Sobre Las 7 Palabras Pronunciadas Por Cristo En La ... - OpenDrive
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San Roberto Belarmino LAS 7 PALABRAS DE JESUCRISTO EN LA CRUZ<br />
repugnantes a la naturaleza, ha de haber algo de sacrificio<br />
personal, y en las órdenes que son agradables a la naturaleza no<br />
debe haber amor propio. <strong>En</strong> el primer caso la obediencia será<br />
más meritoria mientras más cerca esté unida a la voluntad divina<br />
mediante el deseo. <strong>En</strong> el segundo caso la obediencia será más<br />
perfecta mientras más separada esté de cualquier anhelo de<br />
reconocimiento mundano. <strong>En</strong>tenderemos mejor las diferentes<br />
seńales de la verdadera obediencia al considerar dos acciones de<br />
dos santos que están ahora en el cielo[391]. Cuando Moisés<br />
estaba pastando las ovejas en el desierto, fue llamado por el<br />
Seńor, quien le habló a través de la boca de un ángel desde la<br />
zarza ardiendo, para llevar al pueblo judío en su éxodo de la<br />
tierra de Egipto. <strong>En</strong> su humildad, Moisés dudó en aceptar tan<br />
glorioso mando. “ˇ<strong>Por</strong> favor, Seńor! --dijo-- Desde ayer y antes<br />
de ayer yo no soy elocuente, y después que has hablado a tu<br />
siervo, me hallo aun tartamudo y pesado de lengua”[392]. Deseó<br />
declinar el oficio mismo, y rogó para que pueda ser dado a otro.<br />
“Te ruego, Seńor, que envíes al que has de enviar”[393]. ˇMirad!<br />
Arguye su falta de elocuencia como una excusa al Autor y<br />
Dador del habla, para ser exonerado de una labor que era<br />
honorable y llena de autoridad. San Pablo, como dice a los<br />
Gálatas[394], fue divinamente advertido de ir a Jerusalén. <strong>En</strong> el<br />
camino se encuentra con el Profeta Ágabo, y se entera por él lo<br />
que tendrá que sufrir en Jerusalén. “Ágabo, se acercó a nosotros,<br />
tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y sus manos y dijo:<br />
"esto dice el Espíritu Santo: así atarán los judíos en Jerusalén al<br />
hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de<br />
los gentiles"”[395]. A lo que San Pablo inmediatamente<br />
respondió: “Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir<br />
también en Jerusalén por el nombre del Seńor Jesús”[396]. Sin<br />
amilanarse por la revelación que recibió acerca de los<br />
sufrimientos que le estaban reservados, se dirigió a Jerusalén.<br />
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