Zola a los 22 años
Y, para abofetear el patriotismo, han ido a elegir a este hombre, que es el último representante <strong>de</strong> Alsacia y Lorena en nuestras Asambleas; ¡él, un vendido, un traidor que ha insultado al ejército, cuando su nombre <strong>de</strong>bería haber bastado para tranquilizar las inquietu<strong>de</strong>s más suspicaces! No cabe duda que tuvo la ingenuidad <strong>de</strong> creer que su calidad <strong>de</strong> alsaciano, su renombre <strong>de</strong> patriota ardiente serían la garantía misma <strong>de</strong> su buena fe en su <strong>de</strong>licado papel <strong>de</strong> justiciero. Si se encargaba <strong>de</strong> este asunto, ¿no equivalía ello a <strong>de</strong>cir que su pronta conclusión le parecería necesaria para el honor <strong>de</strong>l ejército, para el honor <strong>de</strong> la patria? Dejad que tal asunto se arrastre unas semanas más todavía, intentad sofocar la verdad, <strong>de</strong>negad la justicia, ¡y veréis si no os habréis convertido para entonces en el hazmerreír <strong>de</strong> toda Europa, si no habréis puesto a Francia en la última fila <strong>de</strong> las naciones! ¡No, no!, las estúpidas pasiones políticas y religiosas no quieren escuchar nada, y la juventud <strong>de</strong> nuestras escuelas brinda al mundo el espectáculo <strong>de</strong> abuchear a Scheurer- Kestner, el traidor, el vendido, el que insulta al ejército y compromete a la patria. Sé muy bien que los jóvenes que se han manifestado no son toda la juventud, y que un centenar <strong>de</strong> alborotadores en la calle hacen más ruido que diez mil trabajadores circunspectos y embebidos en su causa; pero los cien alborotadores están <strong>de</strong> sobra ya, y ¡qué doloroso síntoma es que un movimiento así, por muy reducido que sea, pueda ocurrir en este momento en el Barrio Latino! ¿Existen, por consiguiente, jóvenes antisemitas? ¿Hay, por lo tanto, mentes nuevas, almas nuevas, que este imbécil veneno ya ha <strong>de</strong>sequilibrado? ¡Qué tristeza, qué zozobra para el siglo veinte que está por comenzar! ¡Cien años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Declaración <strong>de</strong> los Derechos Humanos, cien años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l acta suprema <strong>de</strong> tolerancia y emancipación, regresamos a las guerras <strong>de</strong> religión, al más odioso y al más bobo <strong>de</strong> los fanatismos! Y, repito, eso se entien<strong>de</strong> <strong>de</strong> hombres que <strong>de</strong>sempeñan cierto papel, que tienen una actitud que mantener y una ambición voraz que satisfacer. Pero, ¿<strong>de</strong> gente joven, <strong>de</strong> quienes nacen y pugnan por una expansión <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>rechos y todas las liberta<strong>de</strong>s, con cuyo resplandor hemos soñado para el siglo veni<strong>de</strong>ro? Son los artífices esperados, y hete aquí que se <strong>de</strong>claran antisemitas, es <strong>de</strong>cir que comenzarán el siglo masacrando a todos los judíos, ¡tan sólo por ser conciudadanos <strong>de</strong> otra raza y tener otra ley! ¡Bella entrada en el goce <strong>de</strong> la Nación <strong>de</strong> nuestros sueños, la Nación <strong>de</strong> la igualdad y la fraternidad! Si tal fuese <strong>de</strong> veras el caso <strong>de</strong> ía juventud, ¡tendríamos que sollozar, negar toda esperanza y toda felicidad humana! Juventud, juventud, te ruego: piensa en la gran tarea que te espera. Eres la obrera futura, echarás los cimientos <strong>de</strong>l siglo que llega y resolverá, tenemos en ello una fe profunda, los problemas <strong>de</strong> la verdad y la equidad, formulados por el siglo que termina. Nosotros, los viejos, los mayores, te <strong>de</strong>jamos el formidable cúmulo <strong>de</strong> nuestras búsquedas, muchas contradicciones y obscurida<strong>de</strong>s quizás, pero <strong>de</strong> seguro el esfuerzo más vehemente que nunca ningún siglo haya hecho hacia la luz, los documentos más honestos y más sólidos, los cimientos mismos <strong>de</strong>l inmenso edificio <strong>de</strong> la ciencia, cuya construcción <strong>de</strong>bes continuar por tu honor y para tu felicidad. Y únicamente te pedimos que seas mucho más generosa y más libre <strong>de</strong> espíritu, que nos excedas en el amor a la vida cotidiana y en tu esfuerzo <strong>de</strong>dicado por completo al trabajo, fecundidad ésta <strong>de</strong> los hombres y <strong>de</strong> la tierra que avivará con creces por fin la <strong>de</strong>sbordante cosecha <strong>de</strong> regocijo bajo un sol <strong>de</strong>slumbrante. Y te ce<strong>de</strong>remos fraternalmente nuestro lugar, dichosos <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer y <strong>de</strong>scansar <strong>de</strong> nuestra cuota <strong>de</strong> tarea cumplida, en el indulgente sueño <strong>de</strong> la muerte, si sabemos que vas a continuamos y realizarás nuestros sueños. ¡Juventud, juventud! Recuerda los sufrimientos que tus padres han soportado, las terribles batallas que han <strong>de</strong>bido vencer para conquistar la libertad <strong>de</strong> que gozas ahora. Si te sientes in<strong>de</strong>pendiente, si pue<strong>de</strong>s ir y venir a voluntad, <strong>de</strong>cir lo que piensas en la prensa, tener una opinión y expresarla públicamente, es porque tus padres han ofrendado su inteligencia y su sangre. No has nacido bajo la tiranía, ignoras lo que es <strong>de</strong>spertar cada mañana con la bota <strong>de</strong> un amo sobre el pecho, no has combatido para escapar <strong>de</strong>l sable dictatorial o <strong>de</strong> la pesa equívoca <strong>de</strong>l mal juez. Da las gracias a tus padres, y no cometas el crimen <strong>de</strong> aclamar la mentira, <strong>de</strong> hacer campaña con la fuerza brutal, la intolerancia <strong>de</strong> los fanáticos y la voracidad <strong>de</strong> los ambiciosos: la dictadura está a la vuelta <strong>de</strong> la esquina. ¡Juventud, juventud! Permanece siempre <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> la justicia. Si esta i<strong>de</strong>a se obscureciera en ti, te encaminarías hacia todos los peligros; y no hablo <strong>de</strong> la justicia <strong>de</strong> nuestros códigos, que sólo garantiza los lazos sociales. Debemos respetarla ciertamente. Pero existe una noción más elevada <strong>de</strong> justicia, la cual establece en principio que todo juicio humano es falible, y admite la posible inocencia <strong>de</strong> un con<strong>de</strong>nado sin creer insultar con ello a los jueces. ¿No tienes ahí, por consiguiente, una aventura que <strong>de</strong>be encen<strong>de</strong>r tu Inflamada pasión por los <strong>de</strong>rechos? ¿Quién se levantará para exigir que se haga justicia, si no tú, tú, que no estás en nuestras luchas personales y <strong>de</strong> intereses, que aún no tienes obligaciones ni compromisos en ningún asunto turbio, y pue<strong>de</strong>s hablar en voz alta, con toda la pureza y toda la buena fe? ¡Juventud, juventud!, sé humana, sé generosa. Si incluso nosotros nos equivocamos, quédate a nuestro lado cuando digamos que un inocente pa<strong>de</strong>ce una pena atroz y que nuestro corazón indignado se <strong>de</strong>sgarra <strong>de</strong> angustia por eso. Si por un solo momento admitieran el posible error ante un castigo tan <strong>de</strong>smesurado, el pecho se les oprimiría y lágrimas brotarían <strong>de</strong> sus ojos. Des<strong>de</strong> luego que los cómitres permanecen insensibles, pero ¡tú, tú, que aún lloras y <strong>de</strong>bes tener compasión <strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>sdichas y ser a<strong>de</strong>pta <strong>de</strong> toda piedad! ¿Cómo es que no tienes el sueño caballeresco, si en alguna parte hubiese un mártir sucumbiendo al odio, <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su causa y liberarlo? ¿Quién más, si no tú, se embarcará en la aventura sublime, se arrojará a una causa peligrosa y soberbia, y se enfrentará a un pueblo en nombre <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> la justicia? ¿Y, en fin, no te da vergüenza <strong>de</strong> que sean los <strong>de</strong> más edad, los viejos, quienes se apasionen, quienes hagan hoy día tu trabajo <strong>de</strong> la generosa locura? —¿Adon<strong>de</strong> vais, muchachos, adon<strong>de</strong> vais, estudiantes, que agitáis las calles con manifestaciones, echando en medio <strong>de</strong> nuestras discordias la bravura y la esperanza <strong>de</strong> vuestros veinte años? —¡Vamos hacia la humanidad, hacia la verdad, hacia la justicia!