Descargar en formato PDF (e-book) - Leonides Alonso
Descargar en formato PDF (e-book) - Leonides Alonso
Descargar en formato PDF (e-book) - Leonides Alonso
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
mant<strong>en</strong>er el paso y seguirles de cerca a pesar de que el zig-zag del<br />
camino, el polvo blanquecino que p<strong>en</strong>etraba por mis fosas nasales y<br />
se depositaba <strong>en</strong> mi boca produci<strong>en</strong>do un sabor metálico y olor del<br />
brezo florecido frondoso, infinito, me mareaban.<br />
Por fin, alcanzamos el Alto de la Lagua, fue una pequeña conquista<br />
antes de la meta final, un mundo nuevo se abrió ante mis ojos, el<br />
paisaje, el aire, el sonido del vi<strong>en</strong>to, todo era difer<strong>en</strong>te. Las vistas eran<br />
todavía más espléndidas, las montañas jugaban al escondite con los<br />
caminos blanquecinos, estrechos como hilos, <strong>en</strong>volvi<strong>en</strong>do el mundo,<br />
caminos que parecían ir a todas partes y a ninguna como un logos<br />
laberíntico que ni siquiera los más sabios podrían descifrar.<br />
El sonido del vi<strong>en</strong>to que soplaba del norte apaciguaba un aullido que<br />
más que aullido semejaba un lam<strong>en</strong>to indeterminado de un ser<br />
agonizante.<br />
Los tres detuvimos el paso y nos miramos interrogativam<strong>en</strong>te para<br />
reafirmar una percepción, para asegurarnos de que no fuera una<br />
alucinación.<br />
-¿ Habéis oído eso?- pregunté sigilosam<strong>en</strong>te.<br />
-Sí.- Contestaron los dos a un mismo tiempo mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do el tono<br />
discreto.<br />
-Parece que hay un lobo herido <strong>en</strong> alguna parte.- Afirmó Pablo.<br />
-Seguro que sí. Debe haber caído <strong>en</strong> la trampa, vamos a ver.<br />
Los chicos com<strong>en</strong>zaron a correr hacia un montículo cubierto de brezo<br />
jov<strong>en</strong>, cuyos brotes asomaban por <strong>en</strong>cima de los cepos como un<br />
pelusilla. En una ladera pudimos observar una h<strong>en</strong>didura profunda,<br />
redonda semejante a un pequeño cráter. Pero ese accid<strong>en</strong>te no había<br />
sido producido por un volcán ni por ningún otro f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o natural sino<br />
por la mano del hombre con un fin determinado, el de cazar al lobo,<br />
<strong>en</strong>emigo de los rebaños y por tanto de los intereses humanos desde<br />
tiempos inmemoriales.<br />
Si el lobo era el mayor <strong>en</strong>emigo del hombre, la avidez de carne lo era<br />
del lobo, le hacía arriesgado y eso a veces, le causaba la muerte.<br />
La construcción semejaba un pozo <strong>en</strong> su forma circular aunque era<br />
m<strong>en</strong>os profundo y bastante más ancho de diámetro.<br />
Como esa era una zona de lobos, frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te caían <strong>en</strong> la trampa.<br />
Una trampa ineludible consist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un apetitoso bocado, algún<br />
cabritillo o cordero <strong>en</strong>fermo o malherido que se lanzaba al interior del<br />
foso. Allí balaba desesperadam<strong>en</strong>te, componi<strong>en</strong>do su propio réquiem<br />
hasta que el fino oído de algún lobo percibía su canción desesperada<br />
y llevado por el visceral instinto, se lanzaba al interior del foso a<br />
devorar la presa, saciar el hambre sin p<strong>en</strong>sar que de esa manera<br />
sellaba su propia muerte.<br />
El foso estaba diseñado para que las ágiles patas del canis llupus no<br />
pudieran evadirla. Las paredes estaban forradas de lisas pizarras, que<br />
28