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Documento PDF - Bel Atreides

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chisporroteando de risa un poco todavía tornó su ario perfil para escuchar qué vendría a<br />

continuación.<br />

El abuelo Vyasa nos contó entonces historias de sacrificios y del exceso de ghi que<br />

sufría Agni. El hierofante sonrió, pero la mirada de sus ojos, tan alegre instantes atrás, era<br />

ahora cauta. Su mente brahmín era más aguda que una flecha con punta de creciente lunar.<br />

Empezó a toquetear el diamante guarnecido de oro en su oreja de un modo que decía: Hasta<br />

aquí pero no más. Pero el patriarca continuó.<br />

“Mientras los miembros del sacrificio eran extendidos, los ritwiks se ocuparon en<br />

todos los ritos que los shastras ordenaban. El responsable de la libación empezó a verter<br />

ghi con sus gestos más elegantes mientras todos los rishis lo contemplaban. Todas las<br />

deidades fueron invocadas por los ilustrados brahmines cantando con sus voces más dulces<br />

los mantras del Yajurveda.” En este punto, Vyasa cantó dulcemente como un vanaganaka,<br />

midiendo el ritmo con la mano. Hubo sonrisas y risillas, pero el resto de los mahartwijas<br />

principales adoptaron la actitud del brahmín principal y el júbilo remitió como el herventar<br />

del agua cuando se apaga el fuego. Sin amilanarse en lo más mínimo, el abuelo Vyasa<br />

empezó a contar la historia del sacrificio del dios Indra.<br />

“Cuando los animales seleccionados para el sacrificio fueron tomados, los rishis<br />

sintieron compasión, sintieron el desespero de las bestias y se aproximaron a Indra. ‘El<br />

sacrificio no es auspicioso, gran Indra. Puesto que mérito deseas, seguramente ignoras que<br />

los animales no han sido destinados a la matanza sacrificial. Las almas animales alcanzarán<br />

los cielos, pero tú te quedarás donde estás. En realidad, estos preparativos destruyen todo<br />

mérito. Sólo hay una cosa que uno puede ofrecer y es su propio deseo. Ésta es la ofrenda<br />

que reporta mérito abundante. Si mérito es lo que quieres, que tus buenos sacerdotes<br />

celebren de acuerdo con el agama. Celebra el sacrificio con grano que haya permanecido<br />

guardado no menos de tres años. Haz esto con pureza de propósito y mente clara, y grande<br />

será el mérito, oh Señor del Cielo.’ Pero como muy bien sabemos, el gran dios Indra se ve a<br />

veces afectado por el orgullo. Se negó a escuchar las palabras de los rishis y se produjo una<br />

inmensa disputa acerca de si ofrecer criaturas móviles o grano inmóvil que perturbó la<br />

armonía cósmica. El dios Indra, al ver lo que ocurría, llegó con los rishis al acuerdo de<br />

dejar que el rey Vasu juzgara el asunto.”<br />

El sacerdote principal empezó una vez más a juguetear con el lóbulo de su oreja<br />

derecha.<br />

“Sin meditar demasiado la cuestión, el rey Vasu dijo: ‘El sacrificio puede realizarse<br />

con lo que se tenga a mano.’ Y por ello tuvo que descender a las regiones infernales,<br />

porque ninguna persona, por más sabia que sea, puede decidir sobre tales cuestiones sin ser<br />

el Señor de las Criaturas. Ahora, propongo que evitemos un destino semejante<br />

reflexionando todos en profundidad lo que significa el sacrificio.”<br />

Esto provocó algunas risas, que fueron rápidamente sofocadas por la solemnidad<br />

que esculpía el semblante del brahmín jefe. Era un hombre masivo y estaba aposentado en<br />

su rectitud como en una fortaleza. Con la mano extendida, el patriarca Vyasa lo invitó a<br />

hablar.<br />

Dijo que, puesto que no quería seguir al rey Vasu a las regiones infernales, deseaba<br />

retirarse algunos días antes de pronunciarse y urgía a todos los sacerdotes a hacer lo mismo.<br />

Teníamos que contentarnos con aquello. No era hombre al que se pudiera apresurar en sus<br />

deliberaciones.<br />

Una cosa es detener a un tigre y otra muy distinta evitar el mordisco de un hotri. De<br />

inmediato, los jardines públicos y las tabernas se llenaron de historias. La primera que nos<br />

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