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EL ÚLTIMO ENIGMA JOAN MANUEL GISBERT

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- Bien -aprobó el Maestro, de manera parca-. Era un enigma muy fácil, pero no te has<br />

dejado engañar por la pequeña trampa del enunciado. Probemos con otro. Atiende. Un<br />

hombre camina por un valle entre montañas. Va solo. No hay nadie más en el valle, y él<br />

lo sabe. Sin embargo, va hablando, en voz muy alta, a veces gritando. No está loco. Busca<br />

algo, pero no lo ve. Grita a cada paso.<br />

- ¿Busca...el eco? -se arriesgó a decir Ismael, seguro de acertar.<br />

- Tienes destreza con los enigmas elementales -comentó el caballero, sin demostrar especial<br />

satisfacción-. Veamos ahora. Un hombre y una mujer caminan. Se van buscando, en línea<br />

recta, sin desviarse ni un palmo. Y, sin embargo, a cada paso que dan, mayor es la<br />

distancia que los separa. Apártate del fuego, vas a acabar abrasándote -añadió el<br />

Maestro, sentándose en la enorme butaca de la habitación.<br />

Ismael se alejó un poco del hogar. Estaba ya totalmente concentrado en el nuevo enigma.<br />

Se había dado cuenta enseguida de que ofrecía mayor dificultad. Pero no podía permitirse<br />

ni un fallo. Sentía como si el otro lo estuviese poniendo a prueba o examinando. Ese solo<br />

hecho ya le parecía un motivo de esperanza.<br />

- ¿Puedo preguntar? -quiso saber el muchacho.<br />

- Puedes -murmuró el otro, medio ausente, con los ojos entrecerrados.<br />

- ¿Van el uno hacia el otro en línea recta por la superficie de la Tierra?<br />

- Exactamente.<br />

- ¿Y cada nuevo paso en lugar de acercarlos los separa?<br />

- Eso es lo que he dicho.<br />

- ¿Son verdaderos, de carne y hueso?<br />

- Como tú y como yo.<br />

- ¿Se trata de una escena que puede ocurrir en la realidad?<br />

- Como cualquier otra de la vida.<br />

Ismael se esforzaba en pensar deprisa, pero se había atascado. El temor a decepcionar al<br />

Maestro y perder así su ansiada oportunidad lo tenía medio agarrotado.<br />

De pronto, una intuición le dejó el camino abierto. Tanteó:<br />

- ¿El hombre y la mujer caminan de frente o dándose la espalda?<br />

- Lo segundo.<br />

- O sea: van el uno hacia el otro en línea recta, pero de las dos posibles recorren la más<br />

larga, que es curva en realidad, como la otra, aunque mucho más.<br />

- Expresa la solución con mayor claridad -exigió el Maestro desde la butaca.<br />

- Tardarán mucho en encontrarse porque van el uno hacia el otro por el camino opuesto,<br />

rodeando la Tierra.<br />

- Bien -dijo el caballero poniéndose en pie-. Cierta predisposición no te falta. Pero eso no<br />

garantiza la aptitud. Los auténticos enigmas encierran una dificultad incomparablemente<br />

superior. ¿Quieres comprobarlo?<br />

Más que un ofrecimiento, aquello parecía una amenaza. Resuelto aunque preocupado,<br />

Ismael contestó:<br />

- Sí.<br />

- Acércate a la ventana.<br />

El muchacho lo hizo.<br />

- Mira la luna. ¿La ves bien? -preguntó el otro, mientras avivaba el fuego del hogar.<br />

- Sí.

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