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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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multiplicar los ejemplos. Bastará con presentar uno o dos. Una<br />

hipótesis que pueda explicar la navegación de los murciélagos<br />

es buena candidata para explicar cualquier cosa en el mundo de<br />

la vida, y si la explicación de Paley fuese errónea en cualquiera<br />

de sus casos, no podríamos corregirla multiplicando los ejemplos.<br />

Su hipótesis era que los relojes vivos fueron literalmente<br />

diseñados y construidos por un maestro <strong>relojero</strong>. Nuestra hipótesis<br />

actual es que el trabajo fue hecho por la selección natural,<br />

en estadios evolutivos graduales.<br />

Hoy día los teólogos no son tan directos como Paley. No<br />

apuntan a los complejos mecanismos vivos y dicen que están<br />

evidentemente diseñados por un creador, como lo está un reloj.<br />

Pero existe una tendencia a apuntar hacia estos mecanismos y<br />

decir: «Es imposible creer» que tal complejidad y tal perfección<br />

puedan haber evolucionado por selección natural. Siempre que<br />

leo esta observación, siento la tentación de escribir al margen<br />

«Hable por usted mismo». Existen numerosos ejemplos (conté<br />

35 en uno de los capítulos) en un libro reciente, titulado The<br />

Probability of God (La probabilidad de Dios), escrito por el obispo<br />

de Birmingham, Hugh Montefiore. Utilizaré este libro para<br />

mis ejemplos hasta el final de este capítulo, porque es un intento<br />

sincero y honesto, hecho por un escritor culto y con reputación,<br />

de actualizar la teología natural. Cuando digo honesto, quiero<br />

decir honesto. A diferencia de algunos de sus colegas teólogos,<br />

el obispo Montefiore no tiene miedo de exponer que la<br />

cuestión de la existencia de Dios es una cuestión de hecho bien<br />

definida. Él no plantea trucos con astutas evasiones, tales como<br />

que «la cristiandad es una forma de vida. La cuestión de la existencia<br />

de Dios se elimina: es un espejismo creado por las ilusiones<br />

del realismo». Algunos pasajes de su libro tratan sobre la<br />

física y la cosmología, y no me siento capaz de comentarios;<br />

sólo de señalar que parece que ha utilizado a físicos genuinos<br />

como sus fuentes autorizadas. Desearía que hubiese hecho lo<br />

mismo en la parte biológica. Desgraciadamente, aquí prefirió<br />

consultar las obras de Arthur Koestler, Fred Hoyle, Gordon<br />

Rattray-Taylor y Karl Popper. <strong>El</strong> obispo cree en la evolución,<br />

pero no puede creer que la selección natural sea una explicación<br />

adecuada del curso que ha tomado la evolución (en parte<br />

porque, como muchos otros, malinterpreta tristemente la actuación<br />

de la selección natural como hecha «al azar» y «sin un<br />

fin»).<br />

Abusa de lo que podríamos llamar el Argumento de la Incredulidad<br />

Personal. A lo largo de un capítulo encontramos las<br />

siguientes frases, en este orden:<br />

...no parece que exista una explicación basada en Darwin... No<br />

es fácil explicar... Es difícil de comprender... No es fácil comprender...<br />

lis igualmente difícil explicar... No encuentro fácil comprender...<br />

No encuentro fácil ver... Me parece difícil de entender...<br />

no parece posible explicar... No puedo ver cómo... el neodarwinismo<br />

parece inadecuado para explicar muchas de las complejidades<br />

del comportamiento animal... no es fácil comprender cómo tal<br />

conducta pudo haber evolucionado sólo a través de la selección<br />

natural... Es imposible... ¿Cómo pudo evolucionar un órgano tan<br />

complejo...? No es fácil ver... Es difícil ver...<br />

<strong>El</strong> Argumento de la Incredulidad Personal resulta extremadamente<br />

débil, como observó el propio Darwin. En algunos<br />

casos, se basa en la simple ignorancia. Por ejemplo, uno de los<br />

hechos que el obispo encuentra difícil de comprender es el color<br />

blanco de los osos polares.<br />

En cuanto al camuflaje, no siempre es fácilmente explicable<br />

sobre premisas neodarwinistas. Si los osos polares son dominantes<br />

en el Ártico, no parece entonces que hubiera necesidad de<br />

que evolucionasen hacia una forma de camuflaje de color blanco.<br />

Esto debería traducirse:<br />

Personalmente, partiendo de mi insensatez, sentado en mi estudio,<br />

sin haber visitado nunca el Ártico, ni haber visto jamás un<br />

oso polar en estado salvaje, y habiendo sido educado en la literatura<br />

y teología clásicas, no he conseguido hallar hasta ahora una<br />

razón por la que los osos polares pudieran beneficiarse de ser<br />

blancos.<br />

En este caso concreto, se supone que sólo los animales que<br />

son cazados necesitan camuflaje. Se pasa por alto que también<br />

los depredadores se benefician al ocultarse de sus presas. Los<br />

osos polares cazan al acecho focas que se encuentran descansando<br />

sobre el hielo. Si la foca ve venir al oso a lo lejos, puede<br />

escapar. Sospecho que, si se imaginase un oso pardo oscuro tratando<br />

de cazar focas sobre la nieve, el obispo hallaría de inmediato<br />

la respuesta a su problema.<br />

<strong>El</strong> argumento del oso polar resultó demasiado fácil de demoler,<br />

pero no es lo que importa. Incluso si la primera autoridad<br />

mundial no pudiese explicar algún fenómeno biológico<br />

de importancia, ello no significaría que fuese inexplicable. Gran<br />

cantidad de misterios han durado siglos y, finalmente, se ha<br />

hallado una explicación. Por si vale la pena, la mayoría de los<br />

biólogos modernos no encontrarían difícil explicar cada uno de

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