09.05.2013 Views

Evely. Eternizar la vida

Evely. Eternizar la vida

Evely. Eternizar la vida

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

muy humanamente. No recogí de su boca pa<strong>la</strong>bras edificantes<br />

ni definitivas, vivió sencil<strong>la</strong>mente su muerte,<br />

en <strong>la</strong> lógica de cuanto había profesado.<br />

He dicho que murió asombrado, lo puede parecer<br />

increíble en un hombre dotado de tanta inteligencia y<br />

amplitud de espíritu. Yo misma me sentí desconcertada<br />

por ello. Sin embargo, terminé por comprender que<br />

Louis, tan inmerso en esta <strong>vida</strong> que él consideraba eterna,<br />

había ol<strong>vida</strong>do algunas formalidades que hay que<br />

cumplir en sus confines. Pero cuando, muy asombrado,<br />

tuvo que cumplir<strong>la</strong>s, se sometió al reg<strong>la</strong>mento y se puso<br />

serenamente en <strong>la</strong> fi<strong>la</strong> de espera sin alterar, por una vez,<br />

el curso de <strong>la</strong>s cosas.<br />

No nos tenía acostumbrados a ello.<br />

Mentiría si dijera que cuando le atacó <strong>la</strong> enfermedad<br />

<strong>la</strong> aceptó de buen grado. Nunca, hasta entonces, se había<br />

visto «superado» por su salud, y ésa fue su primera<br />

sorpresa, casi iba a decir su primera humil<strong>la</strong>ción.<br />

«¿Cómo, es que hay algo que se resiste a <strong>la</strong> voluntad?»<br />

¿No procedía de una época en <strong>la</strong> que nadie sabía detenerse<br />

en sí mismo? El había denunciado constantemente<br />

esa despiadada norma, pero ¡con cuánto éxito <strong>la</strong><br />

practicaba en sí mismo!<br />

Hasta entonces, siempre que le surgía algún pequeño<br />

problema de salud, cogía un libro y «se encerraba en<br />

su agujero» hasta que todo volvía al orden. Yo sabía<br />

que en tales circunstancias no debía hacerme notar demasiado<br />

y tenía que refrenar esas pulsiones maternales<br />

que toda mujer lleva naturalmente en sí. ¡Era una simple<br />

cuestión de táctica!<br />

Felizmente, esto ocurría pocas veces.<br />

En cambio, cuando una violenta crisis le abatió por<br />

primera vez, se vio obligado a reconsiderar su sistema.<br />

114 —<br />

Pero enseguida, pasada <strong>la</strong> crisis, trató de recuperar sus<br />

antiguas costumbres, sin querer darse cuenta de que se<br />

estaba instaurando un nuevo orden de cosas cuyo control<br />

él iba poco a poco perdiendo. Así, continuó su camino<br />

como antes, persuadido de que su confianza en <strong>la</strong> <strong>vida</strong>,<br />

su vigorosa naturaleza... y su voluntad lo arreg<strong>la</strong>rían<br />

todo. Pero quizá reaccionaba de este modo, porque,<br />

sobre todo, sentía que aún tenía muchas cosas que decir.<br />

Creo que eso era lo que más le atormentaba. Con frecuencia,<br />

se irritaba contra lo que le dificultaba o le<br />

impedía trabajar. «Todavía no he dicho nada de lo que<br />

tengo que decir», me repetía a menudo, como tantos<br />

verdaderos creadores.<br />

En efecto, creo que cada mañana se sentía como un<br />

niño cargado con <strong>la</strong> responsabilidad de rehacer el mundo.<br />

O quizá como una mujer acuciada por dar a luz lo<br />

que lleva dentro. Y eso no podía esperar. Lo demás,<br />

los accidentes de <strong>la</strong> <strong>vida</strong>, su salud sobre todo, ¡qué<br />

pérdida de tiempo! No había que darle ninguna importancia.<br />

Sin embargo, no querría omitir <strong>la</strong> evolución que<br />

sufrió durante los últimos años de su <strong>vida</strong>. Tímidamente<br />

y con una conmovedora simplicidad, comenzó a atreverse,<br />

en ocasiones, a darse el derecho a existir*. Descubrió,<br />

lenta y felizmente, el encanto de <strong>la</strong>s cosas más<br />

sencil<strong>la</strong>s: admirar una flor, abandonar su trabajo para<br />

char<strong>la</strong>r con un niño y quedarse fascinado. Y, mientras<br />

anteriormente sus discípulos se decían que no circu<strong>la</strong>ba<br />

por <strong>la</strong> carretera, sino que «vo<strong>la</strong>ba bajo», ahora comen-<br />

* Sobre este tema, véanse los textos que escribió en Cada día<br />

es un alba, Sal Terrae, Santander 1989.<br />

— 115 —

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!