Charla sobre Pedro Páramo - Escritura Creativa · Clara Obligado
Charla sobre Pedro Páramo - Escritura Creativa · Clara Obligado
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Siguiendo con la idea del pueblo como protagonista, tenemos, también, el<br />
Comala Paraíso, fundamentalmente a través de los ojos de la madre. Aparece aquí<br />
representando la infancia, esa tierra de verdor, ese jardín ya clausurado que sólo existe en<br />
la memoria de los personajes. Y por último, y llama mucho la atención, Comala aparece<br />
como un espacio muy relacionado con los sonidos, con la presencia o la ausencia de<br />
sonidos. A lo largo de la novela, escuchamos esas voces, esos murmullos, las tablas de los<br />
ataúdes deshaciéndose. Ruidos, crujidos, sonidos que nos recuerdan que allí hubo algo.<br />
Junto a estos personajes protagónicos, podemos incluir también a Susana San<br />
Juan. Hay una frase que la define muy bien, y que García Márquez tomó prestada para<br />
describir a “Remedios la bella” de Cien años de soledad. “Es una mujer que no es de este<br />
mundo”. Es un personaje muy singular, porque es lo que único que añora <strong>Pedro</strong> <strong>Páramo</strong>,<br />
y lo único que nunca llega a poseer. Casi puede decirse que lo mueve la ilusión de un<br />
fantasma del pasado. Susana también es importante si pensamos en su relación con otros<br />
personajes: con el padre Rentaría, por ejemplo, a quién rechaza. Y con su padre, con<br />
quien tiene una relación bastante turbia (¿Incesto?) y desafiante. En fin, es un personaje<br />
que escapa, a través de su locura, de todo el que quiere imponerle su dominio.<br />
Hay otros personajes importantes, desde luego. Abundio, a quien ya hemos<br />
mencionado. Es el personaje que abre y cierra la novela. Es el mensajero, el cartero de<br />
Comala. El que sirve de intermediario, podría decirse, entre el mundo de los vivos y los<br />
muertos. La madre, por otra parte, que aparece proyectada en otros personajes del<br />
pueblo como Eduviges, como Dorotea, como Damiana.<br />
Antes había hablado de la importancia de la muerte en la novela. Me gustaría<br />
mencionar también la ilusión. Es el motor de mucho personajes, aunque se trata de una<br />
ilusión muerta, que no se concretiza en nada. Todos los personajes tienen una ilusión<br />
que parece de antemano condenada al fracaso. Así, Dolores, la madre, tiene la ilusión de<br />
la venganza. A Juan Preciado, en cambio, lo mueve la ilusión de conocer a su padre,<br />
pero resulta que el padre está muerto desde un comienzo. Y éste, a su vez, <strong>Pedro</strong><br />
<strong>Páramo</strong>, tiene otra ilusión, Susana San Juan, un anhelo que siempre se le escapa. En<br />
cuanto a Dorotea, la compañera de tumba de Juan Preciado, sabemos que en vida tenía<br />
la ilusión, nunca mejor dicho, de un hijo que creía real, pero que nunca existió. Y a<br />
Susana San Juan la movía la ilusión de un hombre, que no sabemos si alguna vez fue real<br />
o no. Refiriéndose a este personaje, Rulfo diría:<br />
“En lo más íntimo, <strong>Pedro</strong> <strong>Páramo</strong> nació de una imagen y fue la búsqueda de un ideal que llamé<br />
Susana San Juan. Susana San Juan no existió nunca: fue pensada a partir de una muchachita<br />
a la que conocí brevemente cuando yo tenía trece años. Ella nunca lo supo y no hemos vuelto a<br />
encontrarnos en lo que llevo de vida”. Juan Rulfo.<br />
Y por último, están los personajes que deciden quedarse hasta la muerte de<br />
<strong>Pedro</strong> <strong>Páramo</strong> para heredarle, pero nunca lo hacen porque aquél se vuelve un hombre<br />
unido a su equipal, en el que observa sentado el camino por donde se llevaron el ataúd<br />
de Susana, mientras todo el pueblo a su alrededor se va desintegrando. Hay una imagen<br />
de un cuento de El llano en llamas que resume muy bien para mí esta idea de ilusión<br />
hueca:<br />
“Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta<br />
como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos<br />
con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube<br />
aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima<br />
8 María Victoria Albornoz (Universidad de Saint Louis, Campus de Madrid) <br />
Para el Taller de escritura creativa <strong>Clara</strong> <strong>Obligado</strong>