br />
la envidia y el temor que promovieron su comportamiento también<br />
promueve el nuestro.<br />
Con todo, allí no acaba el relato que hacen los evangelistas. He<br />
omitido un aspecto vital al cual ellos alu<strong>de</strong>n. Es este: que si bien Jesús<br />
enfrentó la muerte <strong>de</strong>bido a los pecados <strong>de</strong> la humanidad, no murió<br />
como mártir. Por el contrario, fue a la cruz voluntariamente, incluso<br />
<strong>de</strong>liberadamente. Des<strong>de</strong> el comienzo <strong>de</strong> su ministerio público se<br />
consagró a este <strong>de</strong>stino.<br />
En su bautismo se i<strong>de</strong>ntificó con los pecadores, como haría luego<br />
plenamente en la cruz. Cuando fue tentado rechazó la posibilidad <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>sviarse <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> la cruz. Repetidamente predijo su pasión y<br />
su muerte, como vimos en el capítulo anterior, y resueltamente orientó