Descargar en Formato PDF - ROCINANTE

misma idea: que
las naciones hispanoamericanas
fuesen dueñas de
su destino; pero
nunca consideró
Bolívar la Independencia
como
un fin en sí misma,
sino el cimiento
sobre el que se podría erigir
una hermandad de naciones,
desde México a la Argentina,
integrada en un proyecto
común de cooperación y soberanía
compartida. Logró
erigir dicho cimiento, alcanzando
la independencia para
lo que hoy son seis naciones
hispanoamericanas; y su victoria
restallante en Ayacucho
sería, a la postre, la mecha
encendida que extendería por
todo el continente la pólvora
de la rebelión. Pero nunca
logró coronar su proyecto panamericano,
lo cual enturbia
sus últimos años con los tintes
de la amargura y el fracaso;
el reposo del guerrero fue
también, pues, una reclusión
forzada en ostracismo,
una melancólica renuncia al
sueño que inflamó sus mejores
días. Simón Bolívar, por
lo demás, no fue
un mero hombre
de acción, lo
que en el lenguaje
de la época se
denominaba un
« i n s u r g e n t e » ;
también fue —en
íntima amalgama
con el guerrero—
un hombre de letras, dotado
de un estilo vigoroso que bebía
en los manantiales del
enciclopedismo y la filosofía
racionalista del siglo XVIII,
pero cuyas formulaciones
lograron imponerse sobre
la influencia individualista
de dichas corrientes de pensamiento,
para concebir un
proyecto político en el que el
Estado fuese garante de la
justicia social y el bienestar
de sus ciudadanos. El fracaso
de dicho proyecto lo convierte,
en cierto modo, en mártir
de su propia ambición, en
llama que arde en su propia
hoguera. José Martí lo retrató
pronunciando palabras como
florones de fuego; palabras
que revelan la condición de
América, su anhelo de gloria
y su apetito de progreso, pero
también su triste destino.
Julio 2012 R
ROCINANTE 45