El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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ferentes, en largas y entrecruzadas cadenas de montaje extendidas<br />
a lo largo de la intrincada superficie de sus membranas internas<br />
plegadas. <strong>El</strong> glóbulo redondo situado en la parte izquierda<br />
de la figura 1 es el núcleo. Es un órgano característico de<br />
todas las células animales y vegetales. Cada núcleo, como veremos<br />
en el capítulo 5, contiene una base de datos codificada digitalmente<br />
mayor, en contenido de información, que los 30 volúmenes<br />
de la Enciclopedia Británica juntos. Y esta cifra es para<br />
cada célula, no para todas las células del cuerpo juntas.<br />
<strong>El</strong> bastón situado en la parte inferior de la figura es una sola<br />
célula. <strong>El</strong> número total de células en el cuerpo (de un ser humano)<br />
es de unos 10 billones. Cuando uno come un trozo de<br />
carne, se está destruyendo el equivalente a más de 100 000 millones<br />
de copias de la Enciclopedia Británica.<br />
2. UN BUEN DISEÑO<br />
La selección natural es un <strong>relojero</strong> <strong>ciego</strong>; <strong>ciego</strong> porque no<br />
ve el más allá, no planifica las consecuencias, no tiene una finalidad<br />
en mente. Aun así, los resultados vivos de la selección natural<br />
nos impresionan de forma irresistible, por su apariencia de<br />
haber sido diseñados por un maestro <strong>relojero</strong>, nos impresionan<br />
con la ilusión del diseño y la planificación. <strong>El</strong> propósito de este<br />
libro es resolver esa paradoja para satisfacción del lector, y el de<br />
este capítulo es impresionar aún más al lector con el poder que<br />
tiene la ilusión del diseño. Estudiaremos un ejemplo concreto<br />
para concluir que, cuando se trata de complejidad y belleza de<br />
diseño, Paley apenas comenzó a discutir el tema.<br />
Podemos decir que un cuerpo vivo o un órgano está bien<br />
diseñado si tiene atributos que un ingeniero inteligente y experto<br />
podría haber construido en él, para conseguir alguna finalidad<br />
perceptible como volar, nadar, ver, comer, reproducirse o,<br />
en términos más generales, promover la supervivencia y replicación<br />
de los genes del organismo. No es necesario suponer que el<br />
diseño de un cuerpo o de un órgano sea el más perfecto que<br />
un ingeniero pueda haber concebido. A menudo, lo mejor que<br />
puede hacer un ingeniero resulta, en cualquier caso, superado<br />
por lo mejor que puede hacer otro ingeniero, sobre todo si éste<br />
es posterior en la historia de la tecnología. Pero cualquier ingeniero<br />
puede reconocer un objeto que haya sido diseñado con<br />
una finalidad, aunque esté mal diseñado, y puede deducir dicha<br />
finalidad con sólo observar su estructura. En el capítulo I nos<br />
aburrimos soberanamente con aspectos filosóficos. En éste, desarrollare<br />
un ejemplo concreto que creo impresionaría a cualquier<br />
ingeniero: el radar de los murciélagos. Al explicar cada<br />
punto, comenzaré exponiendo el problema con el que se enfrenta<br />
la máquina viva; después consideraré las soluciones posi